Incapaces de contener la avalancha criminal y el
deterioro de la economía, el gobierno hace agua y el Presidente inventa una
conspiración tras otra.
¿Qué es eso de agradecerle al Ejército de “no hacer caso
del canto de las sirenas y dar la espalda a la traición y al golpismo”?
Nadie con dos dedos de frente y un poco de patriotismo ha
pedido un golpe de Estado.
Hay, sí, como un clamor al Presidente para que actúe con
medidas concretas y salvar a México de la barbarie en que nos encontramos desde
hace años y él ha agudizado.
Lo del “golpe” es paranoia pura, producto de la
incapacidad para resolver problemas graves como el aumento de la criminalidad
en su variante más siniestra: el asesinato de mujeres y niñas.
Dijeron que podían, que era fácil gobernar, y el país se
les escurre entre las manos sin que atinen a tomar medidas que pongan freno a
las masacres y reviertan los resultados de sus erradas políticas en economía.
“Golpe de Estado”, anunciado en voz del Presidente de la
República, es para poner los nervios de punta a cualquiera y motivaría una
incertidumbre económica con estampida de capitales e inversiones.
¿Golpe de Estado que el Ejército se ha negado a
respaldar? Son palabras de un peso enorme.
A ver, ¿dónde están los sediciosos, para que sean
juzgados de inmediato?
No hay. No al menos en la realidad, sino que se agitan en
la fértil imaginación presidencial a medida que lo abruman los problemas.
Ante el crecimiento de los crímenes en esta
administración –que supera a las anteriores– y el asesinato de la niña Fátima,
en Xochimilco, el Presidente señaló al “neoliberalismo” como el causante de los
terribles asesinatos que a diario ocurren.
Promovieron de manera sibilina que la niña había sido
asesinada por sus familiares. Que su mamá estaba loca. Informaron que hace
cinco años se había hecho una denuncia. Todo para salvar su responsabilidad e
incriminar a las víctimas.
¿Por qué aumentan los crímenes, la crueldad y la saña con
las más débiles?
Porque el Presidente ha mostrado una singular empatía con
los delincuentes y a diario enseña indiferencia hacia las víctimas.
Ningún funcionario acompañó a los familiares de la niña
asesinada durante el sepelio, ni ofreció ayuda a los familiares más cercanos
para pagar la cajita blanca en que la enterraron.
Pero a los familiares de los grandes criminales se les
tramitan visas para que los visiten en Estados Unidos.
López Obrador responde de manera personal y explícita al
videomensaje del jefe del cártel más poderoso del país, con un pórtense bien,
piensen en sus mamacitas.
Al jefe del otro cártel lo sueltan cuando lo tienen detenido.
Se permite que a los militares los retengan, les quiten
las armas, los humillen. Y no pasa nada.
Bueno, sí pasa: el mensaje es que la autoridad no está
del lado del ciudadano, sino del delincuente. Y sálvese quien pueda.
Enterraron a Fátima y horas después se conoció la noticia
de que en Puebla, Verónica, de 14 años, fue brutalmente degollada, este martes.
Y también fue asesinada la menor Jaqueline Ramírez, de 16
años, en Coyuca de Benítez, Guerrero, que dos días antes había denunciado en
Facebook que sufría acoso por parte de policías.
Este fin de semana, María Elizabeth Orellana fue
asesinada en San Martín Texmelucan. Y a Anahí Contreras la mataron en Tehuacán.
A Teresa Ozuna Conde, en Huaquechula. A Idalia Irene, en Coronango. Todas en
Puebla.
Ayer, en Saltillo, una bebé de 5 meses fue asesinada.
Otra niña de seis meses, baleada en Tijuana.
¿Dónde está el Presidente?
Se le pide que actúe, y se escabulle con sus obsesiones
del neoliberalismo, los conservadores, y “un golpe de Estado” en ciernes que
habría sido rechazado por el Ejército, al que felicitó.
Mal anda el país porque mal anda el gobierno.
Ayer el Consejo Coordinador Empresarial advirtió que para
el próximo año será ineludible una reforma fiscal porque el gobierno se habrá
quedado sin dinero.
Se les va a acabar el dinero que le dejaron los
“corruptos neoliberales”.
¿Hubo alguna emergencia internacional? Ninguna.
¿Hubo un terremoto que atender de urgencia? Nada.
Se han gastado el dinero en proyectos de energía para
cumplir con la obsesión ideológica de cerrarle el paso a la iniciativa privada
en esa área.
Y en hacer un tren en la selva. Destruir un aeropuerto.
Pagar por hacerlo añicos. Gastar en hacer otro…
Los resultados ya les queman los pies, a ellos y al país.
Ven enemigos por todos lados, hasta en los enfermos de
cáncer.
Necesitan distractores para que no se hable tanto de su
ineficacia. “Golpe de Estado”.
Y necesitan circo político: encarcelar a todos los que
sean necesarios para encubrir que no saben gobernar.