ESCAPARATE POLÍTICO
Oír al exgobernador Ulises Ruiz Ortiz hablar de su plan de
iniciar una acción para la refundación del PRI “sin imposiciones, sin dedazo y
que sus candidatos salgan de una elección directa a la base”, me llevó a
decirle: Eso se escucha antinatura. Sería como desprender sus genes al partido
que acaba de sufrir su derrota más estrepitosa precisamente por su
antidemocracia. Lo trae en las venas. Usted mismo, para ser gobernador fue
producto del dedazo.
De inmediato
me respondió: Pero ya no resultó. Evielno ganó porque surgieron las coaliciones
que terminan apabullándonos. Y el país reaccionó y en la militancia empezó el
rechazo a la imposición que desplazaba. En mi caso, contendí con Juan Díaz.
Gané la gubernatura pero Juan fue mi Secretario de Salud. Así se dirimíamos
antes las inconformidades. En el PRI cabíamos todos. Con Peña se convirtió en
un “Club de Tobi”, los amigos, las novias. Eso acabó con la legitimidad. “Hay
quienes no militan y ponen candidatos hasta en otros partidos”. Lo dice por usted?Interrogué.
No hubo respuesta.
Tampoco
contestó en el siguiente diálogo: Madrazo es un gran político. Es mi amigo, no
mi papá ¿Y Murat que es para usted? Eludió la pregunta.
Hizo como que
no la escuchó entre el barullo que se soltó en ese momento, casi atrás de su
mesa. Un grupo de no más de 30 muchachos -a todas luces desempleados- le
gritaba: ¡Ulises asesino! Los que se desgañitaban eran solo cuatro
alborotadores también, a todas luces, eficaces operadores de la boyante
industria del chantaje político que ha cimentado en Oaxaca el cartel 22. Son
parte de los mismos que en el 2006 cuando al que hoy le escupen el insulto de
asesino, le aullaban: “Ulises, Ulises…ya
cayó”.
¿Qué le
dijeron, que les ofreció?
Nada, solo los
fui a saludar. Ya se fueron. Callaron de inmediato.
Cuando cayó
Enrique Rueda los propios maestros comentaban la nueva fortuna de su ex
dirigente: con mucho dinero se fue a Canadá, al dulce autoexilio. Dicen sus
malquerientes que hasta hoy en día, sigue disfrutando de los “logros
democráticos” del cartel 22.
Son
insaciables. Extremaron su mezquindad al grado de provocar un asesinato de sus
propios compañeros de viaje, en cada asamblea. Su línea era no ceder ni un
milímetro en sus peticiones, por más absurdas que fueran. Nada los detenía para
lograr dinero, más dinero público. “Llegó un momento en que ya no había dinero
del erario para seguirles dando”, confiesa Ulises. Y relata el caso del
“mártir” José Colmenares, un mecánico que mataron a balazos dentro de un
hospital privado a un lado de la Iglesia del Marquezado. El criminal fue un
porro de CU contratado por una de las tribus de la Sección 22. Así fue el
relato que puse en el ESCAPARATE en aquel funesto 2006.
Un grupo de
mentores adscritos en la Sierra Norte, exhiben los toletes, gorras y escudos de
la Policía como trofeos. Por cierto,
desde aquellas fechas andaba en la bola
aquel “maestro” mecánico José Colmenares quien, vivía ciertamente con
una maestra con la cual procreó tres hijos, pero no con su legitima señora que
vive en la Sierra Norte. El “mártir” de
los “appo” vivía en San Felipe del Agua aunque tenía ingresos en el penal de
Ixcotel por el robo de vehículos y venta de autopartes robadas.
Ulises hasta
se atreve a una consigna para salvar a los líderes del magisterio. Así como en el PRI urge un profundo cambio de
actitud, en el movimiento de los maestros deben hacer lo mismo. Sus tácticas de
lucha ya son obsoletas, datan de los años 60.
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