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FOTO: INTERNET |
Pablo Hiriart.-
López Obrador fue a Sudamérica y se negó a condenar la
dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela.
¿Habrá visto cómo la madrugada del martes unos encapuchados
de la policía política de Maduro sacaron de su casa, en pijama, al exalcalde de
Caracas Antonio Ledezma, para llevarlo a la cárcel?
Lo mismo hicieron con el dirigente opositor Leopoldo López.
Y no hay una sola frase de condena de López Obrador hacia esos atropellos a la
dignidad humana y a la democracia.
¿No leyó o escuchó la sentencia de Maduro a los opositores?
“Terminarán algunos en una celda y otros en un psiquiátrico, pero hay que poner
orden”, advirtió.
Que López Obrador se quede callado ante esos hechos no es de
sorprender.
Pero que intelectuales mexicanos apoyen abiertamente esa
barbarie, como Luis Hernández Navarro, subdirector de Opinión de La Jornada, es
más que preocupante.
O que académicos como Lorenzo Meyer ataquen la postura del
gobierno mexicano que denunció el golpe a la democracia en Venezuela, porque
“no tiene calidad moral” para cuestionar a Maduro, es un aviso de que hay un
cuerpo compacto de intelectuales dispuesto a jugar en favor de la polarización
y el odio.
¿Cómo que México no tiene autoridad moral para señalar a la
dictadura venezolana?
Ya quisiera alguno de los opositores a Maduro tener los
espacios en radio y televisión del Estado que tiene Lorenzo Meyer en México.
En Canal 11 y en el IMER Lorenzo Meyer puede decir lo que
quiera, hasta mentir si le place, y luego se va a su casa y duerme
tranquilamente porque nadie lo va a ir a sacar de la cama en la madrugada para
meterlo a la cárcel.
¿No se entiende la diferencia entre democracia y dictadura?
Qué tristeza que no se valoren las libertades, a pesar de
los múltiples problemas que sin duda tenemos.
¿Qué disidente del gobierno está en la cárcel?
Tienen tiempos del Estado para hacerse propaganda en radio y
televisión y hasta le sacan la vuelta a ley para competir con ventaja en las
elecciones estatales y presidenciales.
Dos millones cien mil spots en medios electrónicos ha tenido
López Obrador para su persona, sin pagar un centavo por ello.
En Venezuela los opositores están en la cárcel y los que se
manifiestan en favor de su libertad son violentamente reprimidos: van cerca de
140 manifestantes muertos.
¿Qué festeja el subdirector de Opinión de La Jornada, Luis
Hernández Navarro?
Dice que la farsa de Maduro el domingo fue “un triunfo
rotundo de la oposición bolivariana. Un mensaje claro del pueblo venezolano”.
¿Se da cuenta lo que aplaude Hernández Navarro?
Es el regreso de los pabellones psiquiátricos para los
opositores, como ocurrió en la Unión Soviética. No es invento de nadie, lo
advirtió el propio Maduro.
En Venezuela los medios opositores fueron cerrados o
expropiados, y sus directivos están en el exilio porque en su país tienen orden
de aprehensión.
Aquí en México el diario de Hernández Navarro vive de la
publicidad que le da el gobierno.
¿No se entiende la diferencia entre democracia y dictadura?
Qué bueno que Meyer y muchos otros antigobiernistas tengan
espacios en radios del Estado y desde luego privadas. Eso es democracia.
Muy bien que López Obrador pueda decir en televisión lo que
le venga en gana.
Y estoy de acuerdo en que el gobierno financie a La Jornada
y otros medios que representan una corriente de opinión.
Pero no callen ante la masacre en ese país sudamericano. No nos
pongan a la barbarie de Maduro como un ejemplo a seguir. Ni engañen con que en
México no hay libertades como para denunciar al régimen de Venezuela.
Twitter: @PabloHiriart