Carlos Ramírez/Indicador Político
El año de 1981 fue clave para definir el rumbo del país:
mientras el gobierno de López Portillo disfrutaba los últimos meses de precios
altos de petróleo antes del colapso, al interior del sistema político priísta
se libraba una batalla: definir la candidatura de 1982 entre el proyecto
histórico del PRI enarbolado por la aun poderosa CTM y la burocracia neoliberal
que quería imponer el modelo del Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial.
Se trataba, recogieron Carlos Tello y Rolando Cordera en un
libro que hoy merece una relectura, de “la disputa por la nación”. Echeverría
había roto la continuidad sistémica en las élites con la designación del
administrador López Portillo como candidato y en 1981 se estaba definiendo la
nominación del tecnócrata Miguel de la Madrid como el sucesor para 1982-1988.
El PRI de la CTM de Fidel Velázquez delineaba el proyecto
histórico progresista y populista, en tanto que, De la Madrid y su principal
operador ideológico, Carlos Salinas de Gortari, ofrecían el camino del
neoliberalismo. Los dos proyectos entraron en disputa, aunque de manera
desigual porque López Portillo tenía preferencia por cerrar el ciclo de los
proyectos de la Revolución Mexicana.
El candidato escogido en septiembre fue De la Madrid y el
país fue metido en el largo periodo de economía de mercado, de Estado
disminuido, de integración comercial con los EE.UU. y de tecnócratas al frente
del gobierno y del PRI. En 1987 volvió a darse esa disputa, aunque menguada por
la declinación en el poder de los progresistas y Salinas de Gortari fue ungido
candidato por un PRI neoliberal y la salida de Cuauhtémoc Cárdenas del partido.
Salinas le dio más profundidad al hundimiento de México en el modelo
neoliberal.
En 1993 Salinas puso a Colosio como candidato garante del
rumbo neoliberal, pero sus pactos con Manuel Camacho y sus acercamientos a
Cuauhtémoc Cárdenas contextualizaron su asesinato. Ernesto Zedillo, el
candidato de Joseph-Marie Córdoba Montoya como superoperador salinista e
ideólogo del neoliberalismo mexicano, regresó al PRI al neoliberalismo, pero
sin Salinas. Y como no pudo poner como sucesor a José Ángel Gurria o a
Guillermo Ortiz, prefirió la alternancia al PAN a sabiendas de que Fox y
Calderón mantendrían el rumbo neoliberal con economistas del Banco de México.
En el 2012, Salinas fue clave en la definición del proyecto
priista neoliberal de Enrique Peña Nieto y los acuerdos del Pacto por México
fortalecieron ese rumbo con reformas para la funcionalidad del modelo de
mercado y de mayor retroceso del Estado.
En el largo periodo 1988-2017, casi treinta años, el PRI
quedó subordinado al proyecto neoliberal; en 1992, apoyado por Colosio, Salinas
dio el zarpazo final al PRI al excluir de sus documentos y su historia el
concepto de Revolución Mexicana y meter el de “liberalismo social”. Y aunque
Colosio quería abrir la democracia sin modificar el proyecto neoliberal, el
pánico provocado en Los Pinos lo metió en una campaña de presiones para
abandonar la candidatura; el asesinato de Colosio regresó al PRI al redil neoliberal.
El dilema del PRI radica en el hecho de que los EE.UU. de
Trump han abandonado al neoliberalismo salinista y destruido el TCL y México
enfrenta en la candidatura presidencial del 2018 el escenario de un aspirante
priísta funcional a Trump o uno con capacidad para rescatar un nuevo proyecto
nacional de desarrollo.
En este escenario aparece Salinas copando de nuevo el PRI.
Política para dummies: La política es el limbo en el que
viven y actúan los fantasmas del pasado.
Sólo para sus ojos:
En los pasillos del poder se comentó la foto de ungimiento de
Josefina Vázquez Mota como candidata del PAN a la gubernatura del Estado de
México donde se veía al expresidente Felipe Calderón como la figura dominante y
a Ricardo Anaya marginado. Calderón no quería a Josefina y ella misma se sintió
traicionada por el entonces presidente.
El secretario de Educación, Aurelio Nuño, anuncia ooootra
reforma educativa como si la anterior no hubiera funcionario. Dicen que anda en
busca de un reposicionamiento con miras a la candidatura presidencial 2018,
pero parece que no le va a alcanzar.
A propósito, el sistema educativo mexicano no tiene espacio
para los dreamers que vienen de los EE.UU. y no tanto por cupo sino por nivel
educativo y bajo nivel industrial. En realidad, se trata de estudiantes
aventajados que necesitan de otro nivel de desarrollo. Lo más seguro es que los
dreamers sean asimilados por Canadá, Alemania o algunos otros países de alto
desarrollo.
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