Marcelo Duclos
La cumbre de la Celac en Buenos Aires se convirtió, sobre
todo gracias a los mandatarios de Argentina y Brasil, en otra celebración de la
hipocresía de la izquierda latinoamericana. Mientras advertían de los riesgos
que sufre la democracia hoy en día, nada decían ante las dictaduras puras y
duras de Nicaragua, Venezuela y la barbarie cubana, que lleva más de seis
décadas de despotismo de partido único.
“Creemos en la
democracia y la democracia está en riesgo. Hemos visto como los sectores de
ultraderecha se han puesto en pie y están amenazando a la democracia, poniendo
en riesgo la institucionalidad de nuestros pueblos. No lo debemos permitir”,
dijo sin ponerse colorado el ultracaradura Alberto Fernández, que hasta hace un
rato esperaba al que, en su opinión es un demócrata, es decir, a Nicolás
Maduro. En una de las perlitas de la jornada, cuando la prensa le preguntó por
el dictador de Venezuela, el presidente argentino respondió haciendo referencia
a Hugo Chávez. Sin embargo, acá más que un error se trató de un justificado
fallido, ya que representan exactamente lo mismo.
Sin embargo, el socio de Cristina Fernández de Kirchner
tuvo que lidiar con dos exposiciones necesarias, que dejaron en evidencia sin
medias tintas el doble discurso de la izquierda latinoamericana. Al momento de
tomar la palabra, el uruguayo Luis Lacalle Pou cuestionó la “hemiplejia” de sus
pares, al advertir sobre las protestas en Brasil, mientras se calla ante
dictaduras puras y duras que llevan muchos años en el ejercicio del más autoritario
poder.
“En el punto tres y cuatro de la declaración que vamos a
suscribir habla del respeto por la democracia, del respeto por los derechos
humanos y del cuidado de las instituciones. Claramente hay países acá que no
respetan ni la democracia, ni los derechos humanos ni las instituciones”,
señaló.
El mandatario de Uruguay también aprovechó la oportunidad
para proponer que, en lugar de crear tantos organismos y burocracias con la
excusa de la integración, la Celac avance con un tratado de libre comercio
entre todos los países miembros.
Por su parte, el paraguayo Mario Abdo Benítez hizo
referencia al hecho de que no es con
llegar al poder mediante elecciones para tener un comportamiento democrático,
ya que eso garantiza exclusivamente la “legitimidad de origen”. También
manifestó que es necesario garantizar la pluralidad política, la libertad de
expresión y la independencia de los poderes. Sus palabras pueden ser
consideradas una crítica a su par argentino, que por estas horas pretende
avanzar con un juicio político para remover a los miembros de la Corte Suprema
de Justicia.
Abdo Benítez también decidió expresarse sobre la tragedia
del éxodo que sufrió Venezuela bajo la tragedia chavista. “No podemos mirar
hacia otro lado cuando más de siete millones han abandonado sus hogares
pidiendo refugio en nuestros países”, cuestionó.
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