Por Pablo Hiriart.-
Un mitin como el que se convocó para el sábado en Tijuana
es lo que busca Donald Trump: que haya efervescencia en la frontera y
presentarnos como el enemigo de Estados Unidos.
Enardecer los ánimos en ambos lados de la línea divisoria
es oro molido para dar sustento, carnita, a la demagogia antimexicana de Trump.
Que nos veamos como enemigos y que lo manifestemos a gritos.
Resulta inocultable que la convocatoria al mitin del
sábado es para hacer una manifestación antiTrump, aunque lo disfracen con la
palabra unidad y amistad con Estados Unidos.

Si vamos a ir contra Trump hay muchas vías de hacerlo, y
los mítines no son la mejor manera para los intereses mexicanos.
Tener esa actitud poco franca de ofrecerle públicamente
respeto y jurar en los discursos que se quiere ser amigo de Trump, es poco
congruente con hacer un mitin en la frontera que será para desfogue del
sentimiento antiestadounidense por las provocaciones de su presidente.
Es muy falso eso de que será una manifestación de amistad
con el pueblo de Estados Unidos. Nadie, ni aquí ni allá, se chupa el dedo.
Ya veremos las consignas. Y si hay un par de banderas
estadounidenses quemadas y máscaras de Trump pisoteadas, como sucede en algunos
mítines en países islámicos, será la imagen en los noticiarios de televisión.
Lo anterior, para felicidad de Donald Trump y sus
propósitos. Ahí están los mexicanos, son decenas de miles que corean insultos
contra nosotros y queman nuestra bandera.
Se le hace el juego a Trump con esa manifestación.
La convocatoria a la manifestación en Tijuana es “en
defensa de la dignidad nacional”.
¿Quién ha atropellado la dignidad de México? Donald
Trump, al afirmar falsamente que estamos gobernados por narcotraficantes y que
el Ejército es protector de bandas criminales.
Ante eso el Presidente responde que respetamos lo dicho
por Trump y que quiere seguir siendo su amigo.
Pero al mismo tiempo le organiza una manifestación en
Tijuana para que “la gente”, “el pueblo”, diga lo que nuestras autoridades no
quieren decir pues ofrecen amor y paz.
Esa ambivalencia no nos va a llevar muy lejos.
¿De qué va a servir, para nuestra causa, un mitin en la
frontera?
De nada. Sólo ayudará a crispar los sentimientos
antimexicanos en una parte de la Unión Americana. Justo lo que quiere Trump en
su campaña por la reelección.
Los agravios de Trump no se encaran con mítines, sino con
respuestas de Estado, que no se han dado.
A los insultos de Trump hacia el Ejército mexicano se
debió haber contestado en voz de nuestro Presidente, y no se hizo.
Si nos van a poner aranceles, se responde de la misma
manera. Se les afecta a sus productores en estados republicanos.
Extraña, pues, que el gobierno de México convoque a un
mitin en el que habrá insultos al por mayor a “los gringos” y al presidente de
EU, mientras nuestro mandatario insiste en que debe haber “diálogo, diálogo y
más diálogo”.
La pregunta es obvia: si esa es la solución, ¿por qué no
dialoga?
Hay teléfonos, videoconferencias. ¿No le puede hablar,
una llamada, un mensaje?
A fin de mes se podrían encontrar los dos presidentes en
Osaka para dialogar, y el nuestro decidió no ir.
¿Queremos diálogo o queremos mítines que acentúen la
rivalidad?
A Donald Trump le convienen las manifestaciones, y
mientras más rencor se agite en ellas, mejor para él y su causa.
El Presidente de México nos dijo que a nosotros nos
conviene el diálogo, pero en lugar de hacerlo personalmente, elige la vía de la
manifestación callejera.
Tal vez sirva de desfogue para insultar a Trump por sus
amenazas y habladurías, pero no va a resolver nada.
Sólo le habremos hecho un favor al republicano que busca
la reelección agitando el sentimiento antimexicano.