Rubén Cortés
Los defensores de la libre empresa, tecnología,
globalización… creen que el presidente no sabe lo que hace, tomando decisiones
que inhiben la inversión privada y fomentan la dependencia del petróleo. Pero
el presidente sí sabe lo que hace.
Hace que el Estado sea rector de la economía y dueño de
la mayor parte (y de los más importantes medios de producción) y cree que
México tiene tanta riqueza en el petróleo, que va a tener que administrarla.
Cuando elogia el trapiche de Gilberto tirado por un
caballo, es porque esa es la empresa privada que quiere. “Esto es la auténtica
economía popular, Gilberto cultiva la caña, tiene su trapiche, su caballo”.
Por eso la 4T beneficia a unos pocos grandes empresarios
y les echa el SAT a la mayoría de los otros grandes, y aprovecha el COVID-19
para dejar quebrar a los medianos y pequeños.
Sabe que quiere a cuatro o cinco grandes oligarcas, y que
el resto de la propiedad privada sea como la de Gilberto:
“Este es el jugo de la caña, 10 pesos este vaso, exquisito,
natural, sabroso, no el agua puerca esa que venden embotellada”.
Por eso impulsa los caminos “hechos a mano” como “una
obra de arte”; mientras llama “ventiladores que afectan el paisaje” a las aspas
generadoras de energía eólica, que es energía del futuro.
Y el COVID-19 le vino como anillo al dedo: pequeñas y
medianas empresas quebrarán solas, como muchos medios, pues entre las medidas
económicas recientes está reducir “el gasto de publicidad y compras a empresas
consultoras”.
Así que con el levantamiento de las medidas de
aislamiento en mayo, se empezará a ver de verdad la Cuarta Transformación:
–Más visibilidad del presidente, en la idea de que “si no
está este hombre no hay México” y que no permite que le digan lo que tiene que
hacer.
–Más nacionalismo, en la idea de que derrotamos la
pandemia, al ser de los países con menos muertos y contagios oficiales,
forjando una nueva identidad nacional entre la gente común, pues no habríamos
sufrido como Estados Unidos, Alemania, Inglaterra.
–Más manejo efectivo de la comunicación, al ser los
medios menos y más débiles, dejando el papel de “prensa conservadora” a las
redes, aprovechadas para la necesaria denuncia contra “los medios” y una
fachada de equilibrio informativo entre “el pueblo”.
–Más poder, apoyándose en el Ejército (que controlará los
nuevos aeropuertos y hasta sus casas de cambio, y maneja hospitales…) y en la
Iglesia (“Detente enemigo, Jesús está conmigo”).
–Más “democracia controlada”, con numerosas “consultas
populares” y cuatro nuevos consejeros en el INE impuestos por el partido en el
poder.
Sí: por supuesto que sabe lo que hace.
Que nadie se equivoque