San Juana Martínez/Sin Embargo
Asistimos sin sorpresa alguna, al espectáculo patético de la
simulación justiciera del sistema político mexicano. Un circo que ya conocemos
de sobra y que solo produce hartazgo e indignación.
¿Hasta cuando Enrique Peña Nieto seguirá sin respetar
nuestra inteligencia? Resulta absurdo que el gobierno pretenda que nos creamos
que la detención del ex Gobernador corrupto Javier Duarte, es producto de una
minuciosa operación de inteligencia policiaca que ubicó perfectamente el lugar
exacto donde se encontraba en Guatemala.
El show es tan previsible que resulta aburrido. Y si no
fuera tan trágica nuestra situación democrática sería cómico. Aunque para la
representación de la pantomima se necesitan ciertos dotes de dramatismo que el
ex Gobernador de Veracruz no tiene.
Tal vez, por eso se ríe y nos exhibe una vez más su cinismo
y el cinismo de la clase política mexicana, el cinismo del Partido
Revolucionario Institucional (PRI) en el poder, el cinismo de las instituciones
policiacas, el cinismo de los que dicen procurar justicia, el cinismo de sus
cómplices impunes y por supuesto, el fracaso del estado de derecho.
El Gobierno de Peña Nieto tenía todo perfectamente planeado.
Primero permite a Duarte exculparse en televisión, luego le deja huir y después
en el momento preciso electoral del Estado de México, donde Alfredo del Mazo no
levanta las preferencias del voto para Gobernador, nos presenta al supuesto
“capturado”.
Sin un rasguño, perfectamente vestido, sonriente, mostrando unas
esposas por delante, pero sonriendo; riéndose primero de los veracruzanos a los
que desfalcó, riéndose de sus víctimas a quienes finalmente la muerte los
encontró, riéndose de los miles de desaparecidos, riéndose de los periodistas a
quienes apuntó con su dedo depredador, riéndose de los mexicanos.
Javier Duarte dice que está de acuerdo con la extradición.
Claro, cómo no iba estarlo si este gobierno y este aparato de justicia le
ofrecen impunidad, toda la impunidad de la que gozó durante su mandato, la
misma impunidad que le permitió huir.
Pero allí están sus crímenes. Más allá del interés electoral
que tiene la detención, la PGR debería aprovechar y basar el proceso
debidamente en los expedientes FESP/013/2016/1-04 y FESP/216/2016/14-07, por
enriquecimiento ilícito, peculado e incumplimiento del deber legal. Ambos
procesos contienen 14 tomos y 81 anexos, contenidos en 18 cajas.
Allí está el monto total de lo robado que supera los 14 mil
300 millones de pesos y que esperamos sea devuelto, esperamos que el arreglo
del estado mexicano para detenerlo no sea dejar sin tocar sus finanzas mal
habidas. Porque aquí se detiene a bombo y platillo a los corruptos y no se les
quita lo que robaron, los mexicanos no hemos visto que nadie devuelva los
dineros del erario.
Allí están los métodos de Duarte para robar: contratos a
empresas fantasmas, adquisiciones de productos para gente marginada, es decir,
damnificados debieron recibir esos recursos y nunca llegaron, facturas de
operaciones falsas y un largo etcétera de métodos absolutamente claros
jurídicamente.
Allí están también los crímenes contra 24 periodistas y
fotoreporteros. Allí están las 300 agresiones a los medios de comunicación y a
los profesionales de la comunicación. Duarte, también debe ser enjuiciado por
haberse convertido en el mayor depredador de la prensa en México.
Pero el sonriente Duarte no robó solo. Tiene una larga lista
de cómplices. Lo detienen a él, pero falta su esposa Karime Macías Tubilla, una
mujer nunca dejó de ostentar riqueza, que jamás se preocupó por los
veracruzanos.
Recordemos que Karime Macías fue quien anotó con su puño y
letra números de cuentas bancarias, referencias sobre sus propiedades en México
y el extranjero. Karime era quien manejaba la libreta de los cómplices de
Duarte con nombres de familiares, funcionarios públicos, empresarios,
comerciantes y en definitiva los socios de todos los negocios ilícitos que
ellos realizaban ante la atenta mirada de las autoridades federales.
Ahora resulta que las autoridades detienen solo a Javier
Duarte y nos explican que ni su esposa, familiares y socios tienen “proceso
abierto”. ¿Y qué esperan para abrirles proceso? ¿O ese fue el acuerdo? ¿A caso
el gobierno de Peña Nieto pactó que Duarte se entregara para ser exhibido como
esperpento de circo, pero con el compromiso de no tocar a los suyos?
Más allá de los acuerdos en lo oscurtio de este espectáculo
circense, los ciudadanos queremos resultados y necesitamos la transparencia del
proceso judicial contra Duarte, la devolución de los recursos financieros que
le pertenecen a los mexicanos y el enjuiciamiento de todos sus cómplices,
incluida su señora esposa.
Pero si el PRI quiere seguir con la tradición que les
caracteriza. Sigan exhibiendo al esperpento de circo, sigan intentando jugar el
dedo a los ciudadanos como si no fuéramos inteligentes, sigan jugando a hacer
justicia, sigan simulando…
Después de Javier Duarte, ahora siguen otros. Si
verdaderamente Peña Nieto quiere hacer justicia que siga deteniendo políticos
corrutos. Queremos ver tras las rejas a otros corruptos ex gobernaodres
priístas y de otros partidos, empezando por Rubén Moreira, siguiendo con
Rodrigo Medina, Egidio Torre, César Duarte, Roberto Borge, Arturo Montiel,
Eruviel Ávila, Jorge Herrera Caldera, Ulises Ruiz, Mario Marín, Fidel Herrera,
Sabines y un largo etcétera…. La lista de los que merecen cárcel la conocemos
todos, menos la PGR.
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