Carlos Ramírez.-
El presidente electo López Obrador, sus seguidores, sus
simpatizantes y sus acreedores políticos no se han percatado que han ingresado
al territorio de la realidad institucional y que ahí la racionalidad tiene sus
reglas, sus muy estrictas reglas.
La reforma educativa del gobierno del presidente Peña Nieto,
a pesar de sus enormes deficiencias y limitaciones, todavía no se ha
derrumbado; el proceso para su abrogación tiene condicionantes
constitucionales: la reforma en el legislativo con el voto de mayoría calificada
de dos terceras partes de legisladores, el 67%.
Como la mayoría lopezobradorista es de 61% en el Senado y
54% en la Cámara de Diputados, el faltante --7 y 13 puntos, respectivamente--
sólo podría venir de priístas peñistas que habría de cumplir el pacto secreto
del presidente electo López Obrador con el presidente emérito Peña Nieto.
La reforma constitucional educativa fue promulgada en el
Diario Oficial de la Federación el 26 de febrero de 2013, un día antes del
arresto de la maestra Elba Esther Gordillo por acusaciones de dinero, y entró
en vigor justo el día de la aprehensión de la presidenta del sindicato de
maestros.
El anuncio oficial de la abrogación de la reforma educativa
hecho por el presidente electo ocurrió, también en esas ironías de la política,
el día en que la maestra Gordillo organizó una reunión con la prensa para
anunciar su regreso a la política educativa: el pasado lunes 20 de agosto.
Pero en el terreno de la real politik, el “derrumbe” de la
reforma educativa tiene que pasar por el Congreso. La reforma constitucional de
febrero de 2013, producto del Pacto por México y que la maestra Gordillo avaló,
requerirá reformas fracciones a los artículos 3º y 73 constitucionales.
El punto clave de esa reforma fue la evaluación educativa de
maestros que terminó con el desorden, tráfico y venta de plazas magisteriales y
el tránsito de los maestros de peones políticos del poder a profesionales de la
educación pública. Asimismo, la reforma
estableció un mecanismo que ha funcionado bien en las universidades: plazas por
“concursos de oposición” entre aspirantes, para contratar a los mejores.
Por tanto, la abrogación implicaría regresar al viejo estado
de cosas que convertían al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
en un aparato de poder por contratación de profesores para militancia política
y no en un gremio de maestros educadores. Si regresar al SNTE político es el
objetivo de López Obrador-Elba Esther Gordillo, entonces el nuevo gobierno no
quiere maestros para la educación, sino bases militantes de Morena.
La única forma que tiene López Obrador para “derrumbar” la
reforma educativa del 2013 se localiza en garantizar la mayoría calificada en
el Congreso; y para ello no tiene más camino que “convencer” a diputados
priístas peñistas que voten para anular la reforma estrella de Peña Nieto.
Y el único espacio que tiene López Obrador en su reforma
educativa estaría en la definición de los contenidos de la educación, porque la
reforma constitucional sólo habla de la atribución exclusiva del ejecutivo en
esa materia. Ahí podría atar la educación pública al modelo ideológico de
Morena.
El que quedó atrapado en los juegos de poderes fue el
secretario designado de Educación lopezobradorista, Esteban Moctezuma Barragán
(ex subsecretario de Educación del gobierno priísta de Zedillo), porque tendrá
que ser el operador del regreso de la rectoría de la educación al SNTE de la
maestra Gordillo.
Política para dummies: La política es toda ilusiones, pero
se mueve en el territorio de la realidad cruel e implacable.
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Como se esperaba, el PRI optó por Peña Nieto y refrendó la
presidencia de Claudia Ruiz Massieu Salinas de Gortari hasta mediados de 2019.
Es decir, Peña Nieto seguirá controlando el PRI desde su cargo de ex
presidente.
En los pasillos del poder se habla que el pacto de impunidad
Peña Nieto- AMLO pasará por la reclasificación de delitos del exgobernador
veracruzano Javier Duarte, uno de los principales aliados del gobierno de Peña
Nieto.
Famosas últimas palabras: “El PAN está putrefacto”:
obviamente el expulsado panista Ernesto Cordero Arroyo.