Pablo Hiriart.-
Con esa concurrencia de empresarios en Palacio Nacional,
uno pensaría, con un poco de sensatez, que el Presidente les pediría invertir
en proyectos concretos y consensuados de infraestructura para sacar a la
economía del estancamiento en que se encuentra.
Ahí estaban los obligados a crear las condiciones para
que el país crezca (el gobierno), y los que deben invertir para que haya
desarrollo, empleo y recursos para el sector público vía impuestos (los
empresarios).
Reunir a esa cantidad de inversionistas y hombres de
negocios, en actitud cooperativa (por las buenas o por las no tan buenas), era
la circunstancia ideal para sellar un programa de desarrollo que sea
ganar-ganar, y frenar el deterioro de la economía y del empleo.
Al fin se reunieron casi todos alrededor del Jefe del
Ejecutivo, y el encuentro fue para pedirles que inviertan en una vacilada:
cachitos de una rifa que se fondea con un cheque incobrable.
Qué desperdicio de ocasión.
Además, el cheque por dos mil millones de pesos que
presentó el Presidente como el que va a financiar los premios de la “rifa del
avión presidencial” no puede ingresar a la Lotería porque es falso o es ilegal.
Se trata de un engaño que ha tenido la “virtud” de que
empresarios, gobierno, instituciones y sindicatos han tragado y degustado como
si fuera verdad, aunque todos saben que es mentira.
El Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado no tiene
facultades para disponer de una suma de dinero que viene de una estafa al
Infonavit, y por tanto le pertenece a los trabajadores y a los empresarios, es
decir, particulares, que fueron defraudados.
Con fórceps, el gobierno sólo podría utilizar el 33 por
ciento de esa cantidad, ya que el Infonavit es una institución tripartita.
Lo que se anunció fue una falsedad, pues en la Lotería no
hay dinero para fondear un sorteo a través de esa vía, del cual el Presidente
ya vende boletos a los empresarios en Palacio Nacional.
El director del Instituto, Ricardo Rodríguez, un
funcionario convencido del proyecto de la 4T y leal al Presidente, está en un
problema: no hay manera de que pueda meter esos dos mil millones a la Lotería
Nacional, si es que los tiene en su poder.
Y si realmente los tiene, está mal: el estafado no fue el
gobierno (o sólo en un tercio), sino trabajadores y patrones que cotizan en el
Instituto.
Para efectos prácticos, esos dos mil millones de pesos
que el Presidente dice que dispone la Lotería para el pago de premios, gracias
a lo recuperado del fraude al Infonavit, no existen. Es una patraña.
Si el dinero que presumieron en un cheque realmente lo
tuvieran, lo responsable y lógico sería que lo utilizaran en comprar medicinas,
que no hay, y material de curación, que tampoco hay. De ninguna manera se lo
jugarían en la Lotería, donde la recuperación de esos recursos se daría hasta
mediados de septiembre.
No hay tal dinero. El cheque que enseñaron es de hule.
¿Qué van a hacer? De aquí a septiembre, buscar dinero por
donde sea a fin de completar la cantidad necesaria para fondear el sorteo “del
avión presidencial”, porque esos recursos no se tienen.
Ese “de donde sea”, ya más o menos sabemos de qué se
trata: recortes a programas del gobierno, a gastos indispensables, porque habrá
que cubrir dos mil millones de pesos que se van a entregar en premios y, al día
de hoy, no existen.
A los empresarios se les pidió dinero para que compren
boletos de la rifa del avión –que no se va a rifar–, y en la cena del miércoles
hubo un compromiso escrito de varios de ellos de adquirir mil 500 millones de
pesos en cachitos.
Que sepamos, ninguna de las empresas representadas tiene
en su razón social el objetivo de participar en juegos y sorteos. ¿Cómo van a
hacer? Asunto suyo, ya los embarcaron.
Tamaña reunión ameritaba una mejor causa. El país cruje y
a los inversionistas se les reúne para jugar a la Lotería.