El brote de coronavirus entre personal de salud del
Hospital de Zona número 7 del IMSS en Monclova, Coahuila, alertó sobre el
riesgo en el que viven miles de médicos, enfermeras y otros empleados de los
hospitales, quienes desde mediados de febrero enfrentan casos sospechosos y
confirmados de COVID-19 sin tener el equipo adecuado ni poder seguir los
protocolos de atención, lo que también ha puesto en riesgo a los pacientes
afectados por otras enfermedades.
Animal Político platicó con una decena de médicos,
enfermeras y enfermeros de hospitales públicos del IMSS y el ISSSTE de
Veracruz, Baja California y la Ciudad de México para conocer cómo han
enfrentado en sus instituciones al COVID. Estos son los testimonios de seis de
ellos.
Aquí me contagié
El martes 31 de marzo, José Alberto de la Huerta, médico
adscrito al área de urgencias de la Clínica Familiar #300600 del ISSSTE, en
Córdoba, Veracruz, recibió un caso sospechoso de COVID-19, una mujer que
aseguraba haberse contagiado días atrás en esa misma clínica.
“Durante la revisión médica, ella señaló que había estado
pensando dónde se podía haber contagiado y no encontraba otra explicación más
que fue aquí en la clínica, adonde acudió el 17 de marzo por dolores en la
espalda media y baja, consecuencia de un accidente automovilístico previo”,
dice de la Huerta en entrevista con Animal Político.
La paciente le dijo al médico que el día que ella fue a
consulta, un hombre había estado tosiendo en la sala de espera y que escuchó a
enfermeras y médicos decir después que era un caso sospechoso de COVID-19.
“Yo no afirmé nada frente a la paciente, pero verifiqué y
ella sí estuvo en la clínica el día 17, aunque yo no la atendí, y ese día, en
efecto, sí se atendió a un probable enfermo de ese virus, a quien se le refirió
a otra institución, porque este no es un hospital COVID. Pero estuvo en la sala
de espera de urgencias, tosiendo, sin mascarilla N95”.
El médico dice que el problema en este hospital es que se
ha actuado de una forma reactiva frente a la llegada de los pacientes
sospechosos, sin tener perfectamente establecido desde antes qué se iba a hacer
para no poner en riesgo al personal y a los pacientes de otras patologías, a
quienes se le sigue atendiendo.
“El primer paciente fue el que peor se ha manejado,
afortunadamente resultó negativo, pero no se le hizo un triage a la entrada,
pasó a consulta normal. Se paseó por varias áreas del hospital hasta llegar a
urgencias, y sin mascarilla N95”.
El segundo caso sospechoso ya no pasó por las áreas
comunes de la clínica, lo condujeron por la parte exterior del hospital a la
zona de urgencias. Era el hombre que estuvo tosiendo en la sala de espera,
también sin mascarilla.
“Él tenía una tos muy fuerte y fiebre. Pasó a un cuarto
aislado, pero estuvo en la sala de espera con los demás pacientes. En la
revisión, que no me tocó a mí tampoco, sino a mi compañero, se determinó que
era un caso sospechoso de COVID y se le trasladó en ambulancia a otro hospital.
De ese ya no supimos si fue positivo porque de la institución a donde lo
referimos lo enviaron a otra”.
Cuando ese paciente se fue, cuenta el médico, se sanitizó
toda la sala de espera de urgencias y el consultorio aislado donde estuvo,
incluso se desalojó a todos los pacientes para hacer el procedimiento de forma
exhaustiva.
Pero el 31 de marzo llegó el tercer caso sospechoso, la
mujer que asegura no tener mayor explicación de donde pudo haberse contagiado
como no sea en esa sala de espera de urgencias del hospital.
Esta vez sí le tocó atenderla a de la Huerta. “Me
avisaron que era un probable COVID. La pasaron al aislado. Me puse el equipo de
protección, los googles, guantes, la N95 y el pitufo quirúrgico, porque no
tenemos los otros trajes blancos especiales. Como tenía sintomatología leve,
tos y algo de fiebre, pero no dificultad para respirar, se le envió a su casa
en ambulancia para aislamiento domiciliario y para seguimiento vía telefónica
por parte del epidemiólogo, que es el protocolo normal”.
Sin embargo, el médico asegura que no han querido decirle
si la prueba se hizo y mucho menos el resultado. “Lo que me dicen es que no les
van a hacer pruebas a todos los casos con síntomas leves, y que la información
de a quien se las hacen y los resultados serán confidenciales”.
De la Huerta afirma que él y otros de sus compañeros
tiene síntomas de probable infección respiratoria. “A mí me duele la garganta,
y tengo malestar como de gripa, otra compañera sí ha tenido fiebre y dolor de
cabeza, ya no sabemos si es gripa, sugestión o qué, cómo no nos hacen la
prueba”.
Eso sí, a partir de ese día 31 de marzo, hay dos salas de
espera de urgencias en este hospital, las generales y las respiratorias, pero
los pacientes de una y otra siguen usando el consultorio que se designó como
aislado para revisar a los sospechosos de COVID.
“Todavía hasta este viernes 3 de abril, en el consultorio
del fondo de urgencias se puede recibir a un paciente sospechoso de COVID, y
después a uno de otro padecimiento incluso de los no respiratorios. Claro después
de atender a cada caso el lugar se sanitiza, el personal se quita el equipo con
el que trató al paciente, pero por protocolo a ese consultorio solo deberían
entrar probables COVID y no está pasando eso, aunque ahora ya tenemos muchos
más casos sospechosos, solo hoy llegaron dos”.
Ni los hospitales COVID tenían buen protocolo
Pablo, a quien llamaremos así para proteger su identidad,
está en el segundo piso de medicina interna del Hospital General de Zona # 32
del IMSS en Villacoapa en la Ciudad de México. Este es un hospital COVID, y ese
piso esta designado ahora para la hospitalización de esos pacientes.
El ala norte y el ala sur están reservadas para eso. Ahí
no entra ningún otro tipo de enfermo ni nadie que no sea del personal designado
a esas áreas. Pero en medio hay todavía pacientes de trauma y ortopedia.
“Hasta los mismos compañeros que no están designados a
las áreas COVID y que están ahí atendiendo trauma nos ven feo cuando pasamos
para ir al ala norte y al ala sur, tienen miedo de que los contagiemos, es algo
que empieza a generar tensión, porque sí este piso ya debería ser COVID nada
más”, dice Pablo.
En este hospital la forma de recibir y de atender a los
casos sospechosos ha ido mejorando con los días. Los primeros se recibieron sin
ninguna precaución. Le tocaron a un equipo de diez integrantes del personal de
salud, entre ellos a la enfermera de urgencias Aurora, a quien llamaremos.
“Con los dos primeros que me tocaron ni siquiera me
avisaron que eran probables COVID, llegaron un domingo hace dos semanas, ya los
dos fallecieron, uno aquí mismo y otro en La Raza. A los dos los atendimos al
principio sólo con cubrebocas”.
El primero de esos pacientes, un hombre de 73 años,
entró, el viernes 20 de marzo en la noche, por el área de triage normal de
urgencias, después lo pasaron a corta estancia y luego a observación. Hasta la
1 de la tarde del sábado lo aislaron.
El domingo 22 de marzo, cayó en paro cardiaco, “entraron
dos compañeros a reanimarlo, sin N95 para no perder tiempo porque hay que ir a
pedirlas a un área especial”, afirma Aurora.
Con el segundo paciente pasó algo muy similar, ella era
hija del primer paciente, pero al personal no le advirtieron el parentesco. A
Aurora se lo advirtieron cuando ya llevaba una hora atendiéndola. Hasta
entonces ella se colocó el equipo especial, incluyendo la N95.
En total 10 integrantes del equipo de médicos y
enfermeras y otro personal estuvo en contacto con esos dos pacientes. A todos
los enviaron a sus casos mientras estaban los resultados de las pruebas para
COVID, que tardaron cinco días.
“Todas salieron negativos, y entonces a los cinco días
nos hicieron volver a trabajar, a pesar de que varios teníamos síntomas. Los
dos compañeros que hicieron la reanimación siguen en casa con tos severa y
fiebre, aunque los resultados supuestamente salieron negativos”.
