Carlos Ramírez.-
Las definiciones geopolíticas del gobierno de Donald
Trump en los próximos tres meses van a obligar a México a tomar una posición de
confrontación contra la Casa Blanca. El problema radica en que Washington tiene
muy claros sus intereses estratégicos y de seguridad nacional imperial con
México, pero la diplomacia de Marcelo Ebrard tiene la esperanza de que Hillary
Clinton sea la candidata en el 2020 e impida la reelección de Trump.
Ebrard no es visto con buenos ojos en la Casa Blanca
porque tuvo un posicionamiento claro a favor de Hillary y llegó inclusive a
grabar spots para difundirse en los EE. UU. pidiendo el voto para la candidata
demócrata. Por ello el canciller mexicano ha visto muy complicada su gestión en
la casa presidencial de Trump.
El muro de Trump no es un capricho, sino que obedece a
tres realidades: asume el sentimiento racista de la mayoría silenciosa
estadunidense, se adelanta a los intentos de penetración masiva de
latinoamericanos huyendo de sus países en busca de empleo y no de inserción en
el american way of life --estilo de vida americano-- y eleva a la categoría de
problema transnacional el cruce de drogas, cárteles y de paso terroristas por
la frontera sur.
En la campaña del 2016 Trump ascendió a candidato
competitivo cuando se apropió de la agenda de la migración, del muro, de los
ilegales en los EE. UU. y del consumo de drogas provenientes del otro lado del
sur de su frontera. El problema no tiene que ver con el hecho de que ilegales y
droga hayan crecido por el aumento en la corrupción de funcionarios
estadunidenses fronterizos, ni que hasta ahora no haya habido más de un
terrorista atrapado entre los ilegales. La realidad alternativa de Trump ha
sido impuesta, por la vía de las redes sociales, como un factor y de los temores
desatados en la zona de confort del estadunidense medio.
El presidente Peña Nieto y su canciller Luis Videgaray
nunca fijaron una estrategia de seguridad nacional respecto a Trump y sus
acercamientos no formaron parte de alguna táctica de previsión electoral.
Videgaray se conformó con la puerta abierta del yerno Jared Kushner, pero sin
entender que se trataba de una puerta giratoria por el hecho de que Trump es el
poder absoluto y sus consejeros, asesores y secretarios son empleados menores.

La parte más conflictiva del muro y la frontera mexicana
es la percepción en algunos medios de una alianza de condados estadunidenses
con el cártel del Golfo en la zona de Texas-Tamaulipas para bloquear la
construcción del muro o de vallas. Esa zona, de Ciudad Juárez a Matamoros, es
la más caliente en materia de tráfico de ilegales y cruce de droga. Una versión
del sitio conservador Breitbar News revela que los tres condados donde se prevé
la construcción de barreras --Starr, Hidalgo y Cameron-- tienen funcionarios
policiales encarcelados por recibir sobornos del cartel del Golfo. La ley de
Trump permite la aprobación de condados para construcción del muro.
El problema con el muro de Trump no radica en la
construcción de vallas para impedir el cruce físico de personas sin documentos
legales, sino en su inserción en el concepto de seguridad fronteriza como una
vertiente de la seguridad nacional, una fase que domina cualquier intento de
vecindad o amistad. El único lenguaje que maneja Trump en su relación con
México es el de la seguridad nacional, en tanto que del lado mexicano hay una
preocupante carencia de funcionarios especialistas en el tema.
Venezuela será una prueba para la cancillería mexicana,
pero todo indica que el canciller Ebrard será una mala copia del canciller
salinista Fernando Solana que arrojó a la basura los principios geopolíticos y
de seguridad nacional de la política exterior mexicana al avalar la invasión
estadunidense a Panamá en diciembre de 1989 para que el presidente George Bush
Sr. pudiera arrestar al jefe de gobierno panameño Manuel Antonio Noriega, por
cierto reclutado para la CIA por el propio BUSH cuando fue director de la CIA
el año de 1976.
La estrategia de seguridad fronteriza de Trump como parte
de su política de seguridad nacional imperial buscará anular a México en el
tema del muro y sobre el muro colocar su candidatura presidencial para el 2020.
Hasta ahora, la política de seguridad nacional de México es local, carece de
criterios geopolíticos y se ha alejado de su participación en los litigios
internacionales. Los casos de Cuba y Venezuela son ejemplos de una no-política
exterior y de los no-principios de la diplomacia de seguridad.
A lo largo de dos siglos de vecindad, México ha sido el
problema uno de seguridad nacional de la Casa Blanca, en tanto que los EE. UU.
no aparecen en la seguridad nacional de México.
Política para dummies: La política es la relación incestuosa con el poder.
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