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FOTO: ARCHIVO |
Carlos Ramírez.-
Aunque a muchos le parezca muy pomposo hablar de la
refundación de la república, cuando menos un dato revela que el
sistema/régimen/Estado que fundó el PRI es inoperante: el PRI podría ganar las
elecciones presidenciales con el 30% de los votos o perderla pero seguir
dominando la estructura de toma de decisiones como primera fuerza legislativa.
De ahí que el debate sobre la segunda vuelta sea más
distractor que reorganizador del poder político. Lo malo, en todo caso, es que
el PAN en la presidencia de la república, el PRD en el gobierno de la Ciudad de
México desde 1997, el PRI sin mayoría absoluta legislativa desde 1997 y el PRI
con apenas la mitad de gobernadores siga definiendo la vida política en función
del sistema/régimen/Estado del PRI porque toda la oposición --PAN, PRD y
Morena-- se transforma en priísta cuando llega a posiciones ejecutivas.
Las reformas al sistema/régimen/Estado implican la
reconstrucción de la estructura del poder político:
1.- Elecciones primarias para cargos de gobernador y presidente
de la república, a fin de terminar con la oligarquización de los partidos.
2.- Mayores restricciones a partidos chicos de tal manera
que sus coaliciones se hagan a partir de votos por ellos y obligarlos a
trabajar sus militancias.
3.- Reducción de 200 diputados, dejando 200 distritales y
100 plurinominales pero exclusivos para partidos con votaciones menores a 10%.
4.- Desaparición del INE como estructura política para
elecciones, a fin de expulsar de su seno a los partidos. La nueva autoridad electoral
debiera ser ajena a partidos y su configuración tampoco debiera pasar por
Congreso para evitar las cuotas de poder partidistas.
5.- Llevar la fortaleza presidencial a coaliciones
legislativas sobre agendas precisas, construyendo lo que ya había propuesto
Manlio Fabio Beltrones de un jefe de gabinete salido de la mayoría legislativa.
La división del poder ejecutivo entre jefe de Estado y jefe de gobierno
obligaría a un control del absolutismo presidencial.
6.- Disminución del 50% de dinero a prerrogativas a partidos
para abaratar la democracia y terminar con la política como negocio. Ello
llevaría el regreso de la política a nivel territorial.
7.- Y terminar con el absolutismo presidencial sexenal con
periodos presidenciales de cuatro años con un periodo de reelección que
serviría como mecanismo similar a la revocación del mandato.
Los tres pilares del sistema político priísta están
agotados: el presidencialismo fue una suma progresiva de Santa Anna, Juárez,
Díaz y Obregón; el PRI nació del seno del poder para mantener el poder; y el
Estado de bienestar otorga al gobierno el instrumento de legitimación
partidista con políticas sociales.
El presidencialismo es obstáculo para la democracia, el PRI
debe separarse del gobierno, del Estado y del presidencialismo y las políticas
sociales deben ser de Estado y no de gobierno. Pero el presidencialismo, el
partido-Estado y las políticas asistencialistas son la base de la república
priísta que han usado PAN y PRD en el poder; por eso el debate no es por la democracia
como mecanismo procedimental para elegir gobernantes sino construir una
república con reglas, leyes y nuevas relaciones de poder.
Gane o pierda el PRI en el 2018, el PRI seguirá gobernando
con su estructura de poder vía PAN, PRD, Morena o PRI. El PRI terminará su
ciclo no con la democracia sino con una verdadera república. Y hay que empezar
por la independencia absoluta de la autoridad electoral y la limitación del
absolutismo presidencial que opera sobre el sistema/régimen/Estado priísta, los
dos pilares del priismo como aparato de poder.
Política para dummies: La política es la habilidad para enredar las cosas que están muy claras.
Sólo para sus ojos:
- La internacionalización del tema de los asesinatos y agresiones contra la prensa es un problema de política exterior del gobierno peñista. Pero no se ve que haya sensibilidad para ofrecer cuando menos una explicación: el gobierno carece de control sobre la seguridad y los asesinatos van a continuar.
- La lucha por la presidencia del PRD tiene olor a 2018. La tribu de Los Chuchos no quiere soltar el control, a pesar de las fugas de militantes hacia Morena. La figura del excandidato mexiquense Juan Zepeda no le alcanza al PRD para construir nuevos acuerdos y alianzas más sólidas.
- El problema al interior del PRD no es de simpatías sino de reparto del poder. Por eso no se espera gran cosa del mandato a favor de la maestra Ifigenia Martínez, de buena imagen pero sin capacidad ni autoridad para dar manotazos ni hilos reales de poder para poner orden en la disputa de posiciones internas.
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