Ahora ya hay mucho más cuidado, dicen los dos enfermeros
de la 32, ya hay un área de urgencias respiratorias donde solo se atiende a los
casos probables COVID o de enfermedad respiratoria. Hay también un solo equipo
médico y de enfermeros y enfermeras dedicados a atenderlos y sí tienen equipo
de protección, aunque no el suficiente ni el adecuado.
Pero queda el punto de que se reserve por completo el
segundo piso de este hospital a los probables COVID, de los que ya se han
recibido hasta el momento unos 70 casos, de los cuales 10 se han confirmado
positivos, lo que no quiere decir que sean los únicos porque el resultado de
las pruebas está tardando.
Además, los empleados de este hospital, que desde el
sismo de septiembre de 2017 laboran en instalaciones prestadas por la Hospital
General Regional #2 volverán a su edificio en los próximos días con todo y
pacientes COVID.
“Eso nos preocupa mucho, primero porque durante casi tres
años el hospital no estuvo listo, y ahora de pronto ya lo está, no sabemos ni
si realmente ya quedó bien, en el sismo de 2017 tuvo daño estructural, y
además, cómo van a los pacientes COVID para allá, a qué área, con qué
protocolo, no sabemos, no tenemos ni la fecha, solo nos han dicho que después
de la segunda semana de abril, quizá”, dice Aurora.
Con casos sospechosos y sin hacerles las pruebas
“Fernando”, médico del Hospital Regional 1o de octubre,
del ISSSTE en la Ciudad de México, cuenta que desde febrero pasado comenzaron a
recibir a pacientes en el área de urgencias con los síntomas acordes al cuadro
de COVID-19, sólo en ese mes sumaron al menos 50 personas. Sin embargo, el área
de Patología determinó no tomar muestra a ninguno de ellos para realizar las
pruebas que hubieran confirmado o descartado los casos.
Éstos enfermos con el cuadro tampoco fueron registrados
en la estadística oficial, de acuerdo con el médico del hospital, y sólo hasta
esta semana el nosocomio decidió tomar muestra a dos doctores para enviarla a
análisis, aunque más personal ha presentado síntomas.
Apenas la última semana del mes pasado recibieron por
parte de la administración del hospital algunas piezas de cubrebocas N95, que
evita el paso de 95% de las partículas y es recomendado para tratar epidemias.
Pero ese aditamento básico llegó después que los casos sospechosos. Fernando
calcula que recibieron a 70 personas en marzo sólo en el área de urgencias, sin
que hubiera filtro sanitario y cuidado para el personal al tratar a estos
pacientes.
En este hospital, el personal médico siguió operando como
siempre al enfrentar pacientes de urgencia. Alguien con fiebre, dolor de cabeza
intenso y tos, alertaba al personal para pensar que se trataba del cuadro
clínico de COVID-19, pero en algunos casos los revisaban sin el cubrebocas N95
y con escasez hasta de gel antiséptico.
Aunque los médicos avisaban al área de patología, ésta no
tomaba la muestra. Y al no poder confirmar el diagnóstico, sólo recomendaban a
los pacientes regresar a sus casas o acudir a su clínica correspondiente para
intentar conseguir una incapacidad, pero la mayoría de ellos simplemente
regresaba a trabajar, afirma el médico.
Éstos enfermos tampoco eran separados en algún área
específica, sino que esperaban en la misma sala que el resto de pacientes que
acudían por malestares estomacales o fracturas, entre otros.
De acuerdo con el médico, esto ha puesto en riesgo al
personal. Hasta el momento suman 5 empleados del hospital con síntomas de
coronavirus, aunque sólo se le tomó muestra a 2, a quienes mandaron a casa para
aislarlos mientras esperan el resultado.
No puedo dejar de trabajar y estoy en mucho riesgo
En el Hospital Regional 20 de Tijuana, Baja California,
del IMSS, en solo una semana el área dispuesta para atender a los posibles
contagiados de coronavirus durante una posible crisis ya está llena. “Todavía
no hay enfermos crónicos y el servicio ya está lleno, por eso ya también
vaciaron hematología y oncología para atenderlos ahí”, dice “Rosa”, una de las
enfermeras.
Apenas este miércoles 1 de abril ya habían 34 enfermos
con el cuadro de coronavirus que requirieron hospitalización ocupando las
camas, por eso, uno más con sospecha tuvo que ser hospitalizado en el área de
observación “porque ya no hay dónde meterlo y el riesgo es para todos los
pacientes que están ahí y para nosotros es grandísimo”.
En este hospital sí funcionó el filtro sanitario, que consistía
en adecuar un espacio afuera donde personal podía evaluar a quienes presentaran
síntomas referentes a afectaciones en vías respiratorias. Al encontrar a alguno
compatible al cuadro clínico de COVID-19, lo pasaban al área prevista para
ello, aislado del resto de pacientes.
Sin embargo, no todo el personal cuenta con el equipo de
protección necesario, desde los médicos hasta enfermeras o personal de limpieza
de las áreas COVID, lo que los coloca en una vulnerabilidad absoluta. “Imagine
el riesgo por el que estoy pasando al irme exponer porque no puedo dejar de
trabajar. Es desesperante”.
“Dicen que hay un plan para manejar esto, pero es
mentira. Estamos trabajando a como Dios nos da a entender, pero a nadie le
interesa lo que nos está pasando a los trabajadores de la salud. Ahí está lo
que pasó en Coahuila, los que han salido a manifestarse es porque todos estamos
en la misma situación. Todos”.
Tampoco tienen certeza sobre el número de contagiados,
pues no se hacen pruebas para todos, ni siquiera a la totalidad de los
hospitalizados. Esta semana sólo tienen dos casos confirmados, los únicos a los
que se tomó muestra, pero los resultados tardaron en llegar seis días, y en
este tiempo ya registraron 3 muertes por neumonía atípica, pero no supieron si padecían
coronavirus porque no se hizo prueba.
La poca vigilancia incluso para el personal es alarmante,
dice la enfermera, pues una de sus compañeras notificó al área de epidemiología
que tuvo contacto con uno de los sospechosos contagiados, pero “ni si quiera la
registraron ni la aislaron. Estamos desprotegidos”. Por eso dice, eso que pasó
en el hospital del IMSS en Coahuila, lo están pasando todos al no tener lo
necesario para la atención.
En espera de la protección necesaria
A principio de marzo, el Hospital General de Zona No. 24
del IMSS operaba de manera cotidiana. El cambio para convertirse en un hospital
que atenderá a enfermos de coronavirus ha sido paulatino, aunque los pacientes
con el cuadro de posible contagio llegaron desde final de febrero cuando aún no
tomaban precauciones, reconoce “Marcos”, uno de los doctores que ahí trabaja.
Aunque ahí sí han tenido disponibilidad de cubrebocas
N95, pero se han “racionalizado”, es decir, para “maximizar el equipo de
protección” sólo se ha entregado al personal médico que atiende directamente
las áreas que fueron divididas para tratar a posibles contagiados, y que han
sido detectados previamente en el filtro sanitario que comenzó a funcionar hace
dos semanas.
Hasta este 1 de abril, sólo habían confirmado un caso y
más de una decena de sospechosos. Por eso, como medida de prevención, esperan
recibir la próxima semana un termómetro digital con luz infraroja para aplicar
un “filtro térmico”, es decir, tomar la temperatura de cada trabajador y en
caso de tener fiebre, aislarlos.
Esto porque una de las enfermeras tuvo contacto sin
protección con el único paciente confirmado y que falleció. También buscan que
les envíen los insumos necesarios para instalar un “arco sanitario”, que
consiste en adaptar una sección a la entrada del hospital con sustancias que
desinfecten a cada persona que entre, pero ese requiere recursos, dice el
doctor.
*Con excepción del de José Alberto de la Huerta, médico
adscrito al área de urgencias de la Clínica Familiar #300600 del ISSSTE, quien
aceptó que se usara su nombre real, el resto de los nombres usados en este
reportaje son ficticios, para proteger la identidad de los entrevistados.