Pablo Hiriart.-
Hoy la Cámara de Senadores debe votar en favor de las
reformas constitucionales que crean una Guardia Nacional, por tratarse de una
emergencia de resolución inaplazable.
La criminalidad en el país suma y sigue desde hace años,
cobra cada vez más víctimas de carne y hueso. Aparecen fosas por todos lados
del territorio con esqueletos de mexicanos y centroamericanos que cayeron en
manos de sicarios y de secuestradores.
No es racional oponerse a una medida que tiende a atacar
profesionalmente una plaga que puede dejar la soberanía del país a expensas de
grupos criminales.
Esto lo hemos venido diciendo desde hace años: la
solución para una emergencia es meter más Ejército y más Marina a combatir a
verdaderas milicias irregulares que buscan adueñarse de grandes espacios de
territorio, con vidas y haciendas dentro de ellos.
Hasta hace poco había poderosos liderazgos sociales y
políticos que se oponían a una mayor participación de las Fuerzas Armadas en la
lucha por la paz y la seguridad en el país.
Ahora que están en el gobierno han visto el problema de
frente y cambiaron de opinión. Enhorabuena. Hay que tomarles la palabra.
Desde hace años en diversos foros se ha planteado la
urgencia de darle un marco legal a la actuación de las Fuerzas Armadas en
tareas de seguridad pública, pues han tenido que hacer esa labor por la
inoperancia de las autoridades civiles.
Los que estaban en contra, ahora están a favor. Vamos
para adelante entonces.
¿O porque ahora lo plantean los de color guinda, los
azules o tricolores van a decir que no? Sería absurdo.
Los legisladores deben recordar que antes, como ahora, el
país y sus habitantes están primero.
Desde luego hay que tomar providencias para evitar que la
solución transitoria se vuelva permanente. Y que se respete el espíritu de la
Constitución de que la seguridad pública atañe a los civiles.
Por eso el mando de la Guardia Nacional debe recaer
inequívocamente en un civil.
Sí, el Presidente, que es civil, es el Comandante Supremo
de las Fuerzas Armadas, pero eso no es suficiente. La Guardia debe tener un
mando civil, que en este caso es el secretario de Seguridad Pública Federal.
Para garantizar que la solución provisional no será
permanente, debe haber una temporalidad en la permanencia de las Fuerzas
Armadas en las calles. En otras palabras, poner un plazo para el regreso a los
cuarteles.
Hay que afianzar el carácter civil del mando y del
horizonte de la Guardia, por lo que sus integrantes deben quedar sujetos a
tribunales civiles cuando llegue el caso.
Y será fundamental que se dote a los gobiernos estatales
de recursos para que formen sus cuerpos de policías profesionales, con
auditorías y sanciones al incumplimiento de metas y calendarios.
Lo anterior es indispensable porque la gran mayoría de
los delitos que se cometen en el país y más lastiman a la población, son del
orden común y no federal.
La solución a mediano plazo es civil y no militar.
Hoy es un día importante para el país. El 72 por ciento
de los mexicanos está de acuerdo en crear la Guardia Nacional, según la
encuesta de El Financiero publicada este lunes. Hasta los que decían que no,
ahora dicen que sí.
No es una decisión menor. Los que siempre han estado por
tomar al toro por los cuernos, y por a, b o c no se había podido, éste es el
momento.
La Guardia Nacional debe ir, con los candados que
aseguren mando civil y temporalidad para que las tropas regresen a los
cuarteles.
No será la panacea, pero nadie ha planteado otra
solución.
Sus resultados dependerán de la capacidad de las
autoridades que nos gobiernan. Por el bien del país, ojalá puedan con el reto.