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FOTO: INTERNET |
Ricardo Alemán.-
Luego de la victoria del PRI en las elecciones del 4 de
junio –en donde el tricolor ganó los estados de México y Coahuila-, arrancó la
temporada de las especulaciones sobre los reacomodos políticos en los distintos
partidos y en el gobierno federal, rumbo a 2018.
Como saben, el anuncio de que Humberto Castillejos dejaba el
cargo de Consejero Jurídico de Los Pinos –para iniciar un proceso que lo
llevará a la Corte--, se desató la fiebre especulativa sobre supuestos relevos,
enroques y despidos en el gabinete presidencial.
Sin embargo, todos los “acelerados” se equivocaron. No hubo
y no habrá cambios en el gabinete, por lo menos hasta el mes de septiembre, una
vez que hayan transcurrido las vacaciones de verano y que se haya cumplido el
ritual del Quinto Informe de gobierno de
Enrique Peña Nieto.
Dicho de otro modo, que adelantar los reacomodos, despidos o
enroques en el equipo de colaboradores
del presidente, sería lo mismo que adelantar la de por sí acelerada guerra
sucesoria entre los precandidatos presidenciales del PRI. Además, claro, que
significaría quitarle al presidente una importante porción del poder.
Por esa razón, el destape del candidato presidencial del PRI
está previsto para la segunda mitad de noviembre próximo, lo que marcaría el
inicio de un proceso de reacomodo general en la administración publica.
Por lo pronto, está claro que se mantendrán en sus cargos
todos los potenciales aspirantes presidenciales del PRI; desde el pundtero en
las encuestas, Miguel Osorio, Secretario de Gobernación, pasando por el
canciller Luis Videgaray y los secretarios de Hacienda, José Antonio Meade, de
Salud, José Narro y de Educación, Aurelio Nuño, entre otros.
También es un hecho que seguirá al frente del PRI nacional,
Enrique Ochoa, quien es uno de los grandes ganadores de la contienda del pasado
4 de junio. Más aún, Ochoa permanecerá al frente del PRI no solo para defender
los triunfos de su partido en los estados de México y Coahuila, sino hasta la
toma de posesión los respectivos gobernadores constitucionales.
Vale aclarar que ni el PRI ni el gobierno federal tienen la
intención de ceder un milímetro en las victorias de los estados de México y
Coahuila y tampoco se prestará a la negociación política en el caso de los
comicios de Coahuila. Por lo pronto –y bajo la tutela de Enrique Ochoa--, el
tricolor echará a caminar todos los recursos legales para impedir que le
arrebaten un solo voto y para demostrar la legalidad y legitimidad de las
victorias electorales del 4 de junio.
Por lo que hace a los aspirantes presidenciales, resultaría
descabellado suponer que podrían ser cambiados, despedidos o enrocados hasta
antes del informe, ya que un movimiento de esa naturaleza alteraría el curso
del gobierno federal y pondría en riesgo la conclusión de programas y proyectos
que serán parte fundamental del propio Informe de Gobierno.
Dicho de otro modo, que el presidente Peña Nieto mantendrá
el control del gobierno hasta el último momento; hasta que sea ungido el
candidato presidencial del PRI.
Además, y a causa de las candidaturas adelantadas en
partidos como Morena, el PAN, y el PRD, entre los primeros círculos del poder
se comenta que el candidato presidencial del PRI debe ser postulado no más allá
del mes de noviembre. ¿Por qué? Porque si se retrasa sería darle aún más
ventaja a Morena, al PAN y el PRD.
Es decir, que en la segunda mitad de noviembre ya deberá
existir el nombre del “ungido” en el PRI para –de esa forma--, arrancar los
procesos que permitan la articulación de los distintos grupos políticos que lo
arroparán.
Y es que, como todos saben, a causa de su complejidad y de
los riesgos que se corren, la designación del candidato presidencial del PRI
para 2018 es un procedimiento que deberá ser acompañado de acuerdos político
entre el mayor número de grupos en disputa –dentro del PRI--, para que al
tiempo que se producen las inconformidades naturales del “alumbramiento”,
también se opere el control de daños.
Como está claro, resulta inevitable que en la designación de
un candidato presidencial se produzcan daños colaterales. Sin embargo, tampoco
es una novedad que todos los eventuales desprendimientos del PRI caerían en
Morena, no en el PRD ni en el PAN.
Por eso, el proceso de selección del aspirante tricolor
deberá incluir un escrupuloso proceso de negociación y acuerdo políticos, de lo
contrario se corre el riesgo de una fragmentación que podría resultar letal.
Por eso las preguntas: ¿Tendrá Peña Nieto los recursos
políticos, el acompañamiento, los apoyos y el empaque para la más importante
decisión presidencial antes de dejar el cargo?
Al tiempo.
@RicardoAlemanMX