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FOTO: INTERNET |
Raymundo Rivapalacio.-
Un amplio reportaje en The New York Times este lunes da
cuenta del espionaje político en México. “Los más prominentes abogados de
derechos humanos, periodistas y activistas anti corrupción han sido objetivo de
un spyware sofisticado que se vendió al gobierno de México con la condición de
que sólo se utilizara para investigar criminales y terroristas”, comienza el
texto. “Los objetivos incluyen abogados involucrados con la desaparición masiva
de 43 estudiantes, un académico altamente respetado que ayudó a escribir la
legislación anticorrupción, dos de los periodistas más influyentes de México y
un estadounidense que representa víctimas de abuso sexual por parte de la
policía”.
El Times llegó a esta historia del México contemporáneo muy
tarde, pero al ser el diario de mayor influencia en el mundo y que suele
asustar a los funcionarios mexicanos con bastante facilidad, su interés por el
tema debe ser agradecido por la posibilidad de que finalmente provoque una
reacción en el presidente Enrique Peña Nieto, que al soslayar lo que durante su
gobierno se ha publicado sobre el espionaje político, no sólo avaló lo que sus
servicios de inteligencia hacían, sino que, en la negligencia de obligarlos a
que se mantuvieran dentro de los márgenes de la ley, llevará la penitencia de
que ahora, la responsabilidad de las ilegalidades se le carguen a su gestión.
En octubre de 2015 se dio a conocer en este espacio la
existencia del programa mediante el cual el CISEN –el reportaje del Times no
identifica a las instituciones que utilizaron el spyware- realizaba espionaje
político. En la segunda de tres entregas sobre “¿Para qué sirve el CISEN?”, se
mencionó directamente dos listas de teléfonos que habían sido infectadas por el
programa. “No se sabe cuántos teléfonos de actores políticos y sociales, de
agentes económicos o periodistas, tiene interceptado el CISEN, pero la sábana
con los números, que corresponde a un periodo específico este verano, muestra
un enorme abanico de intervenciones”, se apuntó en ese entonces.
“De acuerdo con el documento, hubo 729 intervenciones
telefónicas, aunque una decena de personas espiadas aparece con números
adicionales. Hay una serie de nombres de personas que no son públicas o
empresas de seguridad, comercializadoras, de asistencia pública e inclusive de
una televisora. Pero también, sin saberse el nombre pero sí en dónde se
contrató la línea, un teléfono registrado por el Consejo de la Judicatura
Federal. En cuestión de nombres, hay varias líneas intervenidas que fueron
contratadas por Alfonso Navarrete Prida, secretario del Trabajo, y los
teléfonos celulares de la afamada conductora de radio Carmen Aristegui, y de
quien esto escribe.
“La forma como buscaron entrar en esos teléfonos, de acuerdo
con expertos consultados, es a través de un software malware, que es un código
maligno que se infiltra en los dispositivos mediante el cual se pueden emitir
mensajes de texto. Un modelo clásico de estos mensajes puede decir, con un
lenguaje que parecería el de una persona con quien se tiene amistad, que “unas
personas extrañas se presentaron en su casa”, por lo que le envían un enlace
para ver la fotografía. Lo que permite ese enlace, que nunca abre, es que el
virus se meta al teléfono y permita dos objetivos: la escucha y el análisis de
la red de vínculos que se encuentra en el aparato, a fin de poder determinar su
abanico de amigos y conocidos que permitan, construir sus relaciones”.
El Times reiteró que el programa se llama “Pegaso”, del
Grupo NSO, un fabricante israelí de armas cibernéticas al cual, desde 2011,
cuando menos tres dependencias federales mexicanas le han comprado software por
80 millones de dólares. La existencia de estos programas surgió en noviembre de
2011 durante una entrevista con David Vincenzetti, socio fundador de Hacking
Team, una empresa italiana fundada en 2003, con el periódico inglés The
Guardian, quien reveló que habían vendido sus dispositivos en 30 países en
cinco continentes. Su principal producto era un programa llamado Da Vinci,
dentro de su Sistema de Control Remoto, bautizado como Galileo.
En este espacio, bajo el título de “Espionaje a Mexicanos”,
publicado a mediados de 2015, se señaló: “El Ejército, la Marina, la Policía
Federal, el CISEN y 11 gobiernos estatales, han espiado masivamente a
mexicanos, a través de un sistema que interviene a control remoto dispositivos
móviles, copia mensajes de texto, conversaciones de Google, Yahoo, MSN y Skype,
y extrae todos los datos y el historial de las computadoras, sus audios e
imágenes de la webcam, que les permiten, además, grabarlos mientras trabajan.
Esta es la más grande revelación que se haya dado de cómo en México los
gobiernos espían a sus gobernados, y el mayor descubrimiento de cómo la vida
privada en este país, es inexistente”. A la fecha, varios de esos contratos ya
expiraron.
Cuando todo esto emergió a la opinión pública en 2015, nada
pasó. Cuando se revelaron detalles del spyware contra personas que tenían
discrepancias con las políticas del gobierno, tampoco. Desde hace 15 años, el
espionaje político como herramienta de la política, es el mejor vehículo para
alcanzar objetivos políticos. El reportaje del Times, aunque tardío, es vital
por la colonización de ese periódico sobre la vida pública mexicana. Si ahora
que ventila estas violaciones ayuda a que se pongan fin a las ilegalidades,
habrá que celebrarlo. Lo más importante es llegar a un fin a estos abusos y que
quienes los cometieron, paguen por sus delitos.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa