Ricardo Alemán.-
Si usted es de los miles que hacen fila de hasta 5 horas
por 20 litros de gasolina, habrá escuchado la enojada expresión: “¡que renuncie
Obrador…!”.
Si habla con los despedidos del sector público –muchos
votantes de AMLO–, se repite la historia; “¡no votamos por esto, que renuncie
Obrador!”
Y en los aviones comerciales en los que viaja el
Presidente ya aparecen tenues: “¡fuera, fuera… renuncia!”.
Y es que apenas en 40 días el Presidente ya hizo enojar a
muchos mexicanos que hoy le dan “una sopa de su propio chocolate”.
Pero vale recordar que en distintos momentos –uno el 4 de
junio de 2014–, López Obrador pidió de manera pública la renuncia del entonces
Presidente Peña Nieto.
En esa ocasión AMLO dijo: “El presidente Enrique Peña debe renunciar a su cargo como un acto de voluntad para que las cosas no sigan empeorando en México… sería un acto de honestidad que ayudaría mucho, de lo contrario fracasará la situación del país”.
Eran tiempos en que avanzaba rápidamente la aprobación de
la Reforma Energética impugnada por López Obrador; tiempos para demoler la
confianza ciudadana del entonces exitoso Peña Nieto.
Años antes, durante diciembre de 2009 y los meses de
enero y febrero 2010, el grupo que luego creó el concepto de “No más sangre”
–que pretendía llevar al Presidente Calderón a la CIDH–, llamó a un millón de
mexicanos a firmar una demanda de renuncia del segundo presidente panista.

Entonces la exigencia la formulaban los más cercanos del
hoy Presidente Obrador; los mismos que hoy aplauden la militarización mediante
la Guardia Nacional.
Y vale recordar las exigencias de renuncia de AMLO a dos
presidentes porque, a 40 días del nuevo gobierno, crecen las voces que exigen
la renuncia de Obrador.
¿Debe renunciar el Presidente Obrador? ¿Es descabellado
exigir que “en un acto de honestidad”, Obrador renuncie al cargo de Presidente?
La respuesta resulta afirmativa –sí debe renunciar–, si
comparamos las razones, los momentos y los contextos en los que Obrador pidió
las renuncias de Calderón y Peña.
Y es que hoy la crisis económica es peor a la que en su
momento vivían los gobiernos de Calderón y Peña; es mayor la amenaza de
militarización de la seguridad; mayor el desempleo y es mucho mayor la amenaza
de vivir una peligrosa desestabilización política, económica y social. ¿Por
qué?
Porque al respaldar al gobierno de Venezuela y dar la
espalda a los derechos humanos, Obrador rechaza el papel de estadista atento a
preservar la Seguridad Nacional; porque el desabasto de combustible atenta
contra la Seguridad Nacional; porque tirar el NAIM es un atentado a la
Seguridad Nacional y la estabilidad económica.
Además, al provocar deliberadamente el desabasto de
gasolina, López Obrador se coloca en el papel del dictador que juega con el
miedo y la inestabilidad social y económica, para mantener el control de la
masa.
Por todo eso, Obrador debe renunciar.
Al tiempo.