Carlos Ramírez.-
Un poco porque parece que
sigue en campaña, otro porque no quiere dejar hilos sueltos y otro más porque
está siendo empujado por sus aliados, el caso es que el presidente electo López
Obrador quedó atrapado en la telaraña de las consultas y de las agendas de los
intereses de la élite desplazada del poder.

Sin embargo, quedó atrapado
en su propia telaraña. Hay dos formas de trampas de las cuales no se salen: la
saducea en que metieron a Jesucristo y la Trampa 22 del escritor Joseph Heller
en 1961. La primera fue una pregunta que le hicieron al hijo de Dios: una viuda
que tuvo ocho maridos, ¿con cuál se quedará cuando llegue la Resurrección? Y la
de Heller es más divertida: un piloto de guerra para maniobras extremas no
quiso seguir peleando y se declaró loco, pero en el hospital le dijeron que no
tenía salida: si lo declaraban loco, tendría que regresar a volar porque solo
los locos volaban; y si lo declaraban cuerdo, tendría que regresar a volar
porque carecía de impedimentos.
Así quedó López Obrador: sea
cual sea la respuesta a las tres preguntas, quedará mal; escoger entre sus
aliados anti medios y los dueños de medios que fueron antes “soldados del PRI y
soldados del presidente”, sin dejar contento a ninguno; dar marcha atrás o
mantener la Guardia Nacional como eje de
su estrategia de seguridad cuando el anuncio de la consulta fortaleció a los
opositores nacionales e internacionales a la estrategia; y perseguir a
expresidentes y enfrentar a sus temibles estructuras de poder o perdonarlos y
con ello fortalecerlos para seguir minando al nuevo presidente.
Hábil en el escapismo
político, el problema hoy de López Obrador radica en su condición de presidente
en acto por el repliegue del presidente emérito Peña Nieto y todo lo que haga o
no haga generará efectos sociales, económicos y políticos. La crisis económica
--caída de la Bolsa y alza en el dólar-- por la iniciativa de bajar comisiones
a bancos y de regulación de minas rompió el equilibrio macroeconómico.
El punto de partida de la
crisis de credibilidad, confianza y gobernabilidad de López Obrador comenzó con
la consulta irregular sobre el aeropuerto de Texcoco, la decisión de
transformar Santa Lucía en la nueva sede a pesar de las advertencias de
aerolíneas y organismos reguladores de la aviación internacional y las pérdidas
multimillonarias por lo adelantado de la obra. Si persiste la determinación de
Santa Lucía, lo más probable es que no haya nuevo aeropuerto por las objeciones
internacionales, decida fortalecer el actual en Ciudad de México con todas sus
restricciones y trasladar el nuevo aeropuerto al próximo sexenio.
Si uno de los misterios de
la naturaleza radica en saber por qué las arañas no quedan atrapadas en su
propia telaraña, el de la política radica en indagar por qué algunos políticos
cometen errores estratégicos a sabiendas que las repercusiones serán
contrarias. Las respuestas de López Obrador a los tres temas candentes fueron
las de un candidato y no las de un presidente ejerciendo el poder. Si hace la
consulta, malo; si no la hace, malo; y cualquiera que sea el resultado, será
negativo para sus alianzas y programas de gobierno.
La curva del aprendizaje de
las razones y sinrazones del poder será lenta en López Obrador por su afán de
abarcar la totalidad de la política. Esa curva funciona en relación de dos
variables: tiempo de resultados a las iniciativas y éxitos/fracasos. Si para
López Obrador y sus seguidores fue un éxito la consulta sobre el aeropuerto de
Texcoco a pesar de sus irregularidades y engaños, para el ambiente social,
político y de negocios resultó desastroso y dejó malas señales en los mercados
y los climas sociales.
Como el proyecto de gobierno
de López Obrador no implica una ruptura de actual sistema político/régimen de
gobierno/Estado constitucional priísta, entonces sus espacios de movilidad
tendrán que ser sistémicos; sin embargo, sus aliados lo han llevado a
confrontarse con el sistema vigente cuyos equilibrios indispensables para López
Obrador dependen de nuevos acuerdos y no mayores conflictos.
Al final, la persecución de
expresidentes seria una ruptura de sistema/régimen/Estado y no se ve que López
Obrador y Morena estén preparados para las consecuencias desestabilizadoras,
sobre todo por querer suplir la actual estructura de poder sin tener una nueva
definida. Lo paradójico será prometer mantener las cosas igual para recuperar
estabilidad, cuando ganó para cambiarlas.
Política para dummies: La
política es el arte de la dominación del otro, pero también puede el error de
dominarse a sí mismo.