Rubén Cortés.-
Al anunciar la “intención” de juntarse para las
presidenciales de 2018, Alejandra Barrales y Ricardo Anaya tienen razón al
recordar que las alianzas PAN-PRD en 2010 y 2016 fueron exitosas. Pero Barrales
olvida que lo fueron… para el PAN.
Porque en 2016 ganó con figuras designadas por el PAN y
todas expriistas: Quintana Roo con Carlos Joaquín, quien dejó el PRI unos días
antes; Durango con José Rosas Aispuro, y Veracruz con Miguel Ángel Yunes.
Y en 2010 ganó en Oaxaca, Sinaloa y Puebla con los
expriistas Gabino Cué, Malova y Moreno Valle, quienes en el gobierno se fueron
por su lado: Cué por la libre, Malova por el PRI y Moreno Valle por el PAN.
Barrales lo olvida, o quiere que el PRD siga de corifeo. Una
idea comparten sus gobernadores: Arturo Núñez (Tabasco), Silvano Aureoles
(Michoacán) y Graco Ramírez (Morelos), quienes cerraron filas con su idea
aliancista.
Pues el candidato de esa alianza sería panista. El PRD no
sólo carece de fuerza electoral para imponer candidato, sino que ninguno de sus
gobernadores llega siquiera al tobillo de posibilidades de triunfo a los
aspirantes panistas: Anaya, Zavala y Moreno Valle.
Aunque en el caso de los gobernadores perredistas se
entiende que les gana la pequeñez política, al no querer aceptar como candidato
del PRD a Miguel Mancera, argumentando que éste no es militante. Pero en cambio
sí quieren que el candidato sea un panista. Buen punto, eh.
Relegados al sótano en todas las encuestas, Núñez, Aureoles
y Graco han llegado a extremos pueriles en su lío con Mancera: el 5 de mayo
armaron un escándalo porque querían que el Jefe de Gobierno luciera en la
camisa el logotipo del sol azteca en un acto del PRD.
El encuentro reunió a 200 mil perredistas. Al día siguiente,
AMLO pudo agrupar sólo 45 mil seguidores. Y el acto fue operado por Héctor
Serrano, el futuro jefe de campaña de Mancera. Porque Mancera será candidato.
Allá el PRD si deja ir al mejor candidato que puede tener hoy día.
Quitemos ya que una alianza PAN-PRD va contra la ideología
que originó al PRD, pues la ideología casi dejó de importar a la izquierda. El
propio AMLO acepta a quienes llegan del PRI, PAN o de la maestra Gordillo.
El asunto es que Mancera es el único en ofrecer al PRD una
candidatura atractiva: político sin militancia y de corte ciudadano, en una
época en la que las encuestas coinciden en que partidos y políticos con
militancia son rechazados por la ciudadanía.
En cambio, Mancera es un progresista liberal y llegó al GDF
por el PRD. ¿Qué más quiere el PRD? Pues perder.
Que es lo único que sabe últimamente.
Twitter: @ruben_cortes