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Gobierno lucra con la Guelaguetza

-Gobierno  lucra con la Guelaguetza

-Pueblos olvidados, marginación y pobreza la adornan

Con  Tinta de Quintero

Antonio Quintero

A la pobreza hay que dosificarla, y al pueblo hay que ofrecerle circo, maroma y teatro,  pantomima y simulación de que hay un gobierno preocupado y ocupado por darle felicidad a su pueblo, de forma  mordaz y perversa. Con los años, de manera sutil  los gobernadores han intentado tapar, cubrir la pobreza miserable que abunda en las ocho regiones de la entidad oaxaqueña. Esa –parece ser-, es una regla básica para todo gobierno y gobernadores que llegan a gobernar Oaxaca.

Es como un decálogo, mandamiento para continuar en un contexto de simulación extensa, casi invisible pero que ha dado resultado para que gobernadores entren y salgan de su administración sin ningún problema. Sin rendirle cuentas a nadie, porque para ello tuvo la operación mágica para envenenar a su cuerpo de legisladores que aprobarán todo tipo de leyes. Y tener un gobierno perfectamente orientado a desdibujar la triste realidad de cada oaxaqueño.

De sus múltiples necesidades, de sus carencias casi ancestrales, y por si fuera poco de la indiferencia mortal para conducir y concluir hacía los conflictos agrarios, vaciar esa indiferencia que ha marcado a todo el territorio oaxaqueño a un sendero de muerte. Conflictos  agrarios que dejan estela de dolor permanente; familias quebradas, desintegradas con niños huérfanos. Una vida sin aliento.

Pero esto es una conveniencia propia para quienes han gobernado en turno, se lo han dejado –por conveniencia propia-, a la responsabilidad del Tribunal Agrario y de otras instancias, que al final solo van arrullando el canto de la muerte que desencadenan dichos conflictos.

¿Dónde queda entonces la voluntad del señor gobernador en turno? ¿Cuáles son sus verdaderos propósitos en estas refriegas? Lo patético, lo enfermo de todo esto es que al gobernador de ese momento le interesa más que lleguen las fiestas de la Guelaguetza, procrear certidumbre, alabanzas, halagos de todo tipo y olvidarse fácilmente de toda la enorme problemática que hay en Oaxaca. Pero es momentáneo.

Porque desde el sexenio de Ulises Ruíz Ortiz, los estallamientos sociales ya estaban tocando la puerta misma del palacio de gobierno estatal, pero hábilmente –con su desprecio desde siempre hacia el pueblo-, se sacaron de la manga construir oficinas alternas como Ciudad Administrativa o Ciudad Judicial para distraer a todas las organizaciones sociales y hasta simples ciudadanos para que no estuvieran o llegaran hasta la oficina del señor gobernador.

Así fue desde entonces de como los gobiernos han tratado a quienes llegan a solicitar cualquier gestión tratarlos con despotismo, con desprecio contundente esos son también las mecánicas de los actuales funcionarios que laboran con el gobernador Alejandro Murat Hinojosa, con una Segego complaciente y “apapachando” los conflictos de todo tipo.

Así que no podía faltar el mayor antídoto para que dichos conflictos no “ensuciarán” la fiesta máxima de los oaxaqueños; La Guelaguetza.

Y todos felices.

Una fiesta para olvidar, olvidar la pobreza, una fiesta manipulada por el propio gobierno estatal, desde sus comités de autenticidad que dicen que son expertos en los bailes tradicionales que lo componen y arreglan para motivar al público y que se logren impactos publicitarios, por ello el instrumento de gobierno conduce todo, opera y administra los recursos de la derrama económica que llega a Oaxaca, esa derrama económica que nunca llega hasta los más pobres y necesitados.

Es una mágica inversión, el gobierno se adueña de la Guelaguetza, explota todo lo que le conviene y le deja regalías, se contratan espacios en las televisoras, realizan jugosos contratos con empresas para transmitir los eventos y de todo gana, hasta en la expedición del boletaje para entrar a esa máxima fiesta cultural de las ocho regiones de la entidad oaxaqueña.

A las delegaciones participantes se le brinda hospedaje, alimentación y al parecer también el transporte, pero esto de ninguna manera es dinero del gobierno estatal, pues se ha conocido que los hoteleros que brindan su hospedaje son bien pagados y las muestras de ello son las facturas que cobran al propio gobierno, hay funcionarios que son hoteleros. Esto podría llamarse ¿conflicto de interés?

En esta hermandad en voz del gobierno estatal ha quedado plasmada la discriminación, la desigualdad social, marginación, y una garrafal indiferencia hacía los pueblos originarios, pueblos indígenas, etnias desplazadas que aún siguen siendo esclavos de los gobiernos caciques, autoritarios que se han afianzado en cada sexenio.

Mientras tanto seguimos observando a un gobierno que lucra deliberadamente con la fiesta de la Guelaguetza, desde el aparato gubernamental que no escatima en recursos para que la según máxima fiesta de los oaxaqueños que es la Guelaguetza se impulsen diversos episodios para maquillar la miserable pobreza extrema que se vive en Oaxaca.
¡Nos leemos en nuestra próxima entrega!

@opinionquintero