Pablo Hiriart
Miguel Ángel Mancera cesó de manera fulminante a su
secretario de Turismo, Miguel Torruco, por dar su apoyo a un candidato
presidencial. Bien hecho.
Lo que da valor a esa decisión es que el cesado es consuegro
del hombre más rico de México –y entre los cinco más adinerados del mundo–, y
el candidato al que le dio su apoyo es el favorito en las encuestas para ganar
la elección presidencial.
Es decir, se echó encima un pleito con el posible próximo
Presidente y con uno de los principales millonarios del planeta.
No se trata de juzgar a Torruco ni a Carlos Slim (ambos con
virtudes innegables), sino de poner en su exacta dimensión la valiente orden de
Mancera.
Hubiera sido inadmisible dejar pasar que un miembro de su
gabinete le diera el respaldo a un candidato presidencial antagónico a él, a
quien Torruco le debía lealtad.
Es como si en este momento saliera el secretario de Turismo
del gobierno federal, Enrique de la Madrid, a respaldar la candidatura
presidencial de Margarita Zavala, por dar un ejemplo que no es real.
Mancera ha expresado en múltiples foros su aspiración para
contender por la Presidencia, y resulta que la persona a quien nombró en su
gabinete al frente de la cartera de Turismo está en el proyecto de otro, rival
de su jefe, y lo hace público.
Hay algo que se llama lealtad, o incluso más elemental:
sentido común. Ante el despido de Miguel Torruco reaccionó López Obrador, quien
calificó a Mancera de “prepotente” y “discriminatorio”.
Si esos calificativos sirven para Mancera por cesar a un
secretario suyo que le apuesta a otro candidato, ¿cuál calificativo le queda a
Andrés Manuel López Obrador por haber desconocido como hermano a Arturo López
Obrador, que en Veracruz le iba al candidato de un partido diferente a Morena?
Arturo López Obrador no tenía ninguna relación con Morena, y
fue desconocido como hermano por AMLO por apoyar a un candidato del PRI.
Lo anterior revela intolerancia superlativa, en la que domina
la lógica de que los que votan por otro partido son mis enemigos, aunque sea mi
hermano.
Mi hermano es mi hermano siempre y cuando apoye al mismo partido
que yo.
Por eso es de considerarse valiente la postura del Jefe de
Gobierno al cesar a Torruco, pues se expone a una revancha iracunda en caso de
que AMLO gane las elecciones presidenciales.
Resulta difícil conocer cómo le va a ir a Mancera en las elecciones
presidenciales, pues el partido que lo podría apoyar es una olla de grillos en
la que nadie se pone de acuerdo con nadie.
La desbandada de senadores perredistas es un ejemplo de lo
erosionado que se encuentra ese partido, en plena decadencia por la lucha entre
tribus que quieren vender caro su apoyo al candidato presidencial que sea.
Ante esa debilidad del PRD, es doblemente meritorio que
Mancera le haya puesto un alto a López Obrador que se comía por dentro a su
gabinete.
Independientemente de la opinión que cada quien tenga del
gobierno de Miguel Ángel Mancera, hay que reconocer en él a una persona con
sentido del decoro personal y valentía política.
Más de esos, que una patria no se hace con acomodaticios ni
agachones.
0 Comentarios