Raymundo Rivapalacio.
Hace un mes, el subsecretario de Salud, Hugo
López-Gatell, dijo que era inminente la llegada del coronavirus a México. No ha
sucedido, pero la discusión no es si eso pasará o no, sino cuándo será. La
pregunta es si el gobierno mexicano está preparado para enfrentarla. La
Secretaría de Salud dice que están listos los protocolos de prevención, y en su
página de internet se encuentra información y qué acciones preventivas que
deben hacerse. Sin embargo, hay evidencias de que no es como lo pintan. Lo que
están aplicando son los protocolos del A1-H1, la epidemia que estalló en Oaxaca
en 2009, sin que haya actualización de acuerdo con las características del
nuevo virus, ni que la integración de un equipo de reacción rápida para atender
una emergencia. La información de Salud no ha sido replicada por ninguna
dependencia del gobierno salvo la Secretaría de Educación. Es decir, para nadie
más es una situación extraordinaria.
Los tiempos oficiales en medios electrónicos no han sido
aprovechados por el gobierno. Lo único vinculado con el tema de salud es una
campaña del Seguro Social, previa al estallamiento de la epidemia. El
presidente Andrés Manuel López Obrador anunció el miércoles la segunda etapa de
la campaña contra las adicciones, pero no ha dado instrucciones -ni en su
equipo han tomado la iniciativa- para hacer un ajuste y comenzar a preparar a
los mexicanos para lo que viene. Lo más importante, como prevención, es la limpieza.
El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades
de Estados Unidos, una autoridad en temas de salud, tiene a su disposición una
serie de medidas de higiene en su página de internet
(https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/about/prevention-treatment-sp.html),
que han sido retomadas por la Secretaría de Salud, que ha añadido como
recomendación estar vacunados contra la influenza. Esto, que es lo primero, no
es lo único. Nadie está siempre listo para una epidemia que desconozca, y probablemente
ningún país fuera de China, tengan los recursos políticos, militares y
logísticos para poner en cuarentena a 170 millones de personas y alterar la
movilidad de 700 millones. Por eso una gran cantidad de naciones llevan semanas
preparándose.
El punto de quiebre entre qué naciones resultarán más
afectadas por el virus está en la capacidad de su sistema de salud, ha
advertido la Organización Mundial de la Salud. Su principal preocupación está
en África, donde no hay aún ningún caso todavía, pero naciones como México, que
están en un proceso de reconstrucción del sistema de salud se vuelven altamente
vulnerables. Un gabinete donde la inexperiencia, la ignorancia y la
incompetencia son la norma, no contribuye al optimismo.
No se sabe aún cómo inició ni si fue efectivamente por
causa de un animal como empezó todo, por lo que se desconoce cómo atacarlo. La
primera vacuna que se espera tener como antídoto, la prevén los chinos para
abril. Sin embargo, estudios en China han permitido identificar a los grupos
demográficos más vulnerables. Según el Chinese Journal of Epidemiology, el
14.8% de los casos se da en las personas mayores de 80 años; el 8% entre los 70
y 79 años, y el 3.6% entre los 60 y 69 años. Entre más joven la persona, menos
probabilidad, hasta ahora, de ser contagiado. Por ejemplo, entre 0 y 9 años,
hay cero casos.
La incidencia del contagio en hombres es de 2.8%, y en
mujeres 1.7%, lo que sugiere qué género es más vulnerable, aunque el informe
fue realizado con pacientes en China, donde los hombres fuman más que las
mujeres. Fumar incrementa las complicaciones respiratorias, que se ha
encontrado (en 6.3%), se una de las variables junto con problemas
cardiovasculares (1.5%), y diabetes (7.3%), que más aparecen en los pacientes
del coronavirus. Los síntomas pueden incluir la fiebre, la tos y dificultad
para respirar, por lo cual se ha hecho una comparación con el cuadro que
presenta la neumonía, cuya vacuna también se recomienda aplicar.
Hay capacidad médica en México para el diagnóstico, pero
no se ve capacidad organizativa para enfrentar una epidemia. No se disponen de
suficientes camas en los hospitales ni pabellones que pudieran ser aislados, o
centros específicos para incomunicar a los sospechosos de contagio, como han
hecho varios países al poner en cuarentena en bases militares e islas, a
personas que presuntamente tienen el coronavirus. Aún si en este momento se
instruyera a las Fuerzas Armadas a preparar esos centros de reclusión, la única
institución que podría instrumentar un plan de rápido, van tarde.
Tampoco hay un centro de control de la emergencia, donde
ya estuvieran trabajando en la organización y planeación para contener la
epidemia las secretarías de Salud, Educación, Bienestar, Comunicaciones y
Transportes, Agricultura, Defensa y Marina, cuando menos, por ser las
inmediatamente responsables de una situación extraordinaria como amerita el
coronavirus. Menos aún un equipo de reciba la información de todas las áreas,
las confirme, las procese y aporte diariamente, una o dos veces, según la
gravedad de la epidemia, un boletín informativo para mantener al tanto a la
población.
No hay preparativos en el caso que, eventualmente, se
tuviera que suspender la actividad económica -todo el sector manufacturero y de
servicios-, como sucedió en 2009, cuando el presidente Felipe Calderón y el
jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, lo hicieron pese a los
fuertes cuestionamientos. Esa acción evitó que la epidemia se propagara.
Tampoco se han comprado medicinas que ayuden a controlar el virus o insumos
como los cubrebocas N-95, el respirador desechable de alto rendimiento, que han
adquirido varios gobiernos directamente en las fábricas, y que está
prácticamente agotado en México.
Todo esto debería de estarse haciendo, sin esperar a que
aparezca el paciente cero del coronavirus y sea demasiado tarde.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
Twitter: @rivapa