La militarización es perversa maniobra político-electoral


  • La Guardia Nacional no conseguirá triunfar en la guerra contra el crimen organizado y el narcotráfico, porque éstos son instrumentos y multimillonario negocio del poder político y económico, y porque igual que el PRIAN antepone la fuerza al trabajo de inteligencia.
  • El presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que le gustaría desaparecer al Ejército Mexicano para convertir a todos sus miembros en elementos de la Guardia Nacional, algo que, reconoce, no podrá llevar a cabo pues generaría muchas resistencias.


(A mis queridos compadres Porfirio, Toña, Lupita Chagoya, familiares y amigos, por el fallecimiento de Víctor, a su esposa e hijos. Un abrazo fraterno y solidario en estos momentos difíciles. Descanse en paz)
(A Sofía Valdivia, madre, hermanos, familiares y amigos por la muerte de su padre. Un abrazo fraterno y solidario en estos momentos difíciles. Descanse en paz)

Alfredo Martínez de Aguilar


Para abrir boca, indispensable es formular la pregunta: ¿Podrá real, eficaz y eficientemente los elementos de la Guardia Nacional frenar, ya no digamos terminar con la creciente inseguridad y cada vez más brutal violencia en México y Oaxaca? 

¡No! Porque no están siendo respetados.

La Guardia Nacional no conseguirá triunfar en la guerra contra el crimen organizado y el narcotráfico, porque éstos son instrumentos y multimillonario negocio del poder político y económico, y porque igual que el PRIAN antepone la fuerza al trabajo de inteligencia.

Y menos lo logrará con los graves conflictos internos que enfrenta la naciente corporación militarizada por los abusos e indignante maltrato a los elementos de la desaparecida Policía Federal, quienes laboran en condiciones infrahumanas por la austeridad.

A riesgo de escandalizar a las hipócritas buenas conciencias de la izquierda morenista y a los políticamente correctos de la Cuarta Transformación, obligado es alertar sobre los graves riesgos dictatoriales que acechan a México y a los mexicanos.

Foto: internet. 
En agradecimiento a los recordatorios familiares, baste decir que unos y otros izquierdistas son simples farsantes, ya que eran acérrimos enemigos de la militarización impuesta por la mafia del poder del PRIAN con Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.  

Hoy, esas buenas conciencias que se dan baños de pureza con el agua del sanitario aplauden a rabiar la militarización del país, a través de la creación y despliegue de la Guardia Nacional que terminará de desplazar a las Fuerzas Armadas institucionales.
El presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que le gustaría desaparecer al Ejército Mexicano para convertir a todos sus miembros en elementos de la Guardia Nacional, algo que, reconoce, no podrá llevar a cabo pues generaría muchas resistencias.

Y lo hará porque éste es su objetivo final como parte de la perversa maniobra político-electoral para imponer una dictadura aparentemente constitucionalmente democrática al controlar el PRIMOR-Verde la mayoría en el Congreso de la Unión.

Lo peor de todo es que las buenas conciencias de la izquierda morenista y los políticamente correctos de la Cuarta Transformación son cómplices del imperialismo yanqui al que dicen combatir en su globalizante fase neoliberal.

Aunque lo saben, estúpidamente cierran los ojos a la realidad y se hacen de la vista gorda ante el abastecimiento de armamento más poderoso del que cuentan las Fuerzas Armadas al crimen organizado y al narcotráfico por Estados Unidos.

Convenencieramente olvidan el fallido operativo “Rápido y Furioso” de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), que de 2006 a 2011, introdujo ilegalmente mucho más de dos mil armas a México que terminaron en manos del crimen organizado.

La gran lección de supervivencia, como país libre e independiente que México no ha aprendido, es que el fallido operativo “Rápido y Furioso” dejó al descubierto, la vulnerabilidad y unilateralidad de las políticas estadunidenses respecto al tráfico de armas.

Este episodio histórico de la relación bilateral en materia de seguridad, dejó de manifiesto la vulnerabilidad del accionar estadunidense en cuanto al control de la venta y distribución de armamento, y las consecuencias que esto puede conllevar para la sociedad civil.

En las sombras de los tiempos se pierde desde cuándo la violencia se convirtió en la más diabólica estrategia de los gobiernos de todo signo, siglas y color, capitalistas y socialistas, para aterrorizar y manipular fácilmente a los pueblos.

Pero además, para izquierdas y derechas, la violencia manipulada desde el poder siempre ha sido un gran negocio, multimillonario, a través de la venta masiva de armas a las bandas del crimen organizado y a los carteles del narcotráfico.

El libro El Príncipe de Maquiavelo puso los cimientos del absolutismo, legitimó de alguna manera, la inmoralidad en la vida política, dio cabida a las estrategias de poder más deplorables y denigrantes. Le da  visos de legalidad, de formalidad, de normalidad al autoritarismo.

Lo peor de todo, es que esos formulismos, esas tácticas deleznables han sido puestas en práctica por casi todos los gobiernos, aunque no estén escritos en los programas electorales. En cierto modo, leyendo ese libro podemos comprender mejor y arrojar luz a la oscura trastienda del poder.

En la obra de Maquiavelo se hace hincapié en cómo acceder y conservar el poder: “además de por virtud y por fortuna, puede obtenerse el poder por medio de crímenes, por dinero o corrupción”. Consejos bien aprehendidos por las élites políticas mexicanas y oaxaqueñas.

Ante todo lo importante es mantener el poder, resistir en la plaza, no dejarse derrotar por las circunstancias, perseverar, para ello es muy importante: “usar bien las crueldades, deben cometerse todas juntas al principio, ya que si no son bien usadas al principio luego tienen que cometerse en orden creciente”. ¡Qué tal!

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