Rubén Cortés.-
La postura de México en la crisis de Venezuela, reiterada
ayer, es decidida con el corazón ideológico por encima del músculo económico,
al negarle un pedido a su principal aliado comercial, en beneficio de un aliado
político.
Nuestro gobierno negó a Estados Unidos (su principal
socio económico y también el vecino donde viven 20 millones de connacionales)
la petición de desconocer al dictador Maduro. Ofreció, en cambio, ser sede para
un dialogo “si lo piden las partes”.
Socialismo Siglo XXI, foto: internet |
La relación comercial con Estados Unidos es la más
importante para México, con ventas por más de 245 mil millones de dólares
anuales. En cambio, Venezuela expropió a la empresa mexicana Cemex y las que
siguen, como Femsa y Bimbo enfrentan un fuerte control de precios.
Se ha decidido, pues, con el corazón ideológico por
encima del músculo económico, en beneficio de un aliado político.
Tampoco se descubre el agua tibia demostrando el apego
ideológico del obradorismo con el chavismo. La presidenta de Morena lo repite
en público:
--“El gobierno de Venezuela es un ejemplo para nuestra
vida. Me interesa que lo platiquen en sus casas, con sus amigos, con sus
familias”.
--“Ayúdenos a hablar de la grandeza de Hugo Chávez y de
lo grande que es el gobierno Bolivariano de Venezuela, de la admiración y el
respeto que nos genera. Yo no puedo hacer otra cosa que honrar a Hugo Chávez”.
Y es la presidenta del partido en el poder, Yeidckol
Polevnsky, quien el pasado 1 de enero festejó al sistema comunista cubano:
“En el 60 aniversario de la Revolución que nos mostró que
la dignidad, la solidaridad y la batalla de las ideas son las armas más
poderosas de los pueblos, enviamos al Gobierno y al Pueblo de Cuba nuestra
alegría y parabienes. ‘Un mundo mejor es posible”.
El “mundo posible” de Polevnsky es donde la Constitución
sentencia que “el socialismo y el sistema político y social revolucionario,
establecidos por la Constitución, son irrevocables” y que el Partido Comunista
(único) es “la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”.
Además, en la nueva propuesta de México “diálogo entre
las partes” en Venezuela, lo único nuevo es el ofrecimiento de ser sede. El
gobierno de Enrique Peña propuso lo mismo, sólo que la sede fue República
Dominicana.
Aquel “diálogo” fracasó porque Maduro lo utilizó para
ganar tiempo y preparar unas elecciones que ganó cuatro meses después,
prohibiendo la competencia de candidatos opositores y presencia de observadores
internacionales.
Como fracasarán todos los diálogos con Maduro, pues sólo
busca un respiro para reacomodar su poder mediante la represión y la comida que
puedan enviarle sus aliados para repartirla a sus clientelas.
Para el dictador, el diálogo de México es oxígeno.