U-NEGOCIOS 670*90

Una fascista dirige la SEP en Quintana Roo


Rubén Cortés.-


Buena parte de la sociedad ha mostrado una displicencia inquietante frente a la actitud nazifascista y con espíritu de limpieza biológica de la secretaria de Educación de Quintana Roo, al expresar que desea que no existan niños y niñas con discapacidad.

Porque esa buena parte de la sociedad, políticos, las combativas “redes”… ya estarían pidiendo la cabeza de Marisol Alamilla Betancourt si hubiera comprado una botella de vino con dinero del erario.

A la propia CNDH sólo le causó “una profunda preocupación” el concepto hitleriano de la funcionaria. ¿Nadie va a exigir su renuncia? ¿El gobernador del estado la va a mantener en el cargo?

Pues, tras una semana de su repugnante expresión, continúa dirigiendo la educación de los niños y las niñas que desprecia. No sólo eso: cobra como funcionaria, pero también recibe un sueldo de maestra sin impartir clases: de enero a marzo cobró 264 mil 440 pesos. Además de fascistoide… granuja.

Viene de la periodista Katia D´Artigues una de las mejores definiciones de este caso, no sólo por acertada en lo profesional, también porque se trata de un tema que le llega al corazón: Katia D´Artigues es madre de Alan, un niño con Síndrome de Down. Ayer colgó en su cuenta de Facebook:

“Marisol Alamilla publicó por Twitter una “disculpa”, pero su propia disculpa lo que a mí me dejó claro es que ni siquiera es consciente de la profundidad de su discriminación y dos, de las condiciones actuales de las personas con discapacidad, de su falta de acceso a la escuela, del creciente caso de niños con autismo, de cómo se adquiere, nace o desarrolla una discapacidad. Y menos de las capacidades y realidades de los estudiantes con discapacidad”.

Por supuesto que Marisol Alamilla dejó de reunir las condiciones para desempeñar su cargo. De entrada es una secretaria de Educación que con su expresión violó la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, el paradigma de inclusión y de derechos humanos.

Porque aprueba prácticas eugenésicas hacia niños y niñas con discapacidad, lo cual es un comportamiento insensible, de agravio y de exclusión. Su menosprecio recuerda el término nazi de “biología aplicada”, acuñado por Rudolf Hess, el segundo en el mando después de Hitler.

Ella, que es maestra, debería estar consciente de que su barrabasada no hace más que certificar uno de los episodios más crueles de la historia moderna: la promulgación, por parte del fascismo alemán, de la Ley para la Prevención de Descendencia con Enfermedades Genéticas, el 14 de julio de 1933.

Marisol Alamilla tiene que renunciar. Nadie, pero mucho menos alguien pagado por nuestros impuestos, puede expresar que desea que no existan niños y niñas con discapacidad.

Eso es criminal.

Twitter: @ruben_cortes