Rubén Cortés
Acaba de cumplir 78 años Pablo Milanés, el cantante más
grande de Cuba, uno de sus mejores músicos y compositores. Hombre íntegro,
además: fue a la cárcel por defender su forma de vivir.
Imposible contar la historia de la música cubana, sin
Pablo, no sólo por lo que se le conoce mundialmente: fundador y estrella de la
Nueva Trova.
Sí: gracias a la Nueva Trova entró en la maquinaria
cultural de la revolución cubana (de un altísimo nivel creativo y de factura
artística e intelectual) que, transcurrida su primera década, se convirtió en
gobierno totalitario.
Pero, desde antes, Pablo estaba transformando la música
hacia la mitad del siglo pasado, con el filin, movimiento que transformó al
bolero. El bolero venía de la contradanza francesa. El filin, del jazz y del
swing estadounidenses.
Los primeros clásicos del filin fueron de José Antonio
Méndez (“Novia mía”, “La gloria eres tú”) y César Portillo de la Luz (“Contigo
en la distancia”, “Tú mi delirio”). Más que género musical, es un estilo sonoro
de medio tono y show tranquilo.
No cualquiera hace filin: hay que ser intérprete y
cantante, tener un sentimiento, involucrarse en la canción. Cuando José Antonio
venía a México, dejaba al jovencísimo Pablo en su show del “Pico Blanco”, en el
hotel Saint John’s de La Habana.
Pero el filin no tenía futuro: la revolución lo consideró
extranjerizante. Entonces Pablo tenía 22 años y escribió, en 1965, una canción
fundacional de la cultura cubana: “Mis 22 años”.
En la azotea de Aida Diestro (directora del cuarteto de
filin D’Aida, con Elena Burke, Omara y Haydée Portuondo, y Moraima Secada),
compuso “Mis 22 años”, que es la polea entre el filin y la Nueva Trova, con
novedosos elementos musicales y vocales.
Aunque lo “extranjerizante” no se lo quitó nadie: estuvo
en un campo de concentración de 1966 a 1967, por “desviación ideológica”. Pero
más que músico, Pablo es un hombre limpio, en favor de la justicia, la
igualdad, el bienestar, las libertades.
Así que en 1968 ya era estrella de la Nueva Trova, que en
el mundo se llamó Nuevo Canto, junto con Silvio Rodríguez, Serrat, Víctor Jara,
Viglietti, Víctor Manuel, Milton Nascimento, Chico Buarque, Violeta Parra,
Mercedes Sosa…
Desde entonces, Mercedes Sosa le pidió que le dedicara
una canción. Años después, Pablo le escribió algo con lo que la argentina debió
morir tranquila y en paz con todas las bellezas del mundo:
La soledad
es un pájaro grande multicolor
que ya no tiene alas para volar
y cada nuevo intento da más dolor.
La soledad
inventa la más bella aparición
remueve los rincones del corazón
para quedarse sola la soledad…
Con su niñez
su mocedad
Con su vejez
para llorar
para morir
en soledad.