Ricardo Alemán.-
El tema lo hemos tratado aquí en repetidas ocasiones.
Y es que para nadie es un secreto que Pemex, la principal
empresa del Estado mexicano, no sólo es “el objeto del deseo” del nuevo
presidente sino que a lo largo de su “lucha social” ha sido “la caja chica” de
AMLO.
Por eso, vale recordar que Obrador alcanzó los titulares
de la prensa nacional gracias a una espectacular “toma de pozos petroleros” en
Tabasco –a principio de los años 90–, de la que obtuvo jugosas ganancias
económicas.
Luego, en 1992, Obrador llevó a cabo un plantón en el
Zócalo capitalino para exigir el pago de daños ecológicos por derrames de la
paraestatal en Tabasco.
En esa ocasión el gobierno de Salinas, a través de Manuel
Camacho, entregó 9 mil millones de pesos a Obrador; dinero que salió de Pemex.
Si dudan, el Diario de los Debates del Congreso –sesión
de la Comisión Permanente del 11 de febrero de 2004–, da cuenta de la confesión
de Manuel Camacho, entonces diputado del PRD, quien reconoce que Pemex le pagó
millones de pesos a Obrador para levantar el plantón
El “mexicanologo” George Grayson confirma el saqueo en su
libro “Mesías Mexicano” –pág. 91 y 92–, en donde ofrece testimonios de quienes
recibieron el dinero de Pemex “para hacer política”. Curiosamente, desde
entonces el encargado de “la caja chica” de Obrador era Octavio Romero, hoy
director de Pemex.
Pero hay más, el agrónomo Romero fue Oficial Mayor de
AMLO –de 2000 a 2005–, y operó el saqueo a la nómina de trabajadores del GDF a
los que descontaron 10% de su salario “para hacer política”; todo un robo.
Pero la joya de la quiebra de Pemex la exhibimos aquí el
28 de mayo de 2007, en el Itinerario Político titulado: “¡Que se hunda Pemex!”.
Así lo dijimos: “A las seis de la tarde de cada lunes, en
la que fue “casa de campaña” de AMLO, se reúnen en torno al líder una veintena
de políticos; los jefes del FAP, senadores y diputados federales del PRD,
encargados del “gobierno legítimo” y los infaltables Manuel Camacho y Porfirio
Muñoz Ledo.
“Uno de esos lunes, de hace no más de un mes (era mayo de
2007, el primer año del gobierno de Calderón) llegó a la mesa el tema de la
crisis de Pemex. Uno de los senadores asistentes explicó el trabajo legislativo
que, sobre la materia realiza el PRD, cuando López Obrador intervino y propuso
cancelar la reunión.
“Apenas cerró la puerta del despacho cuando López Obrador
estalló furioso: “¡Qué les pasa… trabajan para el espurio o para el
movimiento”?. Los senadores le habían explicado que estaba terminada una
propuesta de reforma para fortalecer las finanzas de Pemex, para reorganizar su
estructura, su relación con el sindicato y su papel en el mundo. Y, lo más
importante, para salvar a la paraestatal de la quiebra. Pero lo más importante
es que en el proyecto estaba de acuerdo el PRI y que la reforma incluía una
buena parte de las propuestas de campaña de AMLO.
“¡No, no… no se metan con Pemex, ese es mi tema! A Pemex
lo vamos a arreglar cuando lleguemos a la Presidencia”, estalló agitado López
Obrador.
“Pero en el otro extremo no todos se quedaron callados.
Los senadores Carlos Navarrete y Graco Ramírez argumentaron sobre la urgencia
de rescatar Pemex, la posibilidad de “jalar” al PAN y arrebatarle al gobierno
de Calderón “la joya de la corona”, además de romper el binomio PRI-PAN en el
Congreso.
“La discusión subió de tono. A gritos, López Obrador
insistía: “¡no, no, no, nada que fortalezca al espurio!”, mientras que los
senadores insistían en que se fortalecería Pemex, el PRD y la posición pública
de su movimiento.
“¡No, Andrés, no podemos permitir que se hunda Pemex… por
el bien del país, por el bien de todos”, dijo también a gritos Navarrete, en
abierto reto “al presidente legítimo”.
Pero la respuesta de Obrador dejó fríos, paralizados a
sus interlocutores.
“¡No me importa que se hunda Pemex… si se tiene que
hundir, que se hunda… si tenemos que incendiar pozos, los incendiamos… pero no
vamos a hacer nada que fortalezca al espurio…!
“Ya en la calle, alguno de los asistentes al ríspido
encuentro soltó: “¡Andrés ya perdió la razón…!”. El resto sólo movió la cabeza
y apretó los dientes”. Hasta aquí la cita.
Hoy, 12 años después, López Obrador no sólo hunde a Pemex
sino a todo el país. ¿Quién le pondrá un alto? ¿Hasta cuándo?
Al tiempo.