INDICADOR POLÍTICA/ Carlos Ramírez.-
De nueva cuenta se abre la oportunidad de construir
instancias de equilibrio al poder absolutista del presidencialismo mexicano con
el relevo en la Auditoría Superior de la Federación, pero otra vez la intención
no es limpiar la corrupción sino proteger al gobierno que sale.
La Auditoría Superior de la Federación es el organismo
encargado de revisar las cuentas públicas de los dineros federales y de revelar
irregularidades. Pero hasta ahí. De poco ha servido su autonomía si a la hora
de la localización de corruptelas carece de procedimientos para iniciar
procesos penales.
El problema con la ASF radica justamente en que se le ve más
como reveladora de actos de corrupción con fondos públicos, que como la
instancia indispensable para cerrar las puertas de la corrupción. Año con año
los reportes de la Auditoría encuentran los mismos problemas que no se castigan
y que permiten su reproducción porque los funcionarios han perdido el miedo a
sus reportes.
Así, muchos ven a la ASF como una especie de procuraduría de
fondos públicos, pero sin facultades de acusación. Prácticamente todos los
gobernadores encarcelados fueron acusados en su momento por la Auditoría, pero
cayeron en las garras de la ley por otras irregularidades.
De ahí la importancia de la designación del próximo auditor
superior por la Cámara de Diputados, sobre todo porque ocurre en los espacios
políticos del último año del gobierno actual y la larga lista de señalamientos
de irregularidades en el uso de los fondos públicos.
Pero en este contexto, la designación parece moverse en los
extremos: o un cómplice que cubra las espaldas del primer año de la próxima
administración cuando se analizarán los gastos del último año de gobierno
anterior o un fiscal que antes de tomar el cargo ya esté condenando actos de
corrupción.
El mecanismo de designación está plagado de contradicciones:
la mayoría del PRI tratará de imponer su fuerza, pero la comisión legislativa
la tiene el PRD. Sin embargo, existe una tercera opción: un auditor que no sea
cómplice ni fiscal, sino que se eche a hombros la tarea de construir un
organismo realmente vigilante de uso de los fondos público con un
replanteamiento de los mecanismos de supervisión, a fin de atajar la corrupción
antes y no diluir sus funciones en acciones punitivas inexistentes.
De entre la lista de cuarenta aspirantes al cargo destaca la
nominación de David Colmenares Páramo, economista y especialista en finanzas
públicas, con experiencia como auditor especial de gasto federalizado de la
propia ASF, entre otras tareas. Sus propuestas destacan la reorganización de
funciones de la auditoría para mantener mecanismos de control de finanzas
públicas antes de la revisión de las cuentas públicas.
La bancada del PRI y el papel clave del PRD en la comisión
de Vigilancia de la ASF de la Cámara de Diputados podrían evitar que la
designación convierta al organismo supervisión del gasto en una tapadera de
irregularidades o en un comité de salud pública con todo y guillotina, y entre
los dos den el paso a la construcción de una moderna ASF que controle los
fondos públicos provenientes de los impuestos que pagan los ciudadanos.
Las opciones de la ASF parecen estar determinadas por el
gobierno que termina: o tapadera o persecución, pero lo que urge es la
construcción de una nueva institución. La Cámara está obligada a legislar para
los controles democráticos.
Política para dummies: La política es la obligación de
definir limitaciones del poder, no la de expandirlo.
Sólo para sus ojos:
- Comienza la guerra de las encuestas. Pero bien vale la pena reproducir lo que incluye Consulta Mitofsky en sus encuestas: quien crea que estos resultados son los buenos, se va a equivocar.
- Preocupante el aumento de asaltos en restaurantes de la Ciudad de México, pues los datos revelan sobre todo la ausencia de vigilancia en las calles y la pérdida de respeto de los delincuentes a la autoridad. Y faltan datos que confirmen la correlación entre la liberación de delincuentes por el ajuste de las leyes penales y el aumento en la delincuencia callejera.
- Las certezas de ánimo de López Obrador se miden por el uso de insultos contra los adversarios. Y las agresiones verbales ya comenzaron a contaminar el lenguaje político del tabasqueño. Ahí es donde se asienta la tesis de que el candidato de Morena a veces se auto sabotea, como si a la larga no quisiera ganar las elecciones.
- Y el candidato no-priísta del PRI, José Antonio Meade Kuribreña, parece no darse cuenta que su condición de ciudadano ya se perdió por su acercamiento al PRI.
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