Ricardo Alemán.-
Cuando Ernesto Zedillo heredó el llamado “error de
diciembre”, del gobierno de Carlos Salinas –colapso económico que llevó a la
ruina a millones de mexicanos–, nunca acusó al gobierno anterior.
Zedillo –que ha sido uno de los mejores presidentes
mexicanos–, sacó adelante al país, luego de la gran crisis política, económica
y de confianza; firmó el mayor número de tratados comerciales de la historia,
consolidó la independencia del Banco de México, del Poder Judicial y creó el
IFE, hoy conocido como INE.
Gracias a las reformas de Zedillo, acabaron las
recurrentes crisis de cada sexenio y llegaron las elecciones limpias y
creíbles; llegó la alternancia en el poder y el PRI perdió la presidencia y el
control del Congreso, por primera ocasión en la historia.
Y, lo más importante, que Zedillo nunca culpó al pasado y
menos a los gobiernos anteriores, porque asumió el poder desde el primer minuto
de su azarosa gestión.
Y es que Zedillo entendió que había ganado la elección
presidencial –luego del crimen de Colosio–, precisamente para acabar con la
incertidumbre luego de los magnicidios; para resolver los grandes problemas
surgidos de la crisis económica y de la carencia de certeza democrática; no
para defraudar a los mexicanos o para culpar al pasado.
Y Zedillo cumplió con creces; ya que gracias a su
gobierno empezó el despegue económico y democrático del país.
Y viene a cuento el ejercicio memorioso porque en los últimos
14 meses, México no tiene presidente.
¿Y qué es Obrador, si no tenemos presidente?
En efecto, López Obrador asumió el poder –de manos del
Congreso–, en una fastuosa ceremonia, el 1 de diciembre de 2018.
Sin embargo, hasta el día de hoy Obrador no acaba de
entender que fue votado justo para resolver los grandes problemas nacionales
–sociales, políticos y económicos –, y no para culpar al pasado y menos a los
gobiernos de Calderón y/o Peña.
Han pasado casi 15 meses de aquel 1 de diciembre de 2018
y Obrador sigue culpando lo mismo a Felipe Calderón, que al neoliberalismo, que
a tales o cuales empresarios, a “los conservadores” y hasta lleva a cabo una
campaña proselitista en la que, todos los días, construye una parodia de sí
mismo.
Es decir, ya convertido en presidente, Obrador hoy comete
todas aquellas aberraciones, trapacerías, engaños y arrebatos que criticó el
Obrador candidato; el presidente Obrador incurre en todas las corruptelas, nepotismo
y en las transas que el candidato Obrador cuestionó por décadas.
Y es tal el extravío que, en los hechos, queda claro que
el presidente Obrador no ha tomado posesión del cargo para el que fue electo;
el fracaso total del gobierno de AMLO deja claro que no sabe y no puede con el
trabajo y la responsabilidad de un cargo como el de presidente.
Por eso las preguntas.
¿De qué se ha responsabilizado López Obrador en los casi
15 meses de su fracasada gestión?
¿Cuál, de las muchas responsabilidades de la gestión
presidencial, ha sido asumida por AMLO?
La respuesta la conocen todos.
El presidente Obrador no ha reconocido uno solo de los
fracasos de su gobierno; nunca ha reconocido que el suyo es un gobierno de
improvisados –empezando por el propio presidente–, y que ha tenido que recurrir
a las propaganda ilegal y mentirosa de las mañaneras, sí y sólo sí, para
justificar lo injustificable; el fracaso total de su gestión.
Ya no sorprende a nadie el fracaso en materia de
inversión, de crecimiento económico, de desempleo, de alza al precio de los
combustibles, de disparo escandaloso de crímenes violentos, de secuestros sin
freno.
A nadie sorprende la destrucción del sector salud, la
tragedia para millones de usuarios del sistema de salud; la violación
constitucional para miles de enfermos con cáncer; la desprotección de millones
de niños a los que se quitó la guardería…
Lo sorprendente hoy, a casi 15 meses del 1 de diciembre
de 2018, es que López Obrador dejó “colgadas de la brocha”, abandonadas y sin
esperanza a casi el 50 por ciento de la población y de las potenciales
electoras; se olvidó de casi la mitad de quienes lo llevaron al poder.
En efecto, hoy las mujeres de México no tienen
presidente, como tampoco lo tienen los millones de desempleados, los miles de
mexicanos que a causa del crimen y la violencia han perdido a un hijo, a un
hermano, a un padre…
En la práctica –y frente al incuestionable fracaso total
de la gestión de AMLO–, no es exagerado decir que López Obrador no ha tomado
posesión como presidente.
¿Hasta cuándo asumirá su cargo el ganador de la elección
de julio de 2018?
Al tiempo.