Elizabeth Velázquez y Manuel Lino /
Losintangibles.com
Los relatos de decenas de médicos españoles e italianos
han llenado las redes sociales en los últimos días. La desesperación y la
impotencia ante la imposibilidad de atender al gran número de enfermos por
Covid-19 se percibe en cada una de sus historias. Demasiados casos graves y muy
pocos recursos para atenderlos a todos. Familias que han perdido varios
miembros en un par de días. Cientos de personas que a diario mueren solas y que
no tienen más adiós que el que sus seres queridos pueden darles desde la
distancia.
Hace un par de semanas, el escenario en ambos países era
totalmente diferente. Aunque tenían algunos casos confirmados de Covid-19, el
número no era tan alto para frenar el ritmo de vida de la capital española o el
principal centro financiero de Italia. Las reuniones seguían con normalidad y
la gente paseaba sin restricciones por las calles, la epidemia parecía entonces
lejana.
El 21 de febrero, un aumento de 3 a 11 casos en Lombardía
—al norte de Italia— hizo que el comisionado de salud, Giulio Gallera, pidiera
que 35 mil residentes permanecieran ese fin de semana en su casa. Tres días
después, el histórico Carnaval de Venecia se cancelaba al confirmarse la
existencia de 229 pacientes positivos al nuevo coronavirus. Para el 8 de marzo,
cuando se declaró esta zona como protegida y se aumentaron las restricciones de
movilidad, se registraban siete mil 400 enfermos. Al día siguiente, cuando las
medidas de aislamiento se extendieron a todo el país, la cifra total de
contagios era de 9 mil 200.
La situación de Italia pasó, en tan sólo 13 días, de
tener un par de casos a convertirse en el foco de esta nueva pandemia. Pero
¿existía alguna forma de prever el crecimiento de este contagio y sus terribles
implicaciones? No totalmente, pero los modelos matemáticos, las políticas
públicas aplicadas en el momento preciso y la participación ciudadana activa
pudieron haber mitigado los efectos del Covid-19.
En México, el momento para reducir considerablemente los
impactos de esta enfermedad es justo ahora. Es el punto límite, porque lo que
se haga ahora tendrá efectos en una o dos semanas, advirtieron los expertos.
México ¿hacia dónde vamos?
La percepción en México es que no se conocen los números
reales sobre los casos de Covid-19, ya sea por falta de pruebas diagnósticas o
por la desconfianza habitual que se tiene hacia las autoridades. Pero no es que
nos oculten información de forma deliberada, en realidad los datos sobre el
avance de esta enfermedad están subestimados en el país.
De acuerdo con el modelo matemático elaborado por el
doctor Moisés Santillán, investigador del Centro Investigaciones y Estudios
Avanzados (Cinvestav) en Monterrey, la infección Covid-19 está en plena fase de
crecimiento exponencial en México; además el registro es, por decirlo de alguna
manera, un diagnóstico del estado de salud del país que tiene entre ocho y 10
días de atraso con el número real de contagiados.
Este desfase en el diagnóstico a nivel país, como
demostró el ingeniero Tomás Pueyo, es inevitable, sucede en todo el mundo y es
debido al tiempo que transcurre desde que una persona se contagia, desarrolla
los síntomas, se acerca al sistema de salud (sea por llamada o porque va al
médico) y se verifica si efectivamente está infectada con el nuevo virus
SARS-CoV-2.
La doctora Susana López Charretón, del Instituto de
Biotecnología de la UNAM y representante de la Red Mexicana de Virología,
explicó a este periódico que no debe haber atajos en ese último protocolo,
porque así se evita la posibilidad de que se den diagnósticos errados. “Un
falso negativo puede afectar mucho la vida de una persona; también un falso
positivo”, dice.
El modelo matemático de Santillán, que se actualiza todos
los días para el país y para el estado de Nuevo León, hasta el momento ha
predicho con notable exactitud los resultados oficiales: en México el número de
enfermos se duplica aproximadamente cada tres días. Este crecimiento se obtuvo
después de una primera etapa en que los contagios eran aún más rápidos.
“Según mis cálculos, el número de enfermos se está
duplicando cada tres días, ahora se reportan 316, pero es una fotografía de
hace más o menos nueve días; es decir ya ocurrieron tres periodos de
duplicación, así que hoy debe haber alrededor de dos mil casos; pero si nos
esperamos otros nueve días para actuar, serán 20 mil, y en 18 días habría más
de 100 mil”, explicó en entrevista con ejecentral.
