Carlos Ramírez.-
Por culpa de los diputados morenistas Pablo Gómez Álvarez
y Mario Delgado que mutilaron la primera Minuta, la Guardia Nacional aprobada
en el Senado desinfló la intención real de crear un cuerpo adscrito a la
seguridad interior y quedó en otro cuerpo policiaco más que tendrá la prioridad
de respetar los derechos humanos y no combatir al crimen organizado que tiene
presencia territorial en toda la república y ha corrompido a funcionarios,
políticos, policías, ministerios públicos, jueces y custodios de prisiones.
En el debate de aprobación de la Guardia el jueves 21 de
febrero, la obligación de someterse a los derechos humanos se repitió nada
menos que 37 veces. Y el uso de la fuerza estará determinado no por la
intensidad del fuego de los delincuentes, sino por una ley reglamentaria que
definirá cinco limitantes cuyo incumplimiento derivará en procesamiento de los
guardias: legalidad, necesidad, proporcionalidad, racionalidad y oportunidad.
Sólo dos detalles operativos: a la hora de enfrentar en
campo de batalla de delincuentes los nuevos guardias tendrán que medir la
proporcionalidad; si les disparan una ráfaga de cien tiros, responderá igual,
pero con la necesidad de primero contar las balas recibidas y contar las de
respuesta; y racionalidad implica el uso de la razón frente a delincuentes que
carecen de ella, por lo que la proporcionalidad a aplicar también sería el
mismo grado de irracionalidad.
Al final, las reglas de operación de la Guardia Nacional
parecen sacadas de los boys scouts y no de las evidencias de una criminalidad
que hace tiempo rebasó la capacidad de fuego de las policías y que apenas ha
podido ser respondida por la logística armada de los militares. Pero ninguno de
los legisladores que aprobó la Guardia Nacional tuvo la preocupación de presenciar
en la línea de batalla un enfrentamiento real con delincuentes, en donde han
sido asesinados decenas de militares, marinos y policías para medir la
intensidad del problema.
De acuerdo con la ley aprobada, la Guardia Nacional “y
las demás corporaciones policiales se regirán por una doctrina policial fundada
en el servicio a la sociedad, la disciplina, el respeto a los derechos humanos,
al imperio de la ley y al mando superior y en lo conducente a la perspectiva de
género (?)”.
Por tanto, la GN será otra corporación policiaca, no una
institución que se esperaba que cayera en el territorio de la seguridad
interior; y si iba a ser otra policía más, entonces debió dejarse el modelo
actual de Policía Federal y Gendarmería. La doctrina policial implica tratar a
los cárteles y bandas como delincuentes comunes y no como organizaciones
armadas que quieren destruir al Estado y erigirse en autoridad.
El principal principio de la Guardia Nacional será, según
consta en la Minuta del Senado enviada a la Cámara de Diputados, el de operar
bajo los principios del respeto a los derechos humanos. Es decir, la GN
dependerá más de la CNDH que de la Secretaría de Seguridad. Pero al defender
los derechos humanos de los delincuentes, habrá de pasar a segundo término los
derechos humanos de la sociedad agraviada por la delincuencia.
Los delincuentes tienen derechos, pero no por encima de
los ciudadanos afectados. Y a la hora del combate o de la persecución o de
operativos basados en inteligencia confirmada la Guardia tendrá que preocuparse
por los derechos humanos y no por la violación de la ley. La doctrina policiaca
real se basa en el ejercicio de la fuerza institucional para reprimir la
violación de los derechos ciudadanos de las mayorías. Como quedó aprobada, el
Guardia será un cuerpo atado de manos porque los delincuentes podrán invocar
con efectividad la violación de sus derechos humanos y la desproporcionalidad
en el uso de la fuerza.
Si la Guardia tiene “la obligación de promover, respetar
y proteger, pero sobre todo garantizar en todo momento los derechos humanos”,
en un choque físico con delincuentes lo legal sería que la Guardia acepte que
los ataquen porque si no estarían violando los derechos humanos de los
delincuentes. Y eso debe ocurrir, de acuerdo con la reforma constitucional, “en
todo momento”. Y la Guardia podrá ejercer sus atribuciones bajo los principios
de “legalidad, objetividad, eficacia, honradez, universalidad (?),
interdependencia y progresividad”. Todo guardia tendrá que llevar consigo una
tarjetita para ir palomeando, en medio de las balaceras, el cumplimiento de
estos condicionantes.
Para colmo, la senadora morenista Ana Lilia Rivera
ilustró el sentido de la Guardia Nacional con un poema de Javier Sicilia:
Como en el fondo de la vieja ruta, perdida en el riñón de
la montaña, desde hace siglos silenciosamente cae una gota de agua.
Así, aquí en mi corazón obscuro y solo, en lo más
escondido de la entraña oigo caer desde hace mucho tiempo lentamente una
lágrima.
¿Por qué resquicio oculto se me oculta?
¿De cuáles fuentes misteriosas mana?
¿De qué raudal fecundo se desprende?
¿Qué remoto venero me la manda?
Porque siento que cae así, lágrima a lágrima.
Tan fuente inagotable de ternura, tan vena de dolor que
no se acaba.
Política para dummies: La política es el arte de lo
deseable, no de lo posible.
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