Pablo Hiriart.-
Duele, y mucho, ver que la más alta autoridad del país
festeje el crecimiento de 0.1 por ciento de la economía en el trimestre.
Con esa actitud estamos condenados a un sexenio perdido,
con grandes retrocesos.
Enero de 2014 fue un mes malo para la economía mexicana,
pues sólo creció el 0.8 por ciento.
Bien, ¿qué dijo entonces el líder de la oposición, Andrés
Manuel López Obrador?
Lo siguiente, que fue ampliamente recordado ayer en redes
sociales: “En enero la economía creció 0.8%, es decir, nada. EPN y Videgaray no
saben cómo hacerlo. Perdón, pero con nosotros sería distinto y mejor”.
En efecto, fue distinto, pero peor.
Salvo que los otros datos que la matemática alternativa
de nuestro actual Presidente arrojen que 0.1 es más que 0.8.
Lo que tenemos en el trimestre, de acuerdo con los datos
publicados ayer por el INEGI, es la confirmación del estancamiento de la
economía.
Y lo tenemos a pesar de que Estados Unidos está creciendo
entre dos y tres por ciento.
El sector primario de la economía (agro) tuvo un
comportamiento negativo.
También fue negativo el crecimiento del sector secundario
(industria).
Lo que evitó que toda la economía se fuera bajo cero, fue
el sector terciario (comercio) que también fue a la baja.
¿Qué festejan? Su desempeño es peor que mediocre para
sostener al país.
El candidato López Obrador prometía hacer crecer al país
a cuatro por ciento anual, y ahora canta victoria porque el crecimiento del fue
de 0.1 por ciento en el trimestre.
Los datos del INEGI señalan que en el primer semestre,
desestacionalizado, la economía acumuló un crecimiento de 0.3 por ciento. El
peor dato de un periodo así desde la crisis global de 2009.
Y lo festejan.
Si quitamos la desestacionalización (Semana Santa en abril
y no en marzo), el crecimiento acumulado del semestre es de 0.2 por ciento.
Es decir, en la mitad del año hemos crecido la décima
parte de lo que el Presidente promete crecer al cabo de los doce meses de 2019.
Imposible llegar a esa meta, que de por sí es pobre, con
Estados Unidos creciendo como lo ha venido haciendo.
Pero de lo que se trata es de contar cuentos que nos
hagan creer que vamos requetebién. No es así, y los números los exhiben.
0.1 por ciento.
Es el resultado de la falta de inversión porque no hay
confianza en el manejo de la economía. Eso es todo. O casi todo.
El martes la Secretaría de Hacienda dio a conocer que en
el primer semestre del año hubo un subejercicio en el gasto público de 174 mil
millones de pesos.
Dinero que estaba aprobado en el Presupuesto, no lo
gastaron. Eso también golpea a la economía.
Los sectores más afectados por los subejercicios fueron
salud y educación. Un crimen.
Ayer por la mañana el Presidente desmintió a su
secretario de Hacienda y dijo que no eran subejercicios sino “ahorros”.
Otro cuento. Los ahorros se hicieron en la confección del
presupuesto. Lo que estaba planeado gastar y no se hizo es subejercicio.
Contra la demagogia y el desconocimiento no hay defensa,
si están en el poder.
En su toma de posesión el Presidente prometió que
tendríamos un sistema de salud a la altura de Canadá y los países nórdicos.
Y ahora resulta que hay desabasto de medicinas, de
material clínico, despido de enfermeras, de médicos que no son de base y cierre
de unidades en lugares de alta marginación.
¿Por qué? Subejercicios. “Ahorros”, les llama el
Presidente. Francamente inhumano.
Tendremos un sexenio malo en economía, las consecuencias
van a durar muchos años, pues los proyectos donde se va a gastar el dinero
público son disparatados y no generan desarrollo.
Van a gastar en un tren sin carga ni pasajeros en la
mayor parte de su tramo.
Gastaremos en una refinería que no es prioridad. Que
costará mucho más de lo planeado, mientras las que existen trabajan a menos de
la mitad de su capacidad.
Vamos a gastar en buscar más petróleo –que en el supuesto
caso de encontrar los pozos van a tardar años en madurar–, cuando ese dinero lo
podrían arriesgar los privados.
Gastamos en pagar un aeropuerto que no se va a construir.
Vamos a gastar en un aeropuerto disfuncional y lejano
para los usuarios.
Y gastaremos mucho en programas sociales clientelares que
servirán para darle a Morena mayoría en la Cámara de Diputados y mantenerla en
el poder por más sexenios.
Sí, mientras no haya oposición, el lopezobradorismo –con
él o sin él– se va a quedar en Palacio Nacional por décadas, a pesar de su
anunciado fracaso en economía, seguridad, salud y educación.
Y a festejar crecimientos del 0.1 por ciento, pues
superamos a los “ineptos neoliberales” que crecían al dos, tres y cuatro por
ciento. Al Ángel, con pase de lista.