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Oficina Oval


MAL PINTAN las cosas para México cuando sus asuntos se convierten en arma arrojadiza entre políticos estadounidenses, más aún cuando ocurre en un contexto electoral.

Y JUSTO eso está pasando con el gobernador de Texas, Greg Abbott, y varios influyentes congresistas republicanos fustigando -y con razón- al presidente Joe Biden por lo que ven como una falta de acción en la defensa de las empresas de Estados Unidos, el freno del flujo migratorio y la contrarreforma energética.

LA PRESIÓN ejercida por grupos de poder sobre el mandatario estadounidense, que enfrentará elecciones de medio término el próximo año, se está convirtiendo en un asunto de política interna en la Unión Americana, lo que puede traer severas consecuencias para la tensa relación bilateral.

MUY FINITO tendrá que hilar la diplomacia mexicana encabezada por Marcelo Ebrard -quien tiene aspiraciones presidenciales- más allá de la cumbre trilateral de ayer para evitar una reacción en cadena que le pegue a la relación comercial más importante que tiene nuestro país.


 

EL HISTORIADOR Lorenzo Meyer parece que anda distraído de sus tareas académicas para atender una agencia de colocaciones para el gobierno de su amigo Andrés Manuel López Obrador.

HACE tres años colocó a su hijo Román, que tenía apenas 35 años de edad, en el gabinete presidencial, en donde despacha como titular de la Sedatu y ahora anda cabildeando la ratificación de su amigo José Antonio Romero Tellaeche al frente del CIDE.

SÓLO con un padrino tan cercano a Palacio Nacional se puede entender que el director interino haya podido sostenerse a pesar de la crisis que él mismo creó en sus menos de tres meses al frente de ese centro del que ha despedido a dos académicos por el enorme pecado de pensar distinto a la visión hegemónica de la 4T.

OJALÁ que Meyer no quiera llevar su afán de colocación de cuates y parientes al Colmex, prestigioso centro académico donde ha pasado la mayor parte de su carrera de investigador.

 

CUENTAN en el Senado que la visita de Saúl "Canelo" Álvarez que causó tumultos en el salón de plenos y el estacionamiento no fue nada más por amor al arte y que el campeón habría cobrado algo así como un millón de pesos, cifra que, para él, es como una propina.

Y QUE, para que no se dijera que el dinero salió de las arcas de la Cámara alta, le preguntaron a un senador suplente al que le gusta el box si él estaba dispuesto a patrocinar el encuentro a la voz de: "¿tú lo haces, Pedro?". Y Pedro lo hizo.