Esta predicción matemática puede ayudar a tomar
decisiones sobre el momento ideal para intervenir con medidas de contención y
mitigación en diferentes niveles. Sin embargo, es importante recordar que no
son de efecto inmediato, ya que se debe tomar en cuenta el rezago natural entre
el periodo de contagio y la manifestación de la enfermedad. Lo que se haga hoy
se verá reflejado en una o hasta dos semanas.
El Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS) de
la Universidad de Guadalajara hizo un modelo similar al de Santillán, y fue con
base en él que el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, decretó una cuarentena
de cinco días (que terminaron ayer), a pesar de que en esta entidad hay tan
pocos casos que, como dice el Coordinador de Posgrados del CUCS, Jorge
Hernández Bello, no pueden usarlos para estudiar al estado aislado.
›Modelos como estos permiten saber no sólo el número
probable de enfermos totales que tendremos, sino qué porcentaje de ellos
necesitarán hospitalización en algún grado, e incluso quiénes necesitaran
terapia intensiva y recursos más avanzados.
“El 10 por ciento de los casos serían casos graves que
requerirían hospitalización. No hay sistema de salud que aguante eso. Es lo que
está pasando en España e Italia”, advirtió Santillán.
El especialista consideró que el crecimiento exponencial
de la epidemia hace que se esté cerrando la ventana de oportunidad y da poco
tiempo para actuar. Afortunadamente en México, añadió, aún contamos con días de
ventaja sobre la enfermedad, y tenemos una oportunidad única para disminuir los
escenarios que hemos visto en otros países.
Las matemáticas de los contagios
Ante una epidemia, matemáticos y epidemiólogos calculan
el número reproductivo básico (R0) de ese virus, es decir la capacidad que
tiene cada enfermo de contagiar a otra persona. Cualquier virus necesita que
ese número sea superior a 1, porque eso significa que puede contagiar al menos
a otra persona, lo que garantiza su transmisión y esparcimiento.
El virus SARS-CoV-2 (responsable de la pandemia llamada
Covid-19) tiene un RO de entre 2.5 y 2.7. Es decir, cada persona enferma tiene
la capacidad de transmitir el virus a entre dos y tres personas. Estos números
no son fáciles de calcular, sobre todo cuando, como sucede con este nuevo
virus, hay casos de personas asintomáticas que no se dan cuenta que han sido
contagiadas.
Además hay que considerar un factor, explicó en
entrevista con este periódico el doctor Federico Sánchez Quinto, del
Departamento de Genómica Computacional y de Poblaciones del Instituto Nacional
de Medicina Genómica (Inmegen), tratándose de “un virus que recientemente se
trasladó de su hospedero natural a humano, y ninguna población humana tiene la
capacidad de respuesta natural contra un virus al que nunca había estado
expuesta”.
Por otra parte, los perfiles demográficos, el clima, la
densidad población, e incluso las costumbres influyen de manera drástica en la
forma en que se comporta una epidemia en distintas poblaciones en cuanto a los
contagios. “Por ejemplo los mexicanos somos muy dados a abrazarnos y besarnos,
en comparación con otras sociedades que son más distantes”, comentó Santillán.
Así, aunque se trata del mismo virus, la propagación del
Covid-19 es distinta en cada región del mundo. A pesar de que la densidad
poblacional podría parecer un elemento clave para modificar la velocidad de
contagio, en realidad países con números altos en este rango han tenido curvas
de crecimiento lentas en comparación a otros con muchos menos habitantes por
kilómetro cuadrado.
Las gráficas y la acción
La curva de velocidad de contagio de México, si se
compara por días de infección y no desde la fecha de inicio de cada país, puede
parecer acelerada junto a naciones de otras regiones, pero al colocarla en
Latinoamérica resulta no sólo ser más lenta que la mayoría, sino que tampoco ha
tenido un salto abrupto en su crecimiento diario.
En comparación, las curvas de Italia, España y Estados
Unidos fueron lentas los primeros días; sin embargo, tuvieron una gran
aceleración en poco tiempo, lo que obligó a aplicar medidas más drásticas en un
periodo breve.
Por otro lado, Irán presentó miles de casos poco después
de su primer reporte, pero llegado a cierto punto se estancó para ser superado
en enfermos y fallecidos por países que habían logrado ritmos de contagio muy
pequeños en su primer mes.
La variación en las velocidades después de los primeros
contagios está totalmente relacionada con las medidas que cada gobierno aplicó
en su momento. En general los países o regiones que siguieron las indicaciones
de distanciamiento social y limitaron sus movimientos a solo los esenciales en
las primeras semanas después de los primeros escalamientos en la curva, han
tenido mejores resultados que quienes no lo hicieron así.
Estas curvas pueden indicar el momento en que un país, y
especialmente su población, comenzó a tomar las medidas de distanciamiento con
rigor. Además, si se observan por región se pueden observar comportamientos
similares que probablemente reflejen prácticas comunes que afectan en la
velocidad de transmisión, especialmente en lo que se refiere a la definición de
espacio personal.
Estos perfiles no sólo impactan en la velocidad de
contagio, también en el índice de mortalidad. En el informe The Economics of a
Pandemic: the case of Covid-19 de la London Business School se muestra que los
italianos visitan —o tienen vidas más apegadas— a los adultos de la tercera
edad, que los alemanes, lo que puede explicar el mayor índice de contagios y
muertes.
Cambiar la curva de contagio
Desde que llegó a México el primer paciente contagiado
con SARS-CoV-2 la enfermedad tuvo un comportamiento atípico. “Los datos
presentados por la Secretaría de Salud a nivel nacional muestran 10 días en los
que no hay crecimiento exponencial, incluso se mantienen el mismo número de
registros” explicó Santillán.
Tres días después comenzó un periodo de crecimiento
exponencial con una tasa elevada, en las que los casos se duplicaban cada dos
días, lo que dibujaba un escenario muy poco alentador. Actualmente, los
contagios registrados, que aunque estén subestimados reflejan los reales, se
duplican cada tres días.
Sin embargo, Santillán ha demostrado que el tiempo de
duplicación en Nuevo León es de seis días; es decir, hay menos contagios que a
nivel nacional. Esto, además de razones socioeconómicas y culturales, está relacionado
con la aplicación oportuna de medidas para contener la epidemia.
El gobierno de esta entidad fue el primero en poner las
restricciones el 13 de marzo. Las universidades cerraron, el siguiente fin de
semana todo el sistema de educación, público y privado canceló clases, cerraron
los parques; después los bares, centros nocturnos y se exigió a los
restaurantes que disminuyeran la cantidad de gente que podían recibir.
Los cálculos de Moisés Santillán le permiten concluir que
la epidemia empezó en Nuevo León el 10 de marzo, y tres días después ya se
estaban tomando medidas precisas para evitar que el contagio se expandiera.
Llevan ocho días de anticipación al resto del país.
¿En qué podemos confiar?
Por un lado, la ciencia es la única herramienta que nos
puede ayudar a mitigar con certeza las consecuencias de esta crisis de salud.
Sin embargo, la ciencia toma tiempo y, como escribió Holden Thorp en la
editorial de la revista Science, la ciencia en esta crisis “no solamente trata
de arreglar el avión mientras vuela, trata de arreglar el avión que vuela
mientras sus planos apenas se están dibujando”.
Hay muchas cosas sobre el virus que aún no se saben. El
documento de la London School of Economics enlista las siguientes: cuántos
casos no se detectan debido a síntomas leves o que se están haciendo pocas
pruebas, si los individuos asintomáticos son contagiosos y qué tanto, cuánto
dura realmente el periodo de incubación, si la recuperación implica inmunidad y
por cuánto tiempo, si el virus es estacional y si decrecerá su efecto…
Mientras se averigua, la otra cosa en la que podemos
confiar es en nosotros mismos. Muchos gobiernos y comentaristas han dicho que
sólo en China se pudieron imponer las estrictas medidas de cuarentena porque
tienen un gobierno autoritario. Pero no fue nada más eso.
“Los chinos tenemos un fuerte sentido de comunidad. Para
nosotros, el concepto de individuo es, de alguna manera, extranjero. Tendemos a
vernos a nosotros mismos en relación con uno y otro, más que como una entidad
aislada y totalmente independiente, y como parte del colectivo” comentó a
ejecentral Jane Qiu, periodista de ciencia avecindada en Beijing que ha estado
cubriendo la epidemia desde sus inicios.
“Muchas personas en Wuhan con las que he hablado no
parecían estar sacrificándose por el colectivo. Entienden la importancia del
distanciamiento social. Están dispuestos a soportar los inconvenientes que
conlleva”, añadió.
La sociedad mexicana ha demostrado en diversas ocasiones
que es solidaria y que le importa el bienestar de la comunidad. Incluso con el
Covid-19 hay comunidades que han reaccionado con más velocidad que las
autoridades. Esto hará la diferencia en este punto crítico.
Fuente: https://www.ejecentral.com.mx/la-portada-ultima-llamada-covid-19/