Pablo Hiriart
Cuando una falsa noticia atribuyó a un empresario la
versión de que su compañía no invertiría en México el próximo año, una
orquestada avalancha de indignados lo acusó de “traidor a la patria”.
Independientemente de la simpatía o antipatía que nos
despierte el personaje, pregunto:
¿Quién traiciona al negar prosperidad económica y creación
de empleos?
¿El particular que no arriesga su dinero en una situación
de incertidumbre? ¿O el gobierno que cercena las condiciones para invertir y
crecer?
La economía está parada por falta de confianza en un piloto
que no sabe manejar, no usa el freno ni escucha advertencias porque jura que va
requetebién, hecho un bólido cuesta abajo.
En la encuesta levantada en septiembre por el Banco de
México entre analistas especializados (citada en estas páginas por Víctor Piz),
aparece la radiografía: sólo tres de cada cien analistas piensan que este es un
buen momento para invertir en México.
¿Por qué no quieren invertir? El principal escollo, de
lejos, es la calidad del gobierno (“gobernanza”).
Este año no hay inversión pública ni privada y la economía
morderá el cero por ciento.
México será este año más pobre que el año pasado.
Tampoco vamos a mejorar en 2020 porque no se pueden obtener
resultados diferentes si se hace lo mismo. Es decir, si AMLO no corrige sus
errores.
Así, muy pocos van a invertir y casi nadie va a gastar. La
economía no crecerá dos por ciento.
Lo grave del caso es que el presupuesto se hizo sobre la
base de esa cifra de crecimiento de la economía, y como no se va a cumplir
habrá recortes de programas y más gente sin empleo. También, más delincuencia.
Iban a rescatar Pemex y nos entregan el siguiente parte del
tercer trimestre de este año: la empresa perdió 88 mil millones de pesos.
Entonces el año pasado la pérdida debió ser mucho mayor,
supone uno. Pues no. En ese mismo periodo, Pemex obtuvo utilidades por 26 mil
770 millones de pesos.
Los motivos de las pérdidas son por la baja en el precio
del petróleo y menor venta de gasolina en el país.
¿Menor venta de gasolina? ¿No que aumentó el poder
adquisitivo del salario?
Insisten en gastar dinero en una refinería que se construye
en un pantano. No pudieron poner la primera piedra porque el lodo se la llevó.
Y antier el terreno se inundó hasta las tapias por un aguacero.
¿Quién va a confiar sus inversiones con un gobierno así de
irracional?
La confianza se pierde una sola vez. Eso fue lo que ocurrió
en el actual gobierno con el mensaje de que se concluiría el aeropuerto de
Texcoco y a la hora de la verdad una consulta ilegal y amañada lo echó abajo.
Puro capricho del Presidente. Lo mismo que congelar la
reforma energética y despreciar el Estado de derecho.
Datos oficiales dados a conocer la semana anterior indican
que el sector terciario (servicios, comercio), que aporta el 64 por ciento del
PIB y ha impedido que la economía caiga bajo cero, por primera vez desde que
hay estadísticas en el ramo registró una baja.
Ni eso camina.
La venta de autos nuevos en septiembre se desplomó -12 por
ciento y el acumulado anual es de -7 por ciento.
La gente no gasta por desconfianza en AMLO y su partido.
La industria de la cons-
trucción se desplomó -10.22 por ciento anual, un nivel
nunca antes visto. Peor incluso que en la gran depresión global de 2008-09.
En agosto, último dato, la inversión pública fija
(productiva) cayó -13 por ciento respecto al mismo mes del año pasado.
Morena, en el Congreso, manda iniciativas de ley que ponen
a temblar a cualquier inversionista y persona con sentido común.
Propuso y aprobó en la Cámara de Diputados la legalización
fast track de millones de autos chocolate, con lo que le asestaría un golpe
brutal a la industria automotriz que genera el 3 por ciento del PIB y tiene dos
millones de empleados.
Frenó esa iniciativa Ricardo Monreal, pero la intención de
Morena ahí está. ¿Lo harán en otra ocasión?
A los agricultores, los diputados de Morena les subieron
más de cien por ciento las tarifas de uso de agua. Iban a torpedear esa
actividad que ahora nos da un superávit comercial frente a Estados Unidos.
Se frenó en el Senado tal barbaridad, pero la intención de
Morena estuvo presente. ¿Lo volverán a intentar?
El gobierno mandó una clarísima señal de que quiere cambiar
la Constitución para prolongar el mandato de AMO, con el experimento de laley
Bonilla. ¿Lo volverán a intentar, como Evo Morales? No lo sabemos, pero la duda
queda. Y la duda genera desconfianza.
Con esas interrogantes y Estado de derecho en crisis, no
vamos a ningún lado.
Corrijo: vamos a otro año de nulo crecimiento, más pobreza
para el país y menos seguridad y democracia para los ciudadanos.