Carlos Ramírez.-
Para la revisión de lo ocurrido en la noche del 6 de julio
en la Secretaría de Gobernación y la Comisión Federal Electoral, las dos bajo
el control férreo de Manuel Bartlett Díaz, Andrés Manuel López Obrador no
necesita ir al PRI o a Carlos Salinas de Gortari, sino revisar las versiones
estenográficas de las sesiones en la CFE y en el colegio electoral.
El libro Fraude electoral. Testimonios y desmentidos
(Comunicación Meridiana) en el que se reproducen las actas de la sesión de la
CFE del 13 de julio --día de información sobre el cómputo final-- y México
1988: disputa por la presidencia y lucha parlamentaria de Pablo Gómez Alvarez
(Editorial Fondo de Cultura Popular) reproduce las versiones estenográficas del
colegio electoral del 6, 7 y 8 de septiembre de 1988. En ellos está la
información real de que el fraude se maquinó en Gobernación.
En la sesión de la CFE el representante del FDN Jorge Amador
revela que el material electoral proporcionado por Bartlett a los partidos fue
de apenas el 50% de las casillas y en ellas Cárdenas tenía el 38.3% de los
votos, en tanto que Salinas apenas el 36.7%.
El comisionado del Partido Mexicano Socialista, Jorge
Alcocer, reveló la existencia de dos contabilidades electorales: una pública y
otra secreta. El acceso de los partidos de oposición al sistema de conteo en el
Registro Nacional de Electores “fue bloqueado”; y luego de que personal técnico
del partido logró abrir candados, “personal de seguridad de la Segob, ajeno al
Registro, confiscó dicha información ya impresa a las cinco de la tarde”.
Bartlett entregó a los partidos documentos oficiales de 29
mil 999 casillas, el 50% y nunca apareció el resto. Así, la de 1988 fue la
elección presidencial con la mitad de las actas. Y el sistema de cómputo, que
Bartlett ha negado, sí se cayó. La reportera de Excélsior Marta Anaya --autora
de 1988: el año en que calló el sistema-- publicó el 7 de julio en su crónica:
“comenzó el runrún de que el sistema se había caído, y la explicación fue que
se había cambiado de sistema de conteo”. Y el columnista Miguel Ángel Granados
Chapa, en La Jornada del 7 de julio, escribió: “de pronto, el sistema de
cómputo ‘se cayó’, como se dice en la jerga cibernética”.
El 28 de agosto de 1988, en una entrevista, Bartlett dijo:
“se habló mucho de que se cayó el sistema de computación de la Comisión; esto
es completamente falso, el sistema no se cayó, el sistema estuvo dando
resultados de las casillas conforme fueron llegando a los comités distritales,
estuvo informando a la velocidad en que se transmitieron los resultados”.
Esa información del conteo de casillas la controló Bartlett
de manera directa y no llegó a los partidos.
En una entrevista con Jorge G. Castañeda para La Herencia,
Miguel de la Madrid dijo que Bartlett le había pedido autorización para detener
la difusión de las primeras cifras porque beneficiaban a Cárdenas. Por eso el
todopoderoso líder sindical Fidel Velázquez le dijo, en entrevista oficial, a
un enviado del The Wall Street Journal: “la izquierda votó por Cárdenas, la
derecha votó por Clouthier”. ¿Y por Salinas?, le preguntó el periodista, y
Fidel respondió: “las computadoras”.
Bartlett fue la pieza clave del fraude electoral de 1988.
Política para dummies: La política es el arte de ocultar lo
que no quieren que se sepa.
Si yo fuera Maquiavelo: “El odio se gana tanto con las
buenas acciones como con las perversas”.
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