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¡En Monterrey reclutan a futuros yihadistas!

RICARDO ALEMÁN/ LA OTRA OPINIÓN
Por alguna razón que nadie pudo explicar, y menos el gobierno de Nuevo León —el cual no se ha enterado y tampoco entiende nada—, en Monterrey proliferan los grupos sociales que se inclinan por el culto musulmán.
Nadie sabe si se trata de una influencia que viene del norte, a través de la frontera con Estados Unidos, o si tiene otro origen. Lo cierto es que cada vez son más los grupos de regiomontanos que se dicen musulmanes. Los focos rojos se prendieron cuando la Iglesia católica habló del tema.
Pero cualquier ciudadano interesado —porque el culto musulmán es tan respetable como cualquier otro— puede identificar una docena de páginas de internet que en esa ciudad orientan, invitan, adoctrinan, reclutan y enseñan todo lo que se quiera saber sobre el tema.
El asunto llamó la atención cuando la mexicana Ana Marilú Reyna Castillo, de 38 años de edad, originaria de Monterrey, fue detenida en España por difundir proselitismo terrorista yihadista.
Al realizar un seguimiento de los antecedentes estudiantiles y religiosos de Ana Marilú se descubrió en sus redes sociales su gusto por la cultura del islam, su rechazo al catolicismo y parte de su pensamiento radical.
En Facebook, por ejemplo, existe el perfil de Marilú Reyna, de Nuevo León, que no está activo desde agosto de 2016. Ahí, la joven compartía imágenes con frases en árabe —difíciles de traducir—, pero con un estilo muy parecido al de los mensajes de ISIS.
Si bien no existen muchas fotografías de Marilú Reyna —salvo dos que hoy publica la página www.letraroja.com y que dejan ver el antes y el después de la transformación de la regiomontana—, en sus redes sociales ellas muestra su rechazo al noviazgo y su apoyo al matrimonio. En sus publicaciones alternaba el español con el árabe y alabanzas a Alá.
De acuerdo con la Guardia Civil de España, cuando aún vivía en México, Ana Marilú experimentó “un rápido proceso de conversión al islam, adoptando desde el principio una visión rigorista de dicha religión”. Las autoridades españolas presumen que en México fue enganchada por un segmento radical del islam.
El 22 de septiembre de 2010 escribió: “Hoy cumplo 3 años de haber conocido a los primeros musulmanes, gracias a Allah por poner en mi camino a Tania y Amin…. Gracias ALLAH AKBAR (sic)”.
Por otra parte, la mexicana compartió un texto en 2011, escrito por otra persona, en el que rechazaba totalmente la religión católica y eso que llaman “trinidad”, “abominable doctrina”.
El perfil de Facebook de Ana Marilú Reyna Castillo la identifica como egresada de la carrera de Psicología de la Universidad Autónoma de Nuevo León —donde se habría iniciado en el culto musulmán—, y revela que una de sus principales aficiones fue seguir páginas como “Musulmanas de Monterrey”, “Musulmanas orgullosas”, “Conociendo el islam” y a “Los musulmanes”, entre muchas otras por el estilo.
Cuando se buscó información en la Facultad de Psicología, nadie quiso hablar del tema e incluso algunos profesores consultados dijeron que no podían ni querían hablar del tema.
Según una fuente oficial, Ana Marilú se mudó a España en 2007, invitada por un grupo de amigos musulmanes. En ese país la mexicana radicalizó aún más sus ideas. Su enaltecimiento al terrorismo aumentó y ahí conoció a su esposo.
Poco después de llegar al país ibérico, la mexicana se casó con un hombre de origen marroquí —que presuntamente estuvo en México—, identificado como Aziz Zaghanane, detenido en mayo de 2016 por ser parte de una “red de captación y adoctrinamiento terrorista” del Daesh. A partir de la detención, la mujer alcanzó su máximo nivel de radicalización, hasta convertirse en promotora del terrorismo yihadista.
Desde que salió de México y hasta su detención en España, Ana Marilú Reyna solo regresó a México en una ocasión, el 14 de diciembre de 2012, al parecer para visitar a su familia. Según fuentes oficiales, arribó en un vuelo de Aeroméxico procedente de Madrid, España. Lo curioso es que no existe registro de su salida del país.
Según una indagatoria periodística, los vecinos de Ana Marilú, en Monterrey, la describen como una mujer amable, pero que se relacionaba muy poco con los demás.
Era común verla salir y/o entrar en el edificio donde vivían (en la calle San Lucas, en un barrio de clase obrera), con sus dos hijos de tres y cinco años, y transportándose en el vehículo familiar, un Mercedes Benz gris.
Siempre vestía el niqab y siempre tenía “una atención escrupulosa a las directrices del islam más radical, para diferenciar entre las conductas permitidas (halal) y las prohibidas (haram)”.
El gobierno federal sigue de cerca el caso.
Al tiempo.