De AMLO a los medios de comunicación; ¡Castigo si critican!


Ricardo Alemán.-


No sabemos si por ignorancia o por traición del subconsciente autoritario, lo cierto es que en la mañanera de ayer el presidente reconoció que castigará con cancelar la publicidad oficial a los medios críticos.

Sí, censura y castigo como los que aplican a los medios críticos los dictadores bananeros de Venezuela, Ecuador y Nicaragua, por citar tres casos.

Y si tienen dudas, vale recordar lo que dijo López Obrador en la mañanera del 23 de abril de 2019, a pregunta expresa de un periodista que cuestionó sobre la política del nuevo gobierno en materia de publicidad oficial.


Dijo el presidente: “Hay que tomar en cuenta todos los criterios, desde luego no solo el alcance y la cobertura que tengan los medios. Hay que tomar en cuenta también, su profesionalismo, su objetividad y eso habría que verlo con mucho cuidado, para que no se piense que hay censura”.

“No va a haber censura, para nada. Somos libres, y además es muy bueno el debate”. Hasta aquí lo que dijo Obrador.

¿Qué significa lo anterior?

En términos reales asistimos a una regresión de más de 500 años, a la vuelta de la censura previa, impuesta por los reyes católicos en La Pragmática del 8 de julio de 1502 y que fue una de las primeras leyes de censura del mundo, en la que se establece claramente la forma en que el Estado y/o la Iglesia católica leían los textos destinados a su publicación y luego de revisar lo que hoy sería su “profesionalismo” y su “objetividad”, permitían su publicación o los mandaban a la pira.

La diferencia entre La Pragmática de los reyes católicos de hace 500 años y la censura previa anunciada hoy por AMLO, es que el gobierno de la Cuarta Transformación decidirá cuales medios son “profesionales” y “objetivos” y, a partir de esa decisión desde el poder, les darán patrocinio oficial.

Más aún, los medios críticos del gobierno de Obrador serán condenados a la muerte por hambre, en tanto que los aplaudidores podrán recibir el favor presidencial en dinero. ¿Recuerdan el “no les pago para que me peguen”?


El problema es que tanto el presidente como su equipo de comunicación y su vocero son ignorantes de los básicos del periodismo moderno. Y es que el profesionalismo de un medio –seas escrito, electrónico o digital–, no lo determina ninguna autoridad, sino que es una facultad social.

Es decir, lo determinan los usuarios que compran, leen, ven o escuchan a tal o cual medio, a partir de su profesionalismo y de la utilidad social.

Cuando el gobierno pretende convertirse en censor del profesionalismo y la objetividad, en realidad pretende castigar a los críticos. ¿Por qué?

Porque a partir del poder presidencial, cuando Obrador censura a un medio o periodista, en realidad condena al medio o al periodista a la persecución y linchamiento en redes, con todo el peso del poder presidencial.

Pero hay más. El presidente y sus colaboradores tampoco entienden que los seres humanos llegan al mundo equipados con capacidades y libertades naturales, como la de pensar y la de expresión.

Nadie, en México y el mundo, puede ser limitado en su capacidad de pensar y de expresar sus pensamientos. Ese derecho se conoce como libertad de expresión. Y la corona de la libertad de expresión es la crítica que, a su vez, es el emblema del género periodístico de opinión.

Te puede interesar| Error de Riobóo provocó que el aeropuerto de Santa Lucía costara otros 8 mil 215 mdp

¿Saben, el presidente y sus amanuenses mediáticos lo que significa la opinión? Seguramente no. Y para que lo entiendan recurrimos al clásico de Salvador Ochoa Olvera, “Derecho de Prensa”, quien así define la crítica.

“La crítica –al igual que la opinión–, no tiene por qué apegarse a hechos veraces. Sólo son los hechos los que deben estar fundados en la verdad, en la realidad de los mismos.

“No es más que un soberbio desatino pretender sujetar la crítica a la existencia de hechos: es válido criticar el manejo del presupuesto para la salud pública si se percibe que no se dispone de medicamentos suficientes para atender a la población, sin que para ello demuestre que ha habido peculado.

“En síntesis, es claro que la crítica no requiere apoyarse en hechos verdaderos, pues –de ser así–, no sería crítica: sería, en todo caso, crónica.

“Obviamente toda opinión o crítica propiamente dicha, tiene como límite que, en sí misma, no constituya algún tipo penal, como el ataque al derecho de terceros a la moral, la perturbación del orden o de la paz públicos.

“La crítica debe ser el resultado de disertaciones y análisis y es tan diversa como emisores haya”. Hasta aquí la cita textual.

Queda claro, lo que pretende López Obrador es condenar a los medios al aplauso fácil o a la muerte por hambre, cual dictador bananero.

Al tiempo.