
Algunos llegaron a prender fuego al salón principal, sacaron
ordenadores a la calle y arrancaron las placas con nombres de los senadores de
las puertas de sus despachos y salieron a la calle con ellas en la mano. Fruto
de la represión policial y los enfrentamientos se produjeron casi 30 heridos,
con diversos cortes y uno con una pelota de goma en el ojo.
Los manifestantes estaban acompañados por legisladores del
Partido Colorado y del Partido Liberal. La policía les disparó con pelotas de
goma y el presidente del Partido Liberal, Efraín Alegre, que se opone a la
reeleción, fue herido en un hombro. Entre gritos de "dictadura nunca
más" y "Cartes violador" la tensión creció hasta un nivel
inaudito en los últimos años en Paraguay. Enfrente del Congreso la batalla
campal con la policía duró horas y cada vez que pasaba un coche de la policía
era apedreado por la gente concentrada en la zona.
Gran parte del oficialista Partido Colorado quiere que el
presidente conservador Horacio Cartes, un exempresario tabacalero que está en
el poder desde 2013, repita mandato en
2018. Del otro lado, el Frente Guasú (izquierda) quiere que Fernando Lugo, el
exobispo y exmandatario que fue destituido en tiempo récord por el Congreso en
2012, vuelva a ser presidente. Todo muy previsibile, excepto por un detalle: el
artículo 229 de la Constitución paraguaya, aprobada en 1992 tras el regreso a
la democracia, dice que los cargos de presidente y vicepresidente son
“improrrogables” y que “no podrán ser reelectos en ningún caso”. Esto ha
llevado a una insólita alianza entre el oficialismo y sus enemigos de izquierda
para impulsar una reforma constitucional que debe dirimir el Congreso.
El martes, una acalorada discusión en el recinto terminó a
gritos en los pasillos del Palacio Legislativo de Asunción. Senadores de
izquierda discutían entre ellos y conservadores del mismo Partido Colorado se
divivían en dos facciones: oficialistas, que apoyan la reelección de Cartes, y
disidentes, los que no. Todo ocurrió en un ambiente enrrarecido. El Congreso
había amanecido totalmente rodeado por policías: camiones lanza agua y
centenares de antidisturbios impidieron el paso de la gente.
De pronto, sin previo aviso, 25 de los 45 senadores se
reunieron en un despacho del Frente Guasú en el interior del Congreso con el
presidente de la Cámara ausente y cambiaron con su voto cambiaron el reglamento
interno del Senado. De esta forma modificaron las atribuciones del presidente
de la Cámara alta para que no pueda rechazar el proyecto de enmienda, una
maniobra defendida por cartistas y luguistas que ahora permite la presentación
del proyecto en cualquier momento. “Puede ser inmediato. En cualquier momento
podemos tener que celebrar un referendo y hay campaña con Cartes y Lugo
pidiendo el sí a la reforma constitucional”, dice a EL PAÍS el escritor y
analista político paraguayo Alfredo Boccia.
La Presidencia y el Partido Colorado no se han manifestado
públicamente sobre el tema, pero sus nuevos socios sí. El Frente Guasú
consideró el cambio en el reglamento del Senado “un paso decisivo” para
promover el referéndum constitucional que permita la reelección de todo
expresidente", según un comunicado difundido el 29 de marzo.
Los anticartistas del Partido Liberal, la segunda fuerza
nacional detrás de los colorados, convocaron a una marcha para denunciar “un
golpe de Estado”. “Es un golpe puro y duro. No estamos de acuerdo. Vemos que
han engatusado a Lugo para hacer algo que es inconstitucional. ¿Cómo van a
hacer una elección democrática si violan los reglamentos de forma tan burda?”,
dice el senador del Partido Liberal Luis Alberto Wagner. “Cartes dijo que no
buscaría la reelección y hoy hace todo lo contrario. Así es como la inseguridad
jurídica se transmite a todos los sectores, especialmente a los empresariales.
Un daño terrible con 50 delegaciones del mundo en la asamblea del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) en Asunción”, dijo Wagner por teléfono,
mientras ocupaba su banca en el Senado por temor a que se celebrara otra sesión
sin su presencia.
Un proyecto de enmienda de la Constitución ya fue tratado y
rechazado en agosto de 2016. Algunos paraguayo se han movilizado para
recolectar firmas en contra de esta nuevo intento, pero es cierto que no hubo
grandes manifetaciones públicas. La marcha realizada el jueves 30 reunió a no
más de 3.000 personas.“Si un nuevo proyecto se aprobara en el Congreso aún
tendríamos el referéndum y las encuestas muestran una gran mayoría del no”,
aclaró Boccia. La reforma, con todo, avanza por los pasillo del Congreso y ha
logrado lo imposible: unir a colorados y luguistas tras un objetivo común.
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