Ricardo Alemán.-
Como todos saben, el término “huachicoleros” define a los
delincuentes que mediante perforaciones ilegales de ductos roban gasolinas para
revenderla a menor precios del oficial y, con ello, generan una red de
corrupción que atrapa a pueblos enteros.
El “huachicoleo” se trata --como también saben--, de una
actividad ilícita que genera pingües ganancias y que poco a poco mete “al
negocio millonario” a sectores cada vez más amplios de población. En rigor es
un negocio “fácil e ilegal” para todo aquel que quiera salir de pobre.
Y es que en el negocio del “huachicol” participan familias
enteras; hombres, mujeres, niños y ancianos; además de autoridades municipales,
estatales, federales y empresarios, de todos los ramos.
Y se trata de un negocio de tal rentabilidad –y de total
impunidad--, que los criminales organizados lo prefieren por sobre otros
negocios del crimen organizado también altamente rentables, como el secuestro,
la venta de drogas y hasta rebasa en utilidades “al negocio” de la política
misma.
¿Negocio de la política…?
¡Sí, el negocio de la política!
Y es que, en rigor, algunos partidos, sus dueños y
dirigentes son verdaderos “huachicoleros” de la política, que “succionan”
dinero público y privado a través de la perforación de los ductos del poder.
Y no, nos referimos al dinero público que por ley
corresponde a cada partido político y a los candidatos en tiempos electorales.
Tampoco nos referimos a “las dietas” de legisladores de todos los partidos y
todos los niveles, y menos a “los moches” que negocian bajo la mesa
legisladores de tal o cual partido.
Y, de ninguna manera, nos referimos a las cuotas legales que
imponen los partidos a sus militantes, cuando ocupan un cargo de elección
popular.
No, cuando hablamos del “huachicoleo” político en realidad
nos referimos a “la ordeña” ilegal de dinero público que llevan a cabo
gobernantes de distintos signos y colores quienes imponen a los empleados
municipales, estatales y/o federales diversas cuotas que sirven para engordar las
arcas de tal o cual partido, dirigente partidista o dueño de tal o cual
sindicato.
Y según todas las evidencias documentales disponibles, el
campeón del “huachicoleo político” se llama Morena, el partido que enseñó a
todos sus cuadros y gobiernos a esquilmar a sus empleados –un verdadero robo en
despoblado--, para canalizar miles de millones de pesos “a la causa”.
Evidentemente nadie sabe –bien a bien--, cual es “la causa”
de Morena, a pesar de que muchos suponen que se trata de una causa
personalísima como, por ejemplo, mantener sin trabajar a las muchas familias
que viven de la política en Morena.
¿Alguien se ha preguntado de qué viven los jefes y dueños de
Morena? ¿Se han preguntado quien paga comida, ropa, escuelas de los hijos,
guaruras, viajes, lujos…? ¿Cuántas familias del partido Morena no tienen un
cargo público, no tienen un empleo privado, no pagan impuestos ni tienen una
actividad remunerada de manera lícita, pero viven como reyes y viajan como
virreyes?
La respuesta a las anteriores interrogantes todos la
conocen. El partido Morena vive –en buena medida--, del “huachicoleo político”
¿Lo dudan?
Los videos de Bejarano, Ponce y de Imaz –los llamados video
escándalos previos a 2006--, son la mejor evidencia de que el dueño de Morena
es el rey del “huachicoleo político”; y que vive del saqueo del dinero público
mediante la perforación de los ductos del poder para extraer dinero público y
privado, de manera ilegal; dinero que es utilizado para destruir las
instituciones.
En el propio gobierno AMLO en el DF –de 2000 a 2005--,
abundaron las pruebas de que a los trabajadores del GDF se les robaba “el
diezmo”. Aquí dimos a conocer ayer el testimonio de un trabajador que narró,
con santo y seña, la forma en que el GDF de AMLO convirtió a los empleados de
la administración capitalina en víctimas del “huachicoleo” político.
Los videos de las corruptelas de Eva Cadena y Rocío Nahle,
las evidencias mostradas por el PAN sobre el saqueo al salario de los
trabajadores del municipio de Texcoco –en la gestión de Delfina Gómez--, y el
el desvío del dinero de programas sociales prioritarios a las arcas de Morena
en el estado de México, son la mejor evidencia de que partidos políticos como
Morena –y sus dueños y dirigentes--, viven del grosero “huachicoleo político”.
Pero la sorpresa no
es la existencia del “huachicoleo” político. No, lo que realmente deja
“estupefactos” a no pocos estudiosos del comportamiento social mexicano, es la
forma en que un rentable negocio criminal como el del “huachicol” solidariza a
pueblos enteros o partidos políticos completos, en torno a la transa, el robo,
la corruptela y el debilitamiento de los valores sociales elementales.
Por eso el lema de Morena es arrasador: “¡Huachicoleros del
mundo, uníos!”.
Al tiempo.
@RicardoAlemanMX