Estrictamente Personal
Raymundo Rivapalacio
‘No es por presumir’
Lo único sorprendente del mensaje Andrés Manuel López
Obrador con motivo de su 2º Informe de Gobierno, fue que citara a Adam Smith,
llamado “el padre del capitalismo”, ícono del liberalismo económico del que
tanto repela de dientes para fuera el Presidente. Aunque dice admirar a
Franklin D. Roosevelt, que pujaba por el intervencionismo del gobierno en la
economía, López Obrador está en línea con el pensamiento de la Escuela de
Chicago, donde Milton Friedman, señalado en América Latina como impulsor del
neoliberalismo. Esa sola referencia encierra su contradicción eterna, que lleva
cotidianamente a López Obrador a enfrentarse a sí mismo, en la justificación de
lo injustificable.
Su narrativa, frente a la inexistente en el paisaje
mexicano, y le permite navegar plácidamente entre los mexicanos, como mostró la
encuesta de aprobación presidencial de El Financiero este martes, que lo tiene
en un robusto 59% de respaldo nacional pese al manejo de la pandemia –que le
critican-, y de la economía –donde lo reprueban seis de cada 10-. Su retórica
construye sofismas y su palabra de predicador, con imágenes binarias y
religiosas, se anidan en la mente de millones de mexicanos, que convierten en
realidades lo que, en algunos casos, sean escandalosamente mentiras.
Las remesas, por ejemplo, que presumió que crecieron
como si fuera un logro de él, cuando el dinero, particularmente de Estados
Unidos, fue enviado en esos volúmenes en buena parte gracias a los estímulos
fiscales que Donald Trump dio a las empresas, que no hizo aquí López Obrador.
Otro, la apreciación del peso, tampoco por él, sino por el diferencial de las
tasas de interés entre México y Estados Unidos, que allá generan cero
utilidades y aquí al menos 4%, lo que quita presión al tipo de cambio. O el que
no suba impuestos a la gasolina, cuando en realidad, de los 560 mil millones de
pesos de ahorros que mencionó, alrededor del 90% resultó de los IEPS a las
gasolinas.
Tampoco es cierto que sea promotor del medio ambiente
como presumió tras cesar al secretario Víctor Manuel Toledo, quien afirmó que
López Obrador no tenía el menor interés en temas ecológicos. El Presidente se
defendió con el programa Sembrando Vidas, aunque hasta julio, la Secretaría del
Bienestar, responsable del programa, admitió que sólo el 7% de la meta
comprometida, se había cumplido. López Obrador, mostró un reportaje de
Bloomberg publicado en julio en El Financiero, está peleado con las energías
limpias y, a contracorriente mundial, está volcado en las energías sucias, con
su proyecto de refinería en Dos Bocas y la negativa a cerrar Cadereyta, pese a
los daños ecológicos que produce.
Habló del “progreso con justicia” que se está logrando
con las clases más desprotegidas, y cómo fue el mejor para manejar el COVID-19
atendiendo la actividad económica. La crítica a la errática estrategia de la
pandemia es hoy un lugar común, y la afirmación que se ha apoyado a la salud,
es falsa. Entre enero y mayo, le quitaron mil 884 millones de pesos al
presupuesto de la Secretaría de Salud, incluidos 47 millones a la Subsecretaría
de Prevención y Control de Enfermedades que encabeza Hugo López-Gatell, el zar
del coronavirus. Nadie sabe cuántos muertos y enfermos hay por el virus, y
quizás nunca lo sabremos por el ocultamiento de datos o la manipulación sin
control de la estadística. La pandemia y sus efectos económicos resultarán
contrario a lo que afirma el Presidente. El Consejo Nacional de Evaluación de
la Política de Desarrollo Social, estima que para finales de año, el número de
pobres se habrá incrementado entre 6 y 10 millones de personas.
No es cierto que haya menos feminicidios en el país,
sino un incremento de 7.9%. Su objetivo de reducir la tasa de homicidios
dolosos durante los primeros seis meses de su gobierno, luego en octubre del
año pasado y después en los primeros dos años, no se logró. La pandemia ayudó a
bajar de delitos como robo patrimonial o secuestro, pero el crimen asociado a
la delincuencia organizada subió 12%.
En agosto hubo un promedio de 100 homicidios diarios,
casi tres veces más de los que llegó a tener en su parte más álgida el gobierno
de Felipe Calderón, a quien acusan sus allegados de “asesino”. Eso que dijo que
“ya no manda la delincuencia organizada como era antes”, habrá que contrastarlo
con la forma como el Cártel de Sinaloa humilló al gobierno, y la expansión del
Cártel Jalisco Nueva Generación gracias a que las fuerzas federales les han ido
limpiando el camino de adversarios.
La buena relación que afirmó existe con el sector
privado, en realidad ha sido tirante, con amenazas de acciones penales en
contra de quienes reclaman que les están cobrando indebidamente impuestos, y de
expedientes detallados de empresarios, armados por los servicios de
inteligencia del gobierno, para presionarlos. El final de las “persecuciones
facciosas” tampoco es cierto. La conferencia mañanera es un claro ejemplo de la
mentira, al ser utilizada para denostar, difamar, acusar sin pruebas e
intimidar, parte de una política que tiene como método el terror.
López Obrador rindió su 2º Informe de Gobierno con
crisis sanitaria, económica, de seguridad y conflictividad social. Este año,
reconoce, será el peor en la historia, con una muy probable segunda ola del
coronavirus mientras celebra que ya domó la pandemia y va de salida. “No es por
presumir”, dijo López Obrador, “pero en el peor momento contamos con el mejor
gobierno”. Seis de cada 10 mexicanos le creen. Las estadísticas, los
desempleados y las muertes, no son suficientes, porque su palabra sigue siendo
más fuerte que la realidad. La “revolución de las conciencias” que está
llevando a cabo, ha sido exitosa, convenciendo a millones que el panorama que
para muchos es negro, para la mayoría es azul radiante. Recordemos la fecha
para el futuro: 1 de septiembre de 2020.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa