Rubén Cortés.-
La crisis internacional abierta para que Maduro abandone el
poder (por usurpar la presidencia en elecciones sin candidatos opositores)
arranca hoy con el dominó diplomático completamente planteado:
—México lidera a Uruguay (y los países del Caribe que viven
del petróleo regalado por Maduro) en una propuesta de diálogo encaminada a
propiciar que la dictadura gane tiempo (como en 2018) y pueda aplacar las
protestas en los barrios, repartiendo víveres que le faciliten sus aliados.
—Europa reconoce a Juan Guaidó como presidente legítimo de
Venezuela de forma “expresa y clara”.
—Washington mantiene congelados los fondos petroleros de
Maduro en Estados Unidos, ascendentes a unos siete mil millones de dólares.
—Hoy se reúne en Ottawa, Canadá, el Grupo de Lima,
integrado por las potencias latinoamericanas, las cuales, con excepción de
México, reconocen a Guaidó.
—Guaidó redobla la presión internacional y las
movilizaciones populares, ya convertido en un exitazo de comunicación política,
a pesar de que el dictador prohíbe a los medios (dos del Estado, pues ya no hay
medios libres en Venezuela) mostrar sus discursos y grandes concentraciones de
seguidores.
El papel del gobierno mexicano en la crisis (al defender a
un dictador que va de salida) permite atisbar que su jugada va dirigida a
convertirse en líder de los países más pequeños de la región, una vez que se
queden sin refaccionador tras la presumible caída del gobierno chavista.
Se trata de una miríada de naciones sin gran peso
económico, pero que representan votos en la OEA, sin los cuales el chavismo
habría estado aislado hacía muchísimo tiempo en el concierto diplomático
latinoamericano, pues siempre votaron a su favor a cambio del flujo de petróleo
gratis.
Se trata, entre otros, de Antigua y Barbuda, Belice,
Dominica, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, Nicaragua, República Dominicana, San
Cristóbal y Nieves, San Vicente y Las Granadinas y Surinam, adonde llegan 400
mil barriles diarios desde Venezuela.
En total, son 17 países de Centroamérica y el Caribe,
alineados en el convenio “Petrocaribe”, inventado por Chávez para exportar su
Socialismo del Siglo XXI a esos países. El negocio con Cuba es aparte: unos 100
mil barriles diarios, a cambio de servicios deportivos, médicos y de
inteligencia militar.
Sin la manutención energética diaria de Venezuela, esos
países quedarían de manera natural bajo la influencia de México, cuyo régimen
político tiene simetrías con el chavismo, en especial por énfasis en el
clientelismo político basado en el regalo de recursos económicos.
Aunque ya los lidera en la coincidencia diplomática de
obtener un diálogo que le permita un respiro a Maduro, a sabiendas de que, si
en algo ha demostrado el chavismo ser formidable, es en la capacidad de
resistencia…
Del manual cubano de plaza sitiada.