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FOTO: INTERNET |
Pablo Hiriart.-
El espaldarazo recibido por Enrique Peña Nieto en la
Asamblea de su partido no deja dudas de que tiene toda la fuerza para tomar la
decisión de quién va a ser el candidato presidencial del PRI.
Su partido lo respaldó sin chistar al momento de quitar los
candados para que José Antonio Meade pueda ser candidato presidencial si así lo
decide.
Los mensajes de la Asamblea fueron dos: Peña conserva el
respaldo y el afecto del priismo, y muy posiblemente Meade va a ser el
candidato presidencial.
Como aquí lo dijimos hace un par de semanas, era una
Asamblea para saber: “Meade sí o no”. Y la respuesta fue sí.
Su historial es impecable para estos tiempos en que al
priismo se le asocia con corrupción.
Sería un muy buen presidente si es que gana, pero las formas
llamaron la atención y pueden traer consecuencias.
Más vale que si él va ser quien encabece al PRI y la alianza
para contender el 1 de julio, lo vayan destapando muy pronto.
La intención del Presidente es que gane el PRI el próximo
año, sin duda. Pero en la situación tan compleja del país, en que su partido
pierde adeptos a carretadas y con un adversario muy fuerte enfrente, adentro
del priismo se abrió un boquete, que puede hacerse grande o pequeño, depende de
las formas.
Hay molestia soterrada en los equipos de quienes sienten que
sus precandidatos fueron desplazados por una asamblea a modo para Meade.
Los decepcionados, enojados o que simplemente se sienten
relegados por la aparente preferencia hacia Meade, van a encontrar en Morena un
lugar muy atractivo donde refugiarse y sobrevivir políticamente.
Estos meses de indefinición formal, con un candidato
“destapado pero no”, pueden ser de canibalismo adentro del PRI. Le van a pegar
con ganas a José Antonio Meade aquellos que creen que todavía lo pueden tumbar.
Y sobre todo, van a ser oro molido para los amarres de López
Obrador con los priistas que estaban en “el grupo equivocado”. Les va a ofrecer
lo que quieran a los equipos de los que sienten que ya perdieron.
Obviamente los perdedores nunca van a estar contentos, sea
quien sea el candidato, pero dejar un impase de tres o cuatro meses con un
candidato “predestapado” hasta hacerlo oficial, es caminar por terreno minado…
innecesariamente.
Por eso es que, si va a ser Meade el abanderado, lo tendrían
que soltar pronto para que sea él quien haga los pactos y alianzas al interior
del priismo y evitar la tentación de Morena para los inconformes.
¿O no va a ser él?
Porque si Meade no va a ser el candidato, entonces ¿para qué
predestaparlo?
No se entiende el mensaje de hacer una Asamblea para Meade y
que no resulte ser el candidato presidencial del PRI.
En caso de que no sea el elegido, ¿por qué una Asamblea al
cuarto para las doce que cambie reglas con la única finalidad de encartarlo a
él en la baraja? Para que el Presiente tenga más opciones, sí, pero puede ser
al precio de haber pateado el avispero.
Hay que poner atención a lo que se viva en el PRI en los
siguientes días y semanas.
Y ojo con los decepcionados, que pueden voltear a ver la
opción de López Obrador como alternativa para su futuro político y lo que
perciben como su inminente ingreso al ostracismo.
El destape tiene que darse ya. Una vez pasado el Informe,
cuando mucho.
Twitter: @PabloHiriart