La prisa está relacionada con la frustración, la irritación y hasta la ira. Estas emociones negativas aumentan el estrés y en consecuencia deterioran nuestra salud. La Asociación Médica Americana publicó un estudio reciente en el que señala a la prisa como un factor de riesgo de la hipertensión, incluso entre adultos jóvenes.
PRISA
Cuando ayudaba en los quehaceres de la casa sentía mucha desesperación por hacer las cosas rápido para que mi mamá dijera que era lista y que cumplía con lo que me encomendaba, en la casa nos decían que era vergonzoso que alguien estuviera parado o bien que las cosas no se hicieran rápido ya que las personas lentas o flojas no pertenecían a ningún lugar, no me gustaba que dijeran eso de mí, aunque no quería hacer las cosas, en ocasiones mentía para que no descubrieran mi falta de responsabilidad ante los ojos de mis papás o de personas que querían que me admiraran.
En el salón de clases trataba de terminar las actividades lo más rápido posible y bien hecho para que todos mis compañeros se admiraran por ser la mejor de la clase, pero por tanta prisa me equivocaba frecuentemente en las operaciones matemáticas y en lugar de sacar un 10, obtenía una calificación baja, lo que me ponía triste; al otro día ya no quería participar en clase o prefería no ir a la escuela, si hablaba en clase quería que mis respuestas fueran correctas, pero cuando el maestro me corregía me sentía tonta y me deprimía, pensaba, hubiera sido mejor no haber participado porque en muchas ocasiones me frustraba que las cosas no salieran como yo esperaba.

Cuando hacía cola en alguna tienda de autoservicio o en algún otro lugar me sentía muy desesperada y quería gritarle a la cajera para que se apurara, por esta razón en varias ocasiones me salí de la fila y preferí no comprar en ese momento.
No me importaba levantarme muy temprano para que me diera tiempo hacer las cosas, claro que siempre las hacía rápido, la principal razón era obtener más dinero, incluso no comía, no descansaba lo suficiente, no me importaba mi cuerpo, me di cuenta que podía tolerar un alto grado de dolor, con tal de sacar el trabajo, de quedar bien, de que la gente no me regañara, que me admiraran, hablaran bien de mí, por esta razón criticaba a los demás porque hacían las cosas despacio o no las hacían.
Llegué al grupo porque me sentía sola, triste, tenía muchos deseos de morirme, pensaba que nadie me comprendía, pero también me reconocía culpable con mis hermanos por tantas agresiones que había tenido con ellos, para entonces mi familia ya me había corrido de mi casa todo como consecuencias de mis actitudes.
Con la ayuda del Movimiento Buena Voluntad 24 horas de Neuróticos Anónimos me di cuenta que la desesperación que me provocaba el querer hacer todo rápido me había generado malas relaciones de con muchas personas y además ya me había afectado físicamente, en la terapias me identifiqué con diferentes compañeros y me di cuenta que uno de mis problemas era la prisa y lo grave fue que no sólo me estaba afectando yo misma sino principalmente a mi familia, a través de estar en el grupo pude cambiar mi actitud ante mi familia y la pude recuperarla, el día de hoy puedo realizar mis actividades de buen humor y con mayor cuidado, platico con mis hermanos, comemos juntos, puedo salir con ellos sin enojarme y tenerles paciencia.
Anónimo
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