Soraya Pérez
La crisis económica producto del coronavirus se empieza a
agravar, urge retomar el rumbo hacia el crecimiento, y para eso estoy
convencida que se debe empezar con Petróleos Mexicanos. Pemex, la empresa
productiva más importante de nuestro país, se ha vuelto una carga para nuestras
autoridades y un barril sin fondo de nuestros impuestos, ya que, ¡en tan sólo
15 meses de gestión ha acumulado pérdidas de más de un billón de pesos!
La empresa petrolera presentó sus resultados del primer
trimestre de 2020 con menoscabos de más de 560,000 millones de pesos; a esta
cifra hay que agregarle las pérdidas de 2019 de 350,000 millones de pesos del
ejercicio neto más los quebrantos del pasivo laboral por 300,000 millones de
pesos; alcanzando pérdidas acumuladas de un billón 200,000 millones de pesos.
Para ponerlos en contexto, estas pérdidas de Pemex equivalen a 4 puntos
porcentuales del PIB y se podrían construir casi 3 veces cada uno de los
proyectos faraónicos del presidente: la refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto Internacional
de Santa Lucía y el Tren Maya.
Por si esto fuera poco, el reporte también señala que
Pemex no pudo generar efectivo, ya que la generación operativa fue negativa
antes de obtener financiamiento externo. Mientras el gobierno federal sigue
insistiendo que no se están endeudando, Pemex reveló que obtuvo préstamos por
casi 400,000 millones de pesos, los cuales fueron utilizados en su mayoría para
refinanciar deuda con vencimiento de corto plazo, para pagar intereses y para
solventar el déficit de efectivo operativo.
Esto ya se anticipaba, incluso sus auditores internos,
KPMG Cárdenas Dorsal, indicaron sobre el cierre financiero de 2019 que existía
“una incertidumbre significativa sobre la capacidad de Pemex de continuar como
un negocio en marcha”. ¿Qué significa esto? Que si Pemex no ajusta de manera
urgente su Plan de Negocios a la realidad que vivimos, sus finanzas podrían
colapsar teniendo que optar por la liquidación o la quiebra.
El negocio energético sigue siendo estratégico para nuestro
país, y Pemex seguramente seguirá contando con el respaldo financiero del
Gobierno Federal, aunque es de tal tamaño su problemática, que la pregunta es
¿cuánto tiempo más? y ¿a qué costo?
De hecho, las decisiones de Pemex también están afectando
ya a la industria eléctrica. Me explico, las refinerías que tenemos producen
una enorme cantidad de combustóleo, es una especie de chapopote altamente
contaminante que desde el año pasado por leyes internacionales está prohibido
comercializarse.
Sin embargo, la semana pasada nuestras autoridades
decidieron eliminar el despacho de energía eléctrica generada por fuentes
renovables, para darle paso a las famosas “cafeteras” de CFE que usan
precisamente este combustóleo. Es decir, para darle viabilidad al mal negocio
de refinación de Pemex, México tendrá que generar energía contaminante y mucho
más cara, lo que evidentemente se traducirá en un alza en nuestros recibos de
luz.
Estas medidas adoptadas por el gobierno continúan
afectando el clima de negocios en el país, ya que ponen en riesgo 46 proyectos
de energía solar y eólica, con una inversión de más de 6,000 millones de pesos
y la generación de casi 30,000 fuentes de empleo, que, en medio de la pandemia,
son muy necesarios.
En términos de coronavirus, mientras la neumonía de Pemex
se torna grave y rechaza cualquier tipo de intervención, también ha comenzado a
contagiar a otros sectores estratégicos afectando gravemente al país y a
nosotros, los mexicanos.