CARLOS RAMÍREZ
Ante un Partido Demócrata lopezobradorizado por convertir la
oposición es estridencia ineficaz, el presidente Trump simplemente ratificó el
martes el camino de su proyecto nacional; y ante legisladores pasivos, el
canciller Luis Videgaray Caso demostró que lo único que aprendió de la
diplomacia es la facilidad para hablar mucho y decir nada.
El problema de la coyuntura política en los E.UU. y México
radica en la calidad y dimensión de la oposición: allá los demócratas fueron
aplastados por un Trump con condición ya de presidenciable rumbo al 2021, pero
bastante por la ausencia de alternativas; y en México, el Senado osciló entre
el insulto --que también duele-- y la incapacidad para definir una posición de
Estado ante la reconfirmación de las políticas trumpistas en migración,
comercio aislacionista e intervencionismo para luchar en México contra los
cárteles del narcotráfico.
Si alguna evidencia faltaba para probar que Trump simple y
sencillamente nada quiere con México, muchas salieron en el informe del estado
de la nación que dio el martes, pero también para demostrar que Trump no es un
político que oscila sus enfoques de gobierno por la coyuntura sino un
empresario con líneas claras de gobierno.
Y si alguna evidencia faltaba para confirmar que el gobierno
mexicano carece de propuestas de opciones ante Trump, la comparecencia de
Videgaray en el Senado aportó los elementos suficientes para revalidar la
percepción de que México aún no sabe cómo tratar con el proyecto de Trump.
Algunos, con ingenuidad, esperaban que Videgaray anunciara una opción
estratégica, pero se quedaron esperando. Si al tomar posesión del cargo
Videgaray dijo que iba a aprender, el martes demostró su capacidad de
aprendizaje del estilo crinolina de la diplomacia: decir mucho sin decir nada,
como esas prendas femeninas que inflan las faldas para que no toquen las
extremidades inferiores de las mujeres.
Y si Trump reconfirmó que seguirá su política migratoria
agresiva y discriminatoria, Videgaray también mostró la paciencia del
franciscano: que Trump siga golpeando a México hasta que se canse, y luego
entonces se sentará a negociar. Lo malo, en todo caso, fue la postura hasta
grosera de algunos senadores y complaciente de la mayoría, quizá porque la
cámara alta mexicana vive de la ilusión de que coparticipa en la policía
exterior cuando en realidad se reduce (artículo 76 constitucional) a analizar
la política exterior y a aprobar los tratados internacionales: nada más.
Con el aval de su congreso republicano y la pasividad
estridente lopezobradorista de los demócratas --gritos y abucheos y no
propuestas alternativas--, Trump seguirá aplicando y hasta endureciendo su
policía migratoria, en tanto que el gobierno mexicano seguirá a la espera de
que “Trump se gobierne”, frase usada en el lenguaje mexicano para decir que
entre en razón. En este sentido, la comparecencia de Videgaray fue una pérdida
de tiempo.
Como contrapunto apenas visible por la falta de resonancia,
Cuauhtémoc Cárdenas presento en la semana una propuesta para diseñar “un nuevo curso
de desarrollo” basado en resortes internos. Pero está más que claro que el
gobierno mexicano hará hasta lo imposible para rescatar el tratado de comercio
libre actual con todo y sus deficiencias de desarrollo y bienestar social, y a
pesar de que Trump reitero el martes que se va a cambiar.
Lo que quedó el martes en el Senado mexicano es la certeza de
que no se quiere hacer enojar a Trump.
Política para dummies: la política es la tarea de entender la realidad para encararla, no para esconderla.
Sólo para sus ojos:
Antes de su informe
a la nación, Donald Trump se reunió con periodistas de CNN, NBC y ABC.
El sitio Politico
recogió versiones de demócratas que dijeron que el martes Trump demostró que no
estaba loco y que se vio muy presidenciable. Así que más vale comenzar a
tomarlo en serio.
La mexicana dreamer
que habló en nombre de los demócratas en el informe de Trump, Astrid silva,
perdió la oportunidad de ofrecer una salida y se la pasó criticando al
presidente. Solo pidió que las cosas regresaran a cómo estaban: es decir, once
millones de ilegales sin deportar.
Entre los
visitantes del tour de turistas que pasaba por el teatro de la entrega de los
Oscar y que fueron invitados a pasar estaba un agresor sexual liberado. En una
foto es el que le besa la mano a la actriz Nicole Kidman. Otro gravísimo error
de los organizadores.
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