La fatiga
mental y emocional es un estado de agotamiento físico y psicológico crónico,
resultado de un exceso de exigencias personales y un estrés mental continuado.
Es la sensación de estar emocionalmente exhaustos y agotados por las
situaciones que nos rodean. Suele ser el resultado de una sobrecarga de sucesos
estresantes tales como la ruptura de una relación, la muerte de un ser querido
o una búsqueda de empleo sin éxito. Este tipo de fatiga afecta a muchas
personas, aunque es más común y frecuente en las mujeres, haciéndolas más
susceptibles a padecer trastornos de ansiedad, la depresión y, en algunos
casos, suicidio.
FATIGA
EMOCIONAL
De niña no me
gustaba que mi mamá me pusiera a recoger los trastes de la mesa o a limpiar la casa, me molestaba porque solo
quería dormir pues tenía un permanente desgano por la vida, quería estar en la
cama todo el día porque me sentía muy cansada, con dolor de cuerpo; no me
gustaba que mi madre me exigiera buenas calificaciones y me molestaba todo el
tiempo para que realizara mis tareas, siempre le decía que si iba a estudiar
pero solo daba vueltas en la habitación y me acostaba en la cama, me ponía la almohada
en la cabeza y gritaba que no quería hacerla, que estaba cansada, harta, solo
quería que me dejaran tranquila, en ocasiones me distraía viendo fijamente
alguna parte de la recamara y pensando en tener novio, casarme y tener hijos
con el amor de mi vida o que Justin Bieber venía a buscarme y me pedía que
fuera su novia, eran pensamientos recurrentes que tenía hasta quedar dormida,
pero despertaba con mucho miedo, angustia y dolor de cabeza de solo pensar que
tenía que bajar a cenar y que mis padres preguntarían si ya había estudiado o
hecho la tarea, siempre mentía diciendo que si, en general olvidaba hacer
muchas de mis responsabilidades como lavar el uniforme, realizar las compras,
etc.
Mis actitudes
generaban discusiones entre mis padres, llegué a escuchar quejas de mí y creí
que ni como hija servía, en una ocasión solo sentí ganas de llorar y de no
saber de nada, quería estar sola, creyendo que era mejor morir para no causar
lastima, ni molestias. Llegó un momento en que no pude más, empecé a salirme de
mi casa para pasarla bien con mis amigos, me gustaba estar con ellos porque
podía gritar, reír, hacer lo que me gustaba, además me sentía aceptada sobre
todo cuando me decían que les importaba; después de un tiempo encontré a una
persona que me hacía reír, sentirme alguien importante, me fui con él pensando
que así me sentiría mejor pero no fue así, al contrario aumentó mi apatía por
la vida, dormía en exceso, no me bañaba, empecé a sentirme mal, tenía
pesadillas, con nadie me sentía a gusto, no me importaban mis hijos ni mi
pareja. Al ver a mis hijos los agredía, les gritaba y ellos muchas veces me
preguntaron que me pasaba que antes no era así, me sentía desesperaba no sabía
que decir, fui teniendo la idea de dejarlos, pensaba que iban a estar mejor sin
mí, terminé abandonándolos, sentí que ya no me importaba nada ni mi propia
vida, fue cuando mi madre me llevó al grupo, y pude ver en el Movimiento Buena
Voluntad de Neuróticos Anónimos 24 horas, que asistían personas que habían vivido cosas similares a
la mías y con la terapia se habían llegado a sentir bien. Entre en una casa
hogar, acepté esa ayuda y me quedé en el grupo, en donde me enseñaron a vivir
una vida digna y de respeto. Pidiéndome solamente que tratara de hacer las
cosas que me iban diciendo, por hoy puedo sentir la alegría de vivir, puedo
pensar en un futuro más alegre, de compresión, que mis hijos y mi madre me ven
sonriente con ellos y que me han dicho que hasta me veo más bonita, gracias a
que me siento feliz
Anónimo
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telefónico las 24 hrs.
Guardería
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