Ricardo Alemán.-
El sustantivo femenino “estulticia” se define en la
brevedad de dos palabras: “estupidez humana”.
El término “estulticia” proviene del vocablo en latín
“stultitia” que significa “tontería”. Por tanto, los advjetivos “estulto” o
“estulta” son sinónimos de necio, tonto o estúpido.
La “estulticia” define a aquellos que en sus actos,
palabras, acciones u omisiones, demuestran falta de conocimiento, tacto o
discreción y que, por el contrario, hacen gala de su necedad, idiotez y falta
de respeto.
La “estulticia” es el personaje central del clásico de
Erasmo de Rotterdam, “Elogio de la locura”; disertación sarcástica que retrata
a hombres y mujeres del poder –de todos los tiempos–, y que viene “como anillo
al dedo” al México de Morena y de López Obrador.
Y es que todas las mañanas el “estulto” presidente
mexicano nos regala un autorretrato de su necedad –“me canso ganso”–, de su
ignorancia y hasta pontifica su desprecio a la Constitución, a los contrapesos,
a los críticos y formula groseras declaraciones dictatoriales como aquella de
que el Tren Maya “será construido le pese a quien le pese”.
Sin embargo, durante el joven gobierno del mandatario
mexicano dos momentos han retratado, de cuerpo completo, la “estulticia”
presidencial.
El más reciente se produjo a causa de la escasez de
medicinas, en general, y la falta de medicamentos para el tratamiento de
cáncer, en particular, lo que ocasionó la muerte de enfermos y movilizaciones
callejeras.
Y el primer caso fue la crisis de gasolina desatada al
arranque del gobierno de López Obrador, producto de la estupidez oficial de
despedir a los responsables de comprar combustible al extranjero y que fue
justificada con una locuaz e inexistente lucha contra el huachicol, que provocó
más de 130 muertes en Tlahuelilpan.
El de la escasez de medicamentos en el sector público
–ISSSTE e IMSS, entre otros–, no sólo es uno de los más escandalosos ejemplos
de la “estulticia” presidencial sino del engaño de López Obrador a la sociedad
y, sobre todo, la falta de respeto al servicio público y a la ley.
¿Por qué?
Porque ante el problema de la falta de medicinas, la
primera reacción del presidente fue negar el problema. Incluso llamó mentirosos
a los medios que demostraron la escasez.
Luego, cuando era inocultable la inexistencia de
fármacos, en especial para los enfermos de cáncer, López Obrador argumentó que
se trataba de una guerra lanzada contra su gobierno por las empresas
médicas que vieron afectados sus jugosos
negocios.
El presidente llegó a decir que su gobierno no permitiría
el chantaje de las empresas fabricantes de medicinas y que, de ser necesario el
gobierno acudiría al extranjero a comprar medicamentos. Y, en efecto, el
gobierno mexicano compró el principal anticancerígeno a la empresa francesa
Mylan.
Al final, la mañana de ayer, López Obrador reconoció la
existencia de la escasez de medicinas y presumió que su gobierno seguirá
comprando en el extranjero tantas medicinas como sean necesarias.
Así lo dijo sobre la escasez de medicinas contra el
cáncer: “Por falta de abasto, descuido o de manera intencional no se tenían los
medicamentos en la empresa preponderante y se tomó la decisión de comprar las
medicinas afuera. Me informaron que era un asunto delicado y que, incluso, ya
venía la amenaza de que se iba a desatar una campaña de medios, ese fue el
reporte”.
En pocas palabras, con lo anterior, López Obrador nos
regaló el mejor retrato “de cuerpo completo” de la “estulticia” presidencial.
¿Por qué?
Porque la empresa mexicana Pisa, fabricante del
“Metotraxato” –el anticancerígeno más usual–, dejó de fabricarlo por una cadena
de torpezas que involucran a la estupidez e ignorancia de los responsables del
sector salud, del gobierno de Obrador, a la Cofepris y la necedad del propio
López Obrador.
Y fue tal la estupidez que el “Metotraxato” adquirido a
la empresa francesa Mylan, reportó un costo casi idéntico al de la empresa
mexicana Pisa, con el agravante de que México pagará un costo adicional por el
traslado y reparto de los medicamentos, además de que Hacienda perderá millones
de pesos de impuestos a favor de las arcas nacionales y también se pierden
miles de empleos del sector farmacéutico.
“Estulticia” presidencial igual a la que provocó la
crisis de desabasto de combustible y la tragedia de Tlahuelilpan.
¿Quién, qué institución será capaz de poner un alto a la
“estulticia” presidencial?
Al tiempo.