Carlos Ramírez.-
Sin partido real, sin una
propuesta de alternativa de sistema/régimen/Estado y a partir de su formación
política priísta, el presidente electo López Obrador está usando casos como el
del aeropuerto --y otros-- sólo para señalar que hay un nuevo sheriff en el
pueblo.
Luego de una lucha personal
de treinta años, lo peor que le podría ocurrir al tabasqueño sería aparecer
como el continuador de obras priístas como las reformas estructurales, los
contratos ya adjudicados y obras como el aeropuerto.
De ahí que el sentido de la
consulta no sea en realidad preguntarle al “pueblo” qué aeropuerto y dónde
desarrollarlo, sino quitarle a Enrique Peña Nieto la identificación de la obra.
Y el punto central está muy
claro: mostrarle a la sociedad civil y a la sociedad política quién estará a
cargo del próximo gobierno. En el caso del aeropuerto se va a dejar muy en
claro que el mando es presidencial, personal y directo, sin importar los costos
económicos, de estabilidad y de confianza.
No es la primera vez que
ocurre. Todos los candidatos presidenciales y presidentes electos tienden a
adelantar la asunción del poder, a veces por las tentaciones transexenales de
algunos salientes y otros por el costo político de la identificación. Luis
Echeverría rompió con Díaz Ordaz desde la campaña, a pesar de haber tenido una
alianza férrea desde la crisis del sindicato magisterial en 1956-1958, Díaz
Ordaz como oficial mayor de Gobernación y Echeverría como oficial mayor de la
SEP.
Desde 1924 cada presidente
entrante está urgido de liberarse de la sombra del saliente. En el caso de
López Obrador existe una mayor necesidad, no sólo por el perfil caudillesco del
tabasqueño, sino porque necesita dejar muy en claro que las cosas van a
cambiar, aunque en el fondo y por la formación política práctica las cosas van
a seguir igual. En todo caso, la forma de ir cuestionando y deshaciendo algunos
compromisos de Peña Nieto ha dejado muy en claro que no habrá continuidad
transexenal personal o del PRI y han precisado quién va a mandar, lo mismo acusando
que exonerando y hasta perdonando vidas.
El caso del aeropuerto en
Texcoco es emblemático. A lo largo de dos meses, el presidente electo lo ha
usado para fijar con claridad que hay un nuevo mando político y que todos los
involucrados en esa obra tendrán que reconocerlo. Por eso la consulta no
importa en sus fallas, sus maniobras amañadas, sus engaños morenistas; la
decisión será unipersonal en función de las intenciones de López Obrador para
determinar quién será el nuevo mando sexenal.
Detrás de este estilo
personal de ejercer el poder se localiza el hecho de que el presidente electo
entiende que carece de un partido real para fundar un nuevo sistema político,
que su paso a la historia estará en regresar al modelo presidencialista que se
fue desarticulando con el anterior tratado de comercio libre y la globalización
y los organismos autónomos y la organización ciudadana. Sin un partido de
control de las relaciones sociales de producción y con organismos ciudadanos
acotando el mando centralizado, la presidencia lopezobradorista no llegaría muy
lejos porque en los hechos no es más que la continuidad del proyecto priísta
del capitalismo de Estado dominante.
En términos de política
comparada, la propuesta política de López Obrador se parece a la de Echeverría,
quien pasó del sometimiento absoluto al presidente como funcionario desde 1956
a una campaña de deslindamiento en 1969-1970. De un gobierno diazordacista
ajeno al pueblo priísta, Echeverría definió su propuesta con una frase que hoy
parece reverberar en las paredes del lopezobradorismo; “iré tan lejos como el
pueblo quiera”.
La consulta sobre el
aeropuerto de hoy jueves al domingo será irrelevante no sólo por su carencia de
exigencias técnicas, sino porque servirá para que el país y el mundo --sobre todo
la clase empresarial inversionista que se la jugó con Peña Nieto y su fallido
candidato José Antonio Meade Kuribreña-- entiendan quién va a mandar desde la
presidencia. La decisión de la consulta será, pues, directa del presidente
electo, a sabiendas --y no fue burla sino mensaje político-- de que el proceso
nunca pasaría un examen técnico de la democracia participativa real.
La decisión sobre el
aeropuerto será personal de López Obrador y fijará el estilo de gobernar
--directo, personal, autoritario, verticalista-- del próximo presidente de la
república.
Política para dummies: Por
amigos y estudiosos de la obra del poeta, ensayista y premio Nobel Octavio Paz
se abrió el sitio http://zonaoctaviopaz.com