Rubén Cortés
Fue una operación de autoridad: el aspirante presidencial
Miguel Mancera tomó la decisión, su operador Héctor Serrano la operó con mano
firme y la dirigente nacional perredista Alejandra Barrales la ejecutó anoche
con imaginación.
¿De qué se trató?:
Miguel Barbosa fue suspendido de sus derechos como perredista
y removido de la jefatura de la bancada en el Senado por apoyar la campaña
presidencial de un candidato ajeno al PRD: AMLO, de Morena.
Barbosa había cambiado, de un día para otro, el apoyo público
a Mancera hacia el 2018 para dárselo a AMLO porque, en un rapto de iluminación,
dejó de considerarlo un político dogmático y no vio más posibilidades en
Mancera.
¿Cuál fue el mensaje?:
Que Mancera no perdona, no permite desafíos: echó de su
equipo al consuegro del hombre más rico de México por apoyar a AMLO, esta
semana cesó a una subsecretaria de su gobierno por apoyar a AMLO, ayer usó su
poder en el PRD para destituir a Barbosa. Que se sepa quién manda, pues.
El aviso del Jefe de Gobierno es claro: no tienen cabida en
su proyecto aquellos que abandonan el barco, porque no le ven posibilidades de
ser presidente de México como candidato ciudadano apoyado por el PRD y otros
partidos.
¿Cuál fue el resultado?:
Que el CEN del PRD votó a favor de retirarle a Barbosa la
coordinación de la bancada, con 15 votos a favor, cinco en contra y dos
abstenciones. En su lugar queda Dolores Padierna, lo cual la convirtió en
ganadora de la lotería sin jugarla.
¿Qué sigue ahora?
Que Padierna debe avisar a la Mesa Directiva del Senado de la
separación del grupo parlamentario de los legisladores que anunciaron su
renuncia al PRD para irse con AMLO o como independientes: Alejandro Encinas,
Armando Ríos Piter, Zoé Robledo, Mario Delgado, Benjamín Robles y Rabindranath
Salazar.
¿Qué hay detrás de la jugada de Mancera, Serrano y Barrales?:
Pues un asunto de dineros del PRD en el Senado que se están
moviendo a causas no perredistas: los senadores cambiacasacas mueven 89
millones de pesos a proyectos personales, como Ríos Piter y Encinas; y a
Morena, como el resto.
Cuando a todos les sean suspendidas las prerrogativas,
dejarán de obtener millones de pesos para hacer un trabajo político que no
reditúa políticamente al partido que los postuló, lo cual es un ejemplo de
incongruencia personal más grande que una catedral.
Pero la operación es ejemplo de la autoridad de Mancera, que
Barbosa había puesto en duda al decir que carece de fuerza al estar atrapado
por la telaraña de las tribus. Un pésimo cálculo y un error de juicio de
Barbosa. Al parecer no es así.
Porque por lo pronto… lo echó.
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