Carlos Ramírez
La crisis de la izquierda en México debe comenzar con un
planteamiento estricto: en México la izquierda no existe, la izquierda
socialista se disolvió como ideología en 1989 cuando el Partido Comunista
Mexicano (PCM) --ya con el nombre de Partido Mexicano Socialista-- le cedió su
registro al expriísta Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano para fundar el Partido de
la Revolución Democrática. Ahí la izquierda socialista quedó reducida a cenizas
porque la ideología política del nuevo partido fue populista.
Es un poco complicado entender los pasadizos secretos de la
política mexicana. La izquierda mexicana ha tenido dos veneros concretos: el
movimiento social de la Revolución Mexicana por su proyecto social popular y el
socialismo que vino de Moscú. No hubo grandes confrontaciones ideológicas entre
el PCM y el sector gobernante sin/con partido, sobre todo porque el discurso
oficial gubernamental siempre fue revolucionario no marxista. En cambio, el PCM
desarrolló el pensamiento marxista.
A lo largo de su historia como PNR-PRM-PRI, el grupo
gobernante priísta desarrolló un espacio determinado por dos extremos dentro
del oficialismo: el conservadurismo sin llegar a ser derechista o
exageradamente religioso y el progresismo que llegó a tocar algunos de los
razonamientos del socialismo marxista pero no leninista. En el gobierno mantuvo
ese equilibrio con distribución del poder a ambos extremos. Se trató, en
realidad, de un centro estabilizador.
El único que tensó la cuerda un poco hacia la izquierda fue
el presidente Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940) por sus expresiones y algunas
decisiones socialistas, pero con la intención clara de ser un modelo extraño,
tropical y tercermundista: un socialismo sin marxismo, lo que quedaba en un
populismo de clase popular. El dato lo aportó el politólogo Arnaldo Córdova en
su estudio sobre la política de Cárdenas al afirmar que el presidente organizó
a los trabajadores como masa, no como clase. La figura llevaba implícito el
liderazgo político institucional, no proletario. La explicación del modelo la concluyó
el líder sindical Vicente Lombardo Toledano, de los marxistas mexicanos
académicos, que fundó la Confederación de Trabajadores de Mexico como el brazo
proletario cardenista, pero sin llegar a convertirse el propio Lombardo en
líder de gobierno; su propuesta fue una revolución democrático-burguesa, es
decir, una burguesía nacional y progresista --inexplicable-- liderando un
desarrollo capitalista con dominio del Estado y políticas sociales
asistencialistas,
La izquierda socialista, en cambio, siempre se propuso para
México un gobierno marxista-leninista, aunque sin trabajar los liderazgos
sindicales ni contribuir a la organización del proletariado del campo y de la
ciudad. El PCM se refugió en las universidades públicas y en la academia que
controlaba los enfoques académicos de los programas de estudio. El movimiento
estudiantil de 1968 en México fue liderado --no controlado-- por la juventud
comunista del PCM y no tuvo apoyo obrero porque el partido apenas tenía
presencia en algunos sindicatos menores. El gobierno y el PRI controlaban a los
sindicatos a través de la CTM y de políticas obreras populistas.
De ahí que la izquierda existió en el sector progresista del
PRI --socialismo populista un poco más radical que la socialdemocracia-- y en
la izquierda comunista del PCM. En 1978 el gobierno realizó una reforma
política que llevó sobre todo a la legalización del PCM porque era la fuerza
que no dejaba gobernar. Así, la izquierda socialista marxista llegó al Congreso
en 1979 con apenas el 3.5% de los votos. Para ahuyentar los radicalismos y
diluir el concepto de comunismo, el PCM cambió dos veces de nombre: Partido
Socialista Unificado de México en 1981 y Partido Mexicano Socialista en 1987,
pero manteniendo su programa de propuesta marxista-leninista.
En 1987 ocurrió una quiebra política en el sistema mexicano.
El hijo del expresidente Cárdenas creó un grupo en el PRI para competir por la
candidatura presidencial, pero entonces el mecanismo era presidencialista y
autoritario. Cárdenas y su Corriente Democrática fueron obligados a salirse del
PRI y crear un Frente político para las presidenciales de 1988, pasando la
votación por esa izquierda de 4% a 31%. La consolidación del movimiento fue
crear un partido; el PCM como PMS cedió su registro, pero entregó también su
ideología. Cárdenas y los expriístas fundaron el PRD como un partido que
rescatara el proyecto populista del general Cárdenas. Ahí, sin funeral ni
memoriales, la izquierda socialista murió y de sus cenizas nació el populismo
post-retro priísta de los expriístas de Cárdenas. Su meta no es el socialismo
ni siquiera la socialdemocracia, sino un Estado paternalista promotor del
desarrollo capitalista autónomo.
La disputa entre el PRD y el movimiento Morena de López
Obrador es un ajuste de cuentas en las élites populistas del partido, no entre
la izquierda; es un conflicto elitista, entre liderazgos, no de proyecto. López
Obrador fue presidente del PRD en el periodo 1996-1999 y promovió el
colaboracionismo con el gobierno priísta neoliberal de Ernesto Zedillo. Forjado
como caudillo, López Obrador ha querido ser el líder único; al no encontrar la
forma de asumir el control, decidió salirse del partido y formar el propio. En
las elecciones legislativas federales de 2015 Morena le quitó al PRD el 8% de los
votos.
Por tanto, el conflicto PRD-Morena no es ideológico, ni por
una forma de socialismo, sino que es una disputa por el control de la corriente
populista del PRD. Los sobrevivientes socialistas del viejo PCM encontraron
comodidad en los espacios legislativos y no han promovido un debate ideológico.
Si las previsiones se cumplen, López Obrador va a desfondar al PRD y se quedará
como la tercera fuerza política nacional representando al populismo
progresista.
Lo malo es que México se quedó sin izquierda socialista. Y
al final el PRD y Morena vienen del venero ideológico del viejo PRI.
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@carlosramirezh